Unai Amenábar: “Prefiero pagar los costos a ser un pusilánime”

Unai Amenábar

De descendencia vasca y un profundo compromiso por su país, Unai Amenábar se ha caracterizado por ser un periodista sin medias tintas dentro de los medios de comunicación por casi 30 años. Ha tenido una  amplia experiencia en el ámbito periodístico, como reportero, locutor y columnista, pero también en las tablas.

Detrás de una voz gruesa y su investidura de periodista, está un hombre ameno y jovial. Entre risas conversó con Guayoyo en Letras, en las oficinas de Huella Digital, sobre su carrera y su vida personal.

Guayoyo en Letras: ¿Cuál es la mayor diferencia entre el joven que tuvo temor de entrevistar a Jimmy Carter y el Unai de hoy?

Unai Amenábar: ¡Muchos años y kilos de por medio! (Entre risas) Todavía hay algunos personajes que me ponen nervioso al momento de entrevistarlos; esos temores típicos por tal vez no estar a la altura del personaje, que pases por alto algún detalle, y luego te quedes con la rabia de no preguntarlo. Hay personajes que son imponentes a la hora de abordarlos y siempre da susto.  Creo que básicamente la diferencia es que han pasado más de 20 años. Pero el susto sigue siendo el mismo

G.L: Se inició en RCTV, estuvo en Venevisión durante 17 años, luego por 15 años como columnista de El Universal y hasta hace poco en caraotadigital.com. Ahora que continúa en Unión Radio, ¿qué encontró en la radio que no tienen otros medios?

U.A: La radio tiene la magia de ser un medio muy cercano. Siempre siento que estoy hablando con una persona, más que con una gran audiencia; tal vez el hecho de estar solo en la cabina te da esa intimidad con el oyente. En la televisión no, ahí trabajas con diez o doce personas en el equipo técnico al frente, aunque sean solo 2 los que salen en pantalla, y eso hace que sea un poco más frio.

En cambio la radio tiene esa intimidad que no tienen otros medios. Al menos para mí, yo la percibo así; además, siempre a la hora de una entrevista lo planteo como si tuviera una gran conversación con alguien, más que el afán de quererle sacar una noticia es dejar que la entrevista fluya. Durante más de 20 años que tengo haciendo radio ha funcionado bastante bien. Siento que soy más yo, me permito más licencias, a veces me equivoco y se me traba la lengua… Como medio de comunicación es mucho más cercano.

G.L: Luego de su salida de Venevisión en 2011 señaló que en algún momento le gustaría reunirse y aclarar el tema de su salida. Hoy, cuando la política se apropia de los medios, ¿tiene respuesta a por qué no se le renovó el contrato?

U.A: ¡Sigo sin tenerla! (Entre risas) Pero creo que llega un momento en que no hay que aclarar muchas cosas. Yo entiendo que era una persona muy incómoda para el canal, y básicamente porque no sé si soy muy soberbio o terco, pero que me digan qué tengo o qué no puedo preguntar me hacía, y me sigue haciendo sentir, agredido e incómodo. Yo puedo entender que en un momento determinado el medio tenga un interés particular y sugiera o recomiende temas para la entrevista, y no tengo ningún problema en incluir las preguntas, pero de ahí a “ponte de acuerdo con el entrevistado para ver qué vas a preguntarle”, eso para mí era inaceptable.  Hubo una larga lista de eventos donde tuve que responder “eso no lo hago” y llegó un momento que me fueron apartando y ya no hacía entrevistas, estaba solamente como locutor del Noticiero.

En el 2009 renuncié porque estaba cansado del horario, salía a la 1 am. Tenía muchos años así y no era feliz. ¡No me interesaba llevar una vida de cantante de piano bar! (Entre risas) Me fui básicamente por un tema de horario, al mes me volvieron a llamar para ofrecerme el noticiero de la mañana y estuve algunos años más. Ahí mi función era lector de titulares de periódicos y empezaron a indicarme qué titulares no leer y se tornó muy incómodo.  Y sin hablarlo previamente, el día que tocaba renovar el contrato me dijeron que el lunes arrancaba otra persona.

El vicepresidente que me ofreció el cargo podría habérmelo dicho abiertamente, llamarme e informarme, y no que lo hiciera el productor. Además, yo había preguntado porque, por supuesto, había el rumor que estaban haciendo casting, incluso, le pregunté varias veces y me dijeron que no tenía que ver conmigo. En el momento me molestó mucho, después de tantos años había la confianza para dar la mala noticia y no de esa forma, pero luego de un tiempo lo encontré, nos abrazamos y no quedó ningún tipo de rencor.

Básicamente fue porque yo era incómodo; hay otros colegas que son más dóciles y que se adaptan. Cuando decía que no aceptaba cuadrar con el entrevistado las preguntas, me respondían que mis compañeros sí lo hacían… Allá ellos con su conciencia. Yo no estudié periodismo para que alguien me diga qué tengo que preguntar.

G.L: Conviviendo con dos mujeres periodistas, su esposa María Isabel Párraga y su hija Alai, estudiante de la misma profesión, ¿cómo es el día a día de los comunicadores en el hogar?

U.A: Alai está por comenzar 6to semestre y estamos pendientes de la noticia todo el día, es una constante. Desde que nos despertamos estamos todo el día intercambiando datos, es parte de nuestra dinámica regular.

Todavía con mi hija no me ha tocado, pero con María Isabel en varias oportunidades nos tubeamos. Ella trabajaba en el Diario de Caracas y yo en RCTV, y aunque formaban parte del mismo grupo empresarial, eran dos medios totalmente distintos y los criterios periodísticos eran diferentes. Muchas veces me tocó ver el Diario de Caracas y preguntarle: ¿por qué no me dijiste esto? y viceversa; a veces me daba las noticias cuando ya iban a salir y no había nada que hacer. (Entre risas)

G.L: Ha tenido que lidiar con la inseguridad y los problemas sociales que enfrenta el país, ¿cómo le ha afectado a su entorno familiar esta situación?

U.A: El gran evento que marcó definitivamente a mi familia fue el asesinato de mi hermano, que lo atracaron para quitarle el carro, hace 8 años aproximadamente. Te toca lidiar con esa situación que no terminas de entender por qué ocurre y sientes muchísima impotencia, rabia… Pero por otra parte, me dejó una gran lección: esta vida es muy cortica y hay que vivirla plenamente. Yo no voy a permitirme dejar de vivir por un tema de inseguridad; no voy a permitir que tenga que enterrarme para que no me maten. Trato, en la medida de lo posible, hacer las cosas igual que lo he hecho siempre, salgo de noche y voy a fiestas; trato de no vivir con esa paranoia, el día que te toque, te tocó. No voy a matar mi vida por la inseguridad.

Uno entiende que es muy fuerte, pero creo que es peor auto secuestrarte o vivir un toque de queda autoimpuesto. He tenido varios eventos en los que me han intentado atracar y lo que queda es seguir adelante. En mi familia evidentemente hemos tenido que cambiar hábitos; mi hija mayor, sobretodo, cuando sale de noche cada vez que llega a un sitio me llama y estamos en contacto; y cuando está con su novio en la casa por lo general uno de los hermanos le presta su habitación y el muchacho se queda a dormir. Prefiero que esté en la casa a que se vaya a la 1 am. Por supuesto te cambian las dinámicas, pero es lo que nos tocó vivir.

Unai AmenábarG.L: Usted se ha caracterizado por su irreverencia, su terquedad y su compromiso con el país ¿cuánto le ha costado esto?

U.A: ¡Muchas cosas! Me ha costado perder clientes, trabajos, ser mal visto… Porque lo que para algunos a lo mejor es intransigencia, yo creo que es ser firme en sus posiciones. Yo no creo en el periodismo objetivo, no soy una máquina, tengo una cantidad de sentimientos y valores que defender, que, además, me los marcan las leyes y la Constitución. Si yo tengo una información o delante de mí están violentando una ley, siempre lo voy a decir y lo voy a denunciar. En ese sentido, te califican como demasiado radical en tus posiciones, simplemente trato de ser firme en lo que creo.  Esos son los costos, pero prefiero pagarlos que ser un pusilánime, blandengue que no tiene posiciones firmes y termina dejándose llevar, como una  veleta, por lo que piense la mayoría o por lo que te dirá tu jefe, simplemente porque lo que estás diciendo no le conviene a los intereses particulares de esos 15 minutos.

A mí me da risa cuando dicen “la línea editorial del periódico”; de hoy, porque mañana puede ser otra. Los intereses de los jefes y los editores varían constantemente. No puedes estar cambiando la manera de asumir tu profesión dependiendo de los brincos que den los intereses circunstanciales de tus jefes.

G.L: En otras entrevistas usted ha comentado que los periodistas se enfrentan a que les teman, los vean como enemigos o los utilicen, y que usted no buscamos ser admirado, pero sí respetado.  ¿En una coyuntura como la actual, cómo se gana el respeto?

U.A: Creo que se gana haciendo las cosas con honestidad. Como te dije, han pasado muchos años, los que hoy están en el gobierno ayer estaban en la oposición, y en muchas oportunidades me tocó defender frente a mis jefes posiciones y luchar porque salieran las entrevistas; por ejemplo, Tareck William Saab o Aristóbulo Istúriz, que era de izquierda y a lo mejor no lo querían sacar, en aquel momento no estaban bien vistos quienes tenían esos ideales políticos. Y cuando se volteó la tortilla, me tocó hacer lo contrario.

Haber hecho y tratado las cosas con honestidad hace que la gente te respete, porque se dan cuenta que no eres parte de un juego de intereses circunstanciales, sino que uno tiene una manera de pensar, de ser y asumir esta profesión dándole voz a los que no la tienen. He estado mucho tiempo en el área política, pero cuando me ha tocado cubrir sucesos o información de comunidad, lo he asumido de igual forma, no me quedo con un solo lado de la historia.

G.L: ¿Qué lo motivó a emprender cosas nuevas como la revista Corre Más y su nuevo proyecto Huella Digital?

U.A: La revista empezó como un proyecto a raíz del cierre de RCTV, que vino muy seguido del cierre de la cadena CNV en 2009. Uno empezó a ver como el cerco sobre los medios de comunicación se iba apretando cada vez más y dejándonos a la deriva; bien porque los cerraban, porque los compraban o los multaban, pero empezaba a cerrarse el circulo. Yo no tenía ninguna intención de irme del país, ni la tengo, mi plan B es seguir “echándole pichón” al plan A. María Isabel y yo estábamos empezando a correr y entrando a ese mundo donde te surgen muchas preguntas, y asumimos que muchos también las tenían; pensamos en crear una franquicia de las revistas conocidas pero costaba una fortuna, no había manera; y finalmente en una conversación con unos amigos surgió la idea de montar mi propia revista. La dejamos de sacar en papel por un tema de costos y migramos al área digital, pero confiamos que pueda volver a salir impresa.

Siempre teniendo un plan B y que sea la empresa de uno, buscando independencia y no estar sujeto a los vaivenes de otros. Ahora estoy con este nuevo proyecto que está empezando en el mundo de la comunicación digital. Te confieso que estoy aprendiendo mucho de las personas que están conmigo, que tienen experiencia y conocimiento en el área, a uno le toca ser un poco la cara visible para tener contactos y conseguir clientes.

G.L: ¿Qué sería lo único que lo haría pensar en el exilio como opción?

U.A: Que corra riesgo mi vida o un secuestro, la vida de mis hijos. Algo que me haga pensar que vivir aquí ya no sea una cuestión incómoda o con problemas, sino que haya algo más en riesgo. Si por alguna razón percibo que en algún país voy a estar mejor que en Venezuela creo que me iría, hasta ahora no lo he conseguido. Cuando das el paso de huir a una situación incómoda corres el riesgo de no parar de huir nunca.

Para pasar trabajo a otro sitio lo hago aquí. Este es mi país, tengo contactos, relaciones, está mi familia, tengo amigos… Dar el brinco a empezar de nuevo en otro sitio es mucho más complicado y en otros países también hay problemas, que a lo mejor no son los mismos pero de los problemas no te vas a librar. Prefiero seguir dándole a mi país con el cual tengo un compromiso; cuando yo juré el día de mi graduación, no estaba echando bromas, hice un juramento. No puedo hacer ese compromiso y al día siguiente irme a ejercer a otro país. Tal vez como soy hijo de extranjeros el tema del desarraigo que vi en mis padres es muy fuerte y doloroso. No quiero eso para mí y tampoco para mis hijos, finalmente siempre vas a ser extranjero en cualquier país. Es un paso muy fuerte y tienen que haber razones muy poderosas.

En el último tiempo he visto que la gente se va del país por esnobismo, por moda, porque los demás lo hacen, por no ser el perdedor del grupo… Ha habido algunos que les ha ido bien y otros que no, irte no es una garantía y quedarte tampoco. En cualquier parte tienes que luchar y yo prefiero hacerlo de este lado. Tengo que confesar que me genera casi violencia oír a personas que pretenden regresar cuando todo esto haya pasado.

G.L: ¿Qué le falta a Unai Amenabar por hacer dentro del periodismo?

U.A: ¡No sé! Posiblemente escribir un libro, pero ahora no me provoca (Entre risas). Creo que uno tiene que escribirlo cuando tiene muchas experiencias vividas. Este proceso que estamos viviendo ha sido tan dinámico y de tanto cambio que nos ha obligado a reinventarnos, a lo mejor con demasiada velocidad, y cuesta un poco asentarse. Yo vivo permanentemente lleno de proyectos, inventando cosas nuevas… hay un momento que es estresante pero lo prefiero así; siento que no estoy para escribir lo que ha sido mi vida en el periodismo, lo hare cuando tenga 78 años (Entre risas). Escribir mis memorias a mi edad es ridículo.

Me falta por hacer lo que vaya surgiendo en el camino. Todo el tema de las nuevas tecnologías y el mundo de la comunicación digital me parece maravilloso y es un descubrimiento. Además, es hermoso ver cómo uno aprende de jóvenes que están empezando sus carreras pero en esa área tienen muchísimo que aportar; lo que uno puede dar es criterio, conocimiento y cabeza fría, no dejarse deslumbrar. El poder compartir las ganas con la experiencia y no solamente envejecer sino seguir aprendiendo, me gusta muchísimo.

G.L: Sabiendo que es una de sus pasiones, si en algún momento se retirara de los medios, ¿sería una opción dedicarse al teatro?

U.A: De momento no pienso en dejar el teatro, busco espacios para poder dedicarle tiempo. Es verdad que lo tengo como una especie de hobbie, no le dedico el tiempo ni el esfuerzo que requiere, pero estoy consciente que no tengo el talento suficiente como para dedicarme de lleno al teatro, dejar el periodismo y convertirme en un gran actor.

Me divierte, me gusta y mientras pueda lo seguiré haciendo. A veces toca arañar el tiempo con la familia pero  es un escape; así como hay gente los jueves se reúne a jugar póker, yo hago teatro. Es un espacio muy mío, es un pequeño nicho solo para mí.  Ahora, ¿dejar el periodismo para hacer teatro? ¡Ojala tuviera el talento, hay mucho mejores actores que yo! (Entre risas).

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Guayoyo en Letras