Editorial #292: Desolación

Cuando el presente es una mentira, uno siempre vuelve al pasado

Venezuela es el país con la inflación más alta del mundo. El Fondo Monetario Internacional prevé que llegará a 720% este año. Los niveles de escasez son los de un país en guerra. Peores que los de Siria o Irak. De acuerdo a un reciente informe de Transparencia Internacional, somos el país más corrupto de Latinoamérica. Caracas es la ciudad más peligrosa del mundo, como refleja un documento presentado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, de México.

 

Sufrimos las peores enfermedades como nación. Si Venezuela fuera una persona, estaría desahuciada. Si bien los países no mueren, pueden agonizar por mucho tiempo. El dolor y los costos de esta agonía son incalculables; en vidas humanas, para comenzar, y en sueños, también.

 

Cuando el presente es una mentira, uno siempre vuelve al pasado. Este año regresamos al nivel de pobreza de 1986, con un aparato productivo 24% menor y con una posibilidad de satisfacer la demanda mínima de solo el 65%. El ingreso per cápita a finales de los años ’80 era de 1.022 dólares, el más bajo que se había alcanzado en la historia reciente del país. Para este año, con un precio del barril de petróleo de 30 dólares, será de 681 dólares. La mitad.

 

A Venezuela le ingresarían unos 20.000 millones de dólares en 2016. Solamente para pago de deudas, se tienen comprometidos 14.000. Es decir, quedan 6.000 millones de dólares para comprar todo en un país que no produce nada.

 

Si Chávez no hubiera destruido el Fondo de Estabilización Macroeconómica, creado en 1998, hoy el país tendría ahorrados 286.000 millones de dólares. Suficiente para no vivir las penurias de hoy y más.

 

Por donde se mire hay destrucción. Es imposible encontrar un sector de la sociedad que funcione. Hasta lo más básico, como la comida, es escaso. Sin embargo, en el tema de los medicamentos el escenario es peor.

 

La Federación Farmacéutica Venezolana calificó como “crítica” la situación de ese sector debido a la carencia de medicinas que, según su informe, supera el 80%. La Federación considera que ya vivimos una crisis humanitaria y que necesitamos ayuda internacional. El número de denuncias de muertes por falta de medicamentos es dramática y va en ascenso.

 

Es imposible explicar lo que han significado estos 17 años de destrucción para toda una generación. En la década de mayor bonanza en la historia del país, se han robado tanto que incluso se llevaron lo más preciado que cualquiera puede tener: el futuro.

 

Al país, le han quitado la posibilidad de aprovechar una década de oro y, por el contrario, lo que hoy dejan es desolación. 

  

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

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