La producción de la ideología bolivariana

ideología bolivariana

A efectos de la siguiente reflexión, se concibe a la ideología como un conjunto de creencias y representaciones que justifican la acción y sostienen la existencia. Las siguientes líneas constituyen una breve exploración en torno a la producción de la ideología bolivariana, colocando especial atención en los mecanismos para su divulgación así como en algunas de sus consecuencias.

Desde el hinduismo es posible comprender a la ideología como la ilusión que impide la totalidad. La dualidad cuerpo espíritu supone una escisión de este tipo, la cual en el occidente compone coincidencialmente uno de los pilares fundamentales para la existencia. La posición hindú en relación al modo de vida occidental permite ilustrar como el asunto ideológico resuena con las particularidades de la cultura que la produce, lo que acontece como una ilusión en Pekín puede que se considere real en Manaos. De tal manera surge una de las primeras cualidades en torno a la reflexión de la ideología, su definición no sólo ocupa una cuestión exclusivamente abstracta, su producción es de igual forma, un asunto material.

Una de las primeras características de la ideología bolivariana se encuentra en su flexibilidad. La ideología bolivariana toma como punto de partida la gesta independentista permitiéndole revivir el tiempo de los héroes y la lucha por la patria.  La lucha por la independencia reduce la diversidad a través de la lógica binaria del amigo o enemigo, cumple además la función de la deuda; quienes luchan merecen el elogio y el reconocimiento colectivo, o dicho de otro modo, los patriotas anteceden al venezolano. El segundo enclave ideológico se encuentra al inicio del siglo XX con la revolución rusa y el estado magnánimo. La vinculación al imaginario ruso manifiesta dos atributos importantes, reafirma la lógica del héroe a través de la liberación de europa durante la segunda guerra mundial y renueva la lucha contra el imperialismo actualizando el enemigo de España a Estados Unidos de América. La conjunción de ambas coordenadas expresa con total claridad a la guerra como el motor del bolivarianismo. En “revolución” Venezuela es un país en constante asedio imperial, paradójicamente, el pueblo guerrero, los hijos de Bolívar, necesitan militares que los protejan y les señalen la “verdadera” existencia.

A lo largo de diecisiete años el único sitio donde la “revolución” no ha perdido presencia es en la televisión, si algo define perfectamente al movimiento bolivariano actual es su liderato aéreo. Desde lo más alto, en un estudio con aire acondicionado y, en algunos casos, con una audiencia en vivo acrítica, dispuesta a reír y aplaudir, informan al pueblo sobre el acontecer nacional. El Noticiero de la patria, es la mejor expresión de la devaluación de la comunicación, la unidireccionalidad pasada por democracia participativa: no piense sobre el país, nosotros lo hacemos por usted, y mucho mejor. Política en el diván y Con el mazo dando, dirigidos por Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello respectivamente, siguen el mismo camino vertical y de distracción, la Industria cultural, propuesta por el marxismo del siglo XX, es voluntariamente aplicada por el bolivarianismo con el único fin de perpetuarse en el poder.

La “revolución” es como una agencia de publicidad que funciona con el erario nacional. La inversión en la generación de oro en eventos musicales (La ruta del casco, Suena Caracas). financiamiento para graffitis “contestatarios” (realizados a plena luz del día, transportados en camionetas de CORPOELEC), publicaciones “culturales” (Épale CCS) y espacios patrocinados (Tiuna el fuerte) les proporcionó de una gama  de expresiones y representaciones autóctonas para ser posteriormente usadas con fines políticos (Elías Jaua es un beta). Todas estas manifestaciones no son más que traducciones de prácticas y herramientas capitalistas impulsadas por el barril de petróleo las cuales cumplen asimismo una importante tarea distractora. Al representar al presidente comandante como un joven de barrio, que juega basket, que boxea, es DJ y rapea, el millenial poco a poco olvida el carácter militar del movimiento, se encuentra tan entretenido en reconocerse en el gobierno que olvida que en el mundo militar todos somos descartables.

Existe una asociación (Red de intelectuales en defensa de la humanidad) creada exclusivamente para el estudio de los mecanismos de opresión y su posterior aplicación a favor del gobierno bolivariano. No debe pasar desapercibido el uso de la generalización humanidad en la titulación de tal grupo. La humanidad cumple la función del discurso blando; similar a los derechos humanos, ponerse en contra de ella asoma, intelectualmente, un conflicto existencial. La Red es incapaz de generar algún tipo de pensamiento por su cuenta, existen sólo para brindar juicios, unos que no incomoden al gobierno que les paga sus publicaciones y financia sus viajes por la orbe. El intelectual bolivariano abandonó la búsqueda de la verdad por un puesto cómodo dentro de la burocracia clientelar, por un celular, un Chery o, actualmente, un puesto en una universidad fuera del país. Históricamente el intelectual de “izquierda” posee una posición privilegiada, una pequeña puerta trasera por donde escapar gateando frente al fracaso del movimiento que voluntariamente apoya. Tal es el caso de los extranjeros Noam Chomsky, Heinz Dieterich o venezolanos como Emiliano Terán y Michel Mujica. El problema para ellos es, y siempre será, la acción mal llevada de los otros, nunca la propia.

La ideología bolivariana se nutre de la necesidad y se fundamenta en la lógica del proceso. La libertad, similar a la patria, es débil y solicita la total protección del brazo armado. El proceso es esencial en medida que impide ver el estruendoso fracaso que supone la “revolución”, mientras enjuician con facilidad al capitalismo como un sistema destructivo, la construcción del socialismo es eterna, por lo cual aún estamos a tiempo para disfrutarlo. El ego del “revolucionario” es una de las cosas más delicadas que existen, la prematura muerte del presidente comandante lo exculpa de toda responsabilidad actual; del mantra hemos ganado 18 de 19 elecciones, muchos pasaron al si estuviera vivo esto no estaría pasando. La supresión ética es la consecuencia de la supresión individual en lo comunitario, la ideología bolivariana plantea lo mejor para todos sin escuchar a todos, impide la reflexión propia en torno a la existencia o el sentido. No en vano el comunista se coloca siempre delante del obrero: la masa debe ser guiada y tal es la labor heroica de la ideología bolivariana.

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