¡POR AMOR A VENEZUELA!

Por Carla de Sánchez

@CarlaDeSanchez

 

 

 

Recientemente regresaba de unas vacaciones por el aeropuerto internacional de Maiquetía. Mientras me dirigía a las escaleras para llegar a migración, recordé todas las muchas veces que he oído en el pasado -al hacer el mismo trayecto- a gente que regresaba haciendo comentarios como «ya llegamos al desorden» o «seguro que el baño no funciona» e incluso algunas veces la triste frase «qué desgracia volver a donde nada sirve».

 

Siempre me ha llamado la atención este tipo de comentarios e incluso me duelen, porque se refieren a esta hermosa patria. Por otra parte, en definitiva creo que este país es lo que es debido a nosotros. Puede ser que la frase anterior te suene trillada, pero es totalmente cierta y ojalá este artículo te haga reflexionar sobre tu actitud en esta Tierra de Gracia.

 

Creo que a veces tenemos dificultad para ver que como ciudadanos, la actitud de una sola persona puede generar un cambio y por eso nos dejamos absorber por el desorden y la ligereza de comportamiento. Sin embargo, es así, no podemos controlar al colectivo, pero sí individualmente, podemos actuar distinto. Por mi parte, amo a mi país y quiero que sea mejor. Por ello tengo el compromiso conmigo misma de actuar de la mejor manera posible, de respetar las leyes aún cuando a mi lado pasen «vivos» que contribuyen al caos en el que se vuelven nuestras ciudades.

 

Evidentemente, sería más fácil hacer esto si las instituciones apoyaran con un sistema que promueva el cumplimiento del orden o si hubiesen más vías (hablando en cuanto al tráfico). Sin embargo, no podemos esperar a que esto ocurra, es nuestra responsabilidad como ciudadanos, lo que nos invita a comportarnos de una manera más civilizada.

 

Me pregunto si tal vez una de esas mismas personas que hace el comentario con el que comienzo el artículo, es la que respeta correctamente las señales de tránsito mientras está de vacaciones en el exterior, pero aquí -en su tierra- se deja envolver por la anarquía y se come luces, hace giros indebidos o  se para encima de los rayados. Tal vez incluso una de esas personas seas tú, o conozcas a alguien así y puedes compartir esta reflexión.

 

Siempre digo que soy una optimista empedernida, entonces, jamás perderé la esperanza de que podamos tener más conciencia, responsabilidad y finalmente actuar a la altura del país que queremos tener.

 

Regresando a la anécdota con la que empecé, esta vez no oí ningún comentario negativo. Tal vez sea que la escalera funcionó, todo estaba limpio y migración fluyó fácilmente o quizás… Sea que nosotros estamos cambiando. Quisiera  creer eso, Venezuela se lo merece. Mejores ciudadanos, ¡mejores personas!

 

Ojalá quieras acompañarme en esta cruzada y tus batallas personales también tengan que ver con actuar correctamente, ser gentil y respetar las normas. ¡Vamos! ¡Sí se puede!

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