No seamos ingenuos

no seamos ingenuos

En las últimas semanas hemos escuchado a diversos voceros de la oposición poner en duda –y hasta subestimar- la efectividad de la actuación de la comunidad internacional de cara a la crisis que vive Venezuela. Inclusive hemos podido ser testigos de argumentos inherentes a posibles intervenciones e injerencias, propias del discurso oficialista y que preocupan cuando son parte del espectro opositor.

Hay una realidad muy clara: ningún cambio en nuestro país podrá ser exitoso y sostenible sin, entre otras cosas, el apoyo internacional. Pero, además, cuando hablo de ese apoyo, me refiero al apoyo de la comunidad internacional democrática, la cual me atrevo a adjetivar así porque, sin lugar a dudas, ha existido otra comunidad internacional cómplice, alineada a los intereses más perversos de un régimen corrupto, militarista y hasta mafioso que se encargó de comprarlos con la llamada “petrodiplomacia”. Esa comunidad antidemocrática sabe lo que el régimen ha hecho y uno entiende por qué no tienen más remedio que defenderlo, porque la caída de Maduro es la caída de ellos, o viceversa.

Hay algunas precisiones que deben hacerse de cara al tipo de ayuda que puede ofrecer la comunidad internacional democrática y que no tienen que ver, en lo absoluto, con invasiones militares o con procesos que lógicamente carecen de sentido en una situación como esta. Los tiempos han cambiado y, aunque el sistema internacional es anárquico y no hay una instancia que gobierne mundialmente a los países, cada vez más son más los Estados que temen ser parte de actuaciones que reciban la condena internacional.

Cuando se cruza la línea roja y se violan derechos humanos, se es parte de actividades ilícitas, terroristas o naturaleza similar, o existen situaciones de crisis humanitaria, los Estados cada vez más atienden a la idea del deber de intervenir y/o proteger, porque se supone que los ciudadanos de esos Estados están en riesgo. Esto no tiene nada que ver con el ámbito militar o bélico, sino con la intervención en materia diplomática, a través de sanciones y la utilización de mecanismos que establecen los propios organismos internacionales para imponerse.

Aun cuando algunos líderes de la oposición se refieran a este tipo de actuaciones como “sanciones morales” y aunque pretendan hacer ver que esas acciones son “inútiles”, la verdad es que este tipo de mecanismos, con el simple hecho de poner en evidencia a los regímenes dictatoriales, represores y corruptos, ya comienzan a hacer mucho. Imagínese usted por un momento que un país como Venezuela, cuya revolución bolivariana lo vendió como profundamente democrático, sea puesto en la palestra como un Estado autoritario. Ese cambio de paradigma constituye un avance sin precedentes.

Pero también sabemos que estas cosas no ocurren solas. Hay varias condiciones objetivas que deben darse para que este tipo de cambios de paradigma cobre vida. Sin duda alguna, la caída de los precios del petróleo y el final de la petrodiplomacia, sumada a la crisis que vive Venezuela y que se acentuó desde 2014 con la violación a los derechos humanos, fue haciendo transformar la visión que algunos países en los foros internacionales tenían sobre nuestro país. Ni hablar de la situación humanitaria, con clara evidencia de escasez de alimentos y medicinas, de muertes en hospitales y con la incesante inseguridad que azota al país, han hecho que la percepción de nuestra nación sea otra.

Muchos países ya lo piensan a la hora de apoyar al régimen. Su naturaleza y su vinculación, como proyecto criminal, hace que esa foto le salga muy cara a cualquier gobierno que valore la democracia y su relación transparente con el mundo.

Pero además de estas condiciones, también debe hacerse un trabajo serio, arduo y de acercamiento, por parte de los sectores opositores y democráticos, para concientizar a los representantes de la región que las cosas en Venezuela van de mal en peor. Eso se ha hecho, eso tiene rato elaborándose, pero ahora requiere de la mayor precisión y altura posible.

Sólo así se podrán conseguir los votos que se requieren en organismos internacionales, sólo así se entenderá el juego político en el sistema internacional, sólo así la comunidad democrática internacional terminará de respaldar a nuestras fuerzas democráticas. Sólo así, se concretará el cambio. De resto, es ingenuidad.

Pedro Urruchurtu
Últimas entradas de Pedro Urruchurtu (ver todo)
(Visited 310 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras