Por estas calles en la UCV

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El video de  los muchachos atemorizados en la UCV que se volvió viral, ha desatado una campaña de indignación, ira y molestia entre la colectividad. No es para menos al ver como el causante es otro muchacho igual de joven que se graba a sí mismo mientras les hace preguntas con el fin de demostrar quién es el que tiene el poder, además de notarse en su tono de voz y discurso el placer que le da el saberse dueño de la situación. Ciertamente esto refleja una descomposición social enorme, tomando en cuenta que violar la ley en sociedades modernas actuales es visto de  modo anómico; pero muy por el contrario en Venezuela es cada vez más común la violencia, haciéndonos retroceder poco a poco a un primitivismo que conlleva graves consecuencias para la ciudadanía.

Más allá de tratar de comprender las razones que tuvo el delincuente para actuar de la manera en que lo hizo, la verdadera pregunta importante es que luego,gracias a la actuación de otros estudiantes que buscaron ayuda en la seguridad, pudieron detenerlo (evitando que lo lincharan como se ha vuelto tan común en gran parte de Venezuela)¿Cómo es posible que solamente se le haya imputado un cargo menor como es el robo?, cuando en el video se nota que existen muchos delitos adicionales, como porte ilícito de arma ( de ser verdadera ) , o utilización de facsímil – una copia exacta de un objeto, en este caso de una pistola-en caso de ser falsa y flagrancia, por lo menos. Este caso al volverse de la opinión pública tan resonado que el Estado venezolano debió actuar de manera más contundente y efectiva en pro que la ciudadanía comience a tomar en cuenta y en serio a los cuerpos policiales a los cuales no se les puede achacar todas las culpas (alguna tienen),pero en gran parte debido a la inexistencia de políticas públicas efectivas en el control de la violencia, la desinstitucionalización formal, corrupción y la más grave: la impunidad.

Estamos viviendo en un momento particularmente difícil,en donde cada vez es más frecuente la justicia por mano propia ante hechos delictivos, anulando el rol del Estado como garante de seguridad y mediador entre todas las partes.Lo irónico es que coinciden en un punto que por sí solo ya es peligroso, que es la aceptación de la pena de muerte esté a manos del Estado (las OLP son un grupo de exterminio muy al estilo de los años 80 y 90 en Venezuela) o a manos de particulares como el linchamiento, lo que nos hace entender que la sociedad se fragmenta cada día más y los valores morales se disipan dando espacio a una comunidad más individualista.

Como dato curioso recordé a un personaje de una novela muy famosa en los años 90, de Ibsén Martínez y que los más jóvenes no recordarán:“El hombre de la etiqueta”al cual el propio Ibsén introdujo como un villano más, pero que extrañamente (en realidad no tiene nada de extraño) haya calado tan bien y obtenido una popularidad inmensa entre los tele espectadores. El propio Carlos Villamizar  quien le dio vida a Natalio Vega no podía creer los alcances que iba a tener este personaje que duraría  unos pocos capítulos pero que se extendió a causa del rating.

El hombre de la etiqueta nace a manos de Natalio Vegas, un policía incorruptible que tiene la idea de hacer el bien a costa de lo que sea y que tiene fe en las instituciones. Pero esto cambia cuando uno de sus hijos que es Fiscal del ministerio público (también incorruptible) es asesinado por sicariato, y con el agravante, que los culpables no pudieron ser procesados por una formalidad, haciendo que el comisario Vegas exteriorizara la parte más oscura de él y ajusticiara criminales que el sistema no toca por tener poder e influencias -haciendo además que se colocaran una etiqueta en el dedo gordo del pie que dijera “soy irrecuperable”. Lo cual no es difícil en un país hidráulico como este, en donde la justicia te llega por palancas.

Este personaje (y toda la novela Por estas calles) es sumamente interesante de analizar en el contexto de la Venezuela contemporánea, por las implicaciones sociológicas  que posee… En una sociedad tan azotada por la delincuencia, es muy fácil para el populista de turno ofrecer remedios inmediatistas para atacar a este flagelo, pero lo cierto que una sociedad se fascistizaen momentos donde se asumen las posturas radicales como las adecuadas reproduciendo  la necesidad de un líder mesiánico (militar) el cual ponga mano dura… ¿cuándo aprenderemos que las soluciones tienen que venir desde el colectivo? Pero no un colectivo idiotizado (usando la categoría griega).

No hay soluciones mágicas para esto que estamos viviendo, pero esperemos que el gobierno empiece a implementar políticas públicas eficientes a modo que el resto de la ciudadanía le interese participar, porque sinceramente ¿cómo le pides a una población que se ve atacada todos los días por la delincuencia, que no actúe por sus propias manos si los que deberían encargarse de eso no lo hacen y a veces los protegen?

Por estas calles la compasión ya no aparece…

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Guayoyo en Letras