High-Rise: la sociedad es peor de lo que parece

High-Rise

Hay películas que aunque nos desagradan, nos dejan pensando. Es el caso de High-Rise, que con una trama convulsionada y una narración llena de simbolismos, nos deja reflexionando sobre lo absurda que puede ser a veces la sociedad moderna.

Si bien está ambientada en los años ’70, la trama se podría situar en cualquier otra época. Y lo mismo podemos decir del espacio, que es bastante indefinido. Más adelante descubriremos como espectadores que todo apunta a que nos hablan de la Inglaterra previa a Margaret Thatcher, pero en realidad lo importante es que nos fijemos en lo que ocurre en la Torre Elysium.

Se trata de un edificio innovador, diseñado por el arquitecto Royal, y que en realidad forma parte de un proyecto más ambicioso: un complejo de construcciones destinadas a revolucionar el estilo de vida de los que en él habitan.

No tardamos nada en darnos cuenta que la torre representa claramente las clases sociales. En los primeros pisos viven los trabajadores que apenas pueden mantenerse . Y luego a medida que subimos, las condiciones de vida van mejorando, hasta llegar al Pent House en el que viven el arquitecto y su esposa en pleno lujo.

El discurso podría parecernos en principio maniqueo, es decir propenso a idealizar al pobre y a satanizar al rico, pero pronto nos damos cuenta que en realidad nos plantea una situación en la que ningún grupo se organiza internamente ni se comunica con el otro. Eventualmente el enfrentamiento se hace inevitable. Y a partir de este punto se suscitan escenas de violencia, unas tras otras, en las que ningún personaje quedará exento de nuestro desprecio como espectadores.

Al comienzo, la propuesta del director de este largometraje, Ben Wheatley, es interesante. El tono es irreverente y hasta innovador. Y si bien empezamos a ver que se regodea en el caos y la agresión a través de las tramas y de su estética (lo más crudo de la historia es mostrado con una recurrente cámara lenta), el discurso termina molestando.

El segundo y el tercer acto repiten el mismo contenido, y el desenlace no termina de convencernos. La película es un poco una promesa fallida: demanda que el espectador se esfuerce en poner toda su atención al comienzo y que luego tenga paciencia cuando es redundante, para al final no cerrar con la misma fuerza con la que empezó.

Las actuaciones están a la altura de la intensidad de cada personaje. Destacan Jeremy Irons, como el arquitecto calculador e idealista; Tom Hiddleston, un protagonista un tanto apático que se limita a presenciar los hechos sin intervenir demasiado en ellos; y Luke Evans, que hace de Wilder, un hombre que se torna violento para ser fiel a sus ideales.

Como balance general, la premisa es muy interesante -está basada en una novela de J.G. Ballard-. Si bien la película no obtuvo las mejores críticas, se agradece porque plantea una tesis social, en medio de tantas otras cintas de superhéroes y comedias débiles, como lo son las que tienden a adueñarse de las carteleras de las salas de cine.

 

Sabrina Tortora
Últimas entradas de Sabrina Tortora (ver todo)
(Visited 199 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras