Cuando un país pasa hambre, los cálculos políticos se vuelven irrelevantes
Editorial #306: ¿El revocatorio es la salida?

revocatorio

En enero de este año advertimos que la Asamblea Nacional, que transitaba sus primeros días de gestión, tendría por delante seis meses definitorios.

En ellos, pudo haberse convertido en el centro de decisión política del país. Sin embargo, no fue lo suficientemente audaz y contestataria a un Poder Ejecutivo que buscó deslegitimarla de la mano del Tribunal Supremo de Justicia y todas sus artimañas. La AN corría el riesgo de volverse irrelevante y perder una oportunidad histórica de ser el punto de inflexión que el país necesitaba. Lamentablemente, su inacción ha hecho que hoy el centro del debate político esté en otro lado.

En los últimos días, el referéndum revocatorio ha ganado fuerza como la vía para cambiar constitucionalmente al gobierno. Con otras propuestas sobre la mesa, como exigir la renuncia del Presidente, aprobar una enmienda constitucional que recorte su mandato o incluso una Asamblea Constituyente, la Unidad ha enfocado sus esfuerzos en la activación del referéndum. La buena noticia de esto es que aglutina todas las fuerzas en una sola dirección; la mala es que apuesta todo a una sola opción que es tan incierta como las otras.

La Mesa de la Unidad Democrática aprobó por unanimidad que empujaría todas las vías constitucionales para lograr el cambio político lo antes posible. Es una mala idea cambiar de estrategia ahora y que se apueste todo a una sola, por un motivo muy simple: cualquiera de ellas encontrará obstáculos que la pueden hacer inviable. En relación al referéndum, claro ejemplo de esto son los más recientes anuncios de quien debe arbitrarlo, el Consejo Nacional Electoral, algo que se hará más evidente con el paso de los días y el ingenio de cuatro de sus rectoras.

Lo que queda claro es que ninguna de las rutas propuestas por la oposición será viable si no está acompañada activamente por la gran mayoría de los ciudadanos. Hoy todos se dan cuenta de que, con los demás Poderes sometidos al Ejecutivo y una Asamblea Nacional entrampada, la única herramienta con la que cuentan para ejercer presión sobre el CNE y el TSJ es el apoyo de la gente que no solamente es mayoría, sino que está dispuesta a demostrarlo. Eso es una mala noticia para quienes durante años se dedicaron a satanizar y sabotear la protesta cívica que hoy necesitan.

Mientras tanto, paralela a la crisis política del país avanza una crisis socioeconómica que no da tregua a los venezolanos. Como acertadamente afirmó Mario Vargas Llosa la semana pasada, “Venezuela es un país que se muere prácticamente de hambre”. Y cuando un país pasa hambre, los plazos y cálculos políticos se vuelven irrelevantes.

El problema que tiene el referéndum revocatorio es que tiene fecha de vencimiento: 10 de enero de 2017. También tiene obstáculos complejos que aún deben superarse y seguramente aparecerán otros que aún ni imaginamos.

El cambio político es urgente, el país ya no aguanta y no existe certeza de que estemos transitando el camino correcto. Nadie sabe, ni siquiera sus más entusiastas promotores, si el referéndum revocatorio es la salida a esta desgracia. Por eso, todas las demás vías constitucionales deben seguir siendo una opción.

Miguel Velarde
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