La “política de altura” del “chavismo crítico”

El chavismo crítico. Fotografía ilustrativa. Oficialistas protestan en Caracas. 2015 (1)

Ingreso al portal de la emisora Éxitos para escuchar las entrevistas del día y ponerme a tono con la hemorragia de noticias que se producen en Venezuela segundo a segundo y encuentro un post con este título: “Política de altura en la coanimación”. En la imagen, el politólogo chavista Nicmer Evans, sonriente, de lentes. A su lado la siempre alegre Gladys Rodríguez, destacada periodista que tiene por costumbre, con gran acierto, ofrecerle al venezolano promedio una dieta informativa equilibrada y de interesante contenido.

Pero… ¿“política de altura” y Nicmer Evans? ¡Caramba! Está forzado.

No sé si es que porque acabo de terminar de leer “El impostor” (Random House, 2015) de Javier Cercas que me encuentro proclive a pensar que todos los chavistas que ahora dicen no ser maduristas y alegan que antes fueron chavistas porque estaba vivo el Caudillo y que (según ellos) eso sí era ser coherente con el socialismo, con Marx, con la igualdad, con la paz, (como si acaso Maduro no fuera una consecuencia de Chávez, una continuidad de Chávez en un tiempo ulterior, un tiempo de descomposición y de pobreza en todos los sentidos) son unos farsantes; por lo que Evans me parece igualmente uno más de esos grandes estafadores de la historia que pretenden redimirse de sus errores dando un paso al costado, doblándose para no quebrarse y que ahora, cuando todo es tan público, cuando el caos es tan evidente, intentan aparecer como críticos, como pensantes, como distintos, cuando no movieron un dedo para parecer críticos, pensantes y distintos cuando Chávez enterraba la democracia en una fosa común y prendía en fuego toda la institucionalidad democrática que costó construir con tanto sacrificio, con tantos deslices y con tantos tropiezos.

¿“Política de altura” y Nicmer Evans? No me suena. No tiene por qué sonarme, como no me suena que quienes fueron aduladores de Chávez en el pasado intenten acuñar la frase de que “con Chávez esto no estuviera pasando” como si el carisma del difunto y sus relaciones con el mundo hubiesen detenido que Cuba retomara las relaciones con Estados Unidos, que en Argentina los Kirchner no cayeran por un barranco, que en Brasil el lulismo no fuera destronado tan dramáticamente y que a Morales en Bolivia no lo sorprendieran con un arponazo a su pretensión de reelegirse indefinidamente como lo hizo en vida quien le ha dejado de legado a Venezuela una hambruna solo comparable con la de los campos de concentración del nazismo y del  comunismo. Chávez no iba a cambiar nada porque para ello eligió a Maduro y lo dejó continuando su obra, su desastre. De tal manera que con Chávez esto sí estuviera pasando.

Nicmer Evans y el grupo Marea Socialista han sido considerados por los medios de comunicación como los paladines de lo que hoy algunos programas de opinión llaman “chavismo crítico”. ¿Qué es el chavismo crítico? En primer lugar podemos decir que el “chavismo crítico” es, como lo dice su nombre, un movimiento o tendencia chavista, seguidora del difunto y su proyecto, de sus formas y su obra de gobierno. No puede existir un chavismo que no reivindique la obra de Chávez, por tanto, el “chavismo crítico” es defensor de los 17 años de proceso de transformación social que trajo consigo la Revolución Bolivariana. El “chavismo crítico” mitifica la irrupción de Chávez con los intentos de golpe de Estado de 1992 (como lo hicieron en su momento muchos venezolanos que colaboraron con el suicidio de la democracia, lo dice Juan Carlos Zapata en su libro “El Suicidio del poder”) y, aunque hoy subrayan constantemente que han criticado la corrupción chavista (Evans dice que él personalmente lo ha hecho desde 2007) y la ineficiencia del cambio del modelo económico, no fue sino hasta la llegada de Maduro al poder que se separaron formalmente del chavismo y se presentaron como una alternativa, o como un chavismo que no quiere pagar las consecuencias de los desaciertos chavistas.

En segundo lugar, el “chavismo crítico” es crítico en cuanto a la capacidad que tienen sus voceros, o los actores que los medios de comunicación han posicionado como voceros del “chavismo crítico”, para deslindarse de los errores de la Revolución Bolivariana y de la oposición formal al gobierno, evitando, o intentando evitar, las correspondientes responsabilidades políticas y éticas de haber acompañado un movimiento político que tanto daño ha hecho a Venezuela, según las cifras de desnutrición, escasez de alimentos, mortalidad infantil e inseguridad personal.

Frases de Evans: “Soy de oposición de izquierda”; “la oposición antes estaba secuestrada por la derecha”; “hoy nosotros tratamos de generar un espacio alternativo, es una oposición al gobierno de Maduro pero que no está con la Mesa de la Unidad Democrática”. Las expresiones le hacen coro al encantamiento de serpientes. Intentan presentar a Marea Socialista y al “chavismo crítico” como defensores exclusivos de la izquierda, negando la posibilidad de que exista una izquierda verdadera, o lo que el chavismo interpreta por izquierda verdadera (ellos mismos), en el seno de la MUD donde paradójicamente nadie se declara como representante de la derecha porque como observó Antonio Sánchez García, en Venezuela nadie se siente apto para defender su liberalidad, entonces todos son socialistas o progresistas o socialdemócratas o humanistas o eso tan difícil de cualificar y que en política sirve para resolver cualquier enredo como el “centro”.

¿“Política de altura” y “chavismo crítico”? Definitivamente no. Dar espacio a las corrientes que intentan redimirse de sus errores sin aceptar las responsabilidades de haber apoyado la destrucción de la institucionalidad democrática y del país en su conjunto, para que se presenten como “alternativa” de izquierda o progresistas en un intento de “coherencia ideológica” y alejen de la catástrofe exhibiendo sus cualidades críticas y reflexivas, es abrir las puertas a la ficción, a la mentira del Socialismo del Siglo XXI y a la prolongación de su efecto en Venezuela y que en unos años se hable de que el socialismo era posible sin Maduro o que el socialismo era posible si Chávez hubiese hecho esto y aquello y por tanto Maduro o el sucesor de Chávez no hubiese arrastrado a la sociedad al hambre y a la miseria, o si Chávez con un entorno más “coherente ideológicamente” (con más de actores del “chavismo crítico” en la toma de decisiones) hubiese logrado la igualdad, la paz y la prosperidad de la que tienen tantos años hablando en kilómetros de páginas los politólogos, sociólogos y filósofos de la izquierda que buscan practicar lo impracticable, o practicar lo que ha sido demostrado como impracticable. Por tanto, seguir dando largas a la ficción del “chavismo crítico” es sembrar semillas que en poco tiempo crecerán como el nuevo chavismo, el chavismo verdadero, el chavismo transparente y posible: el Podemos de España, por ejemplo.

Como dijo Cercas, la ficción salva y la realidad mata. Si los medios de comunicación siguen dando espacio a la “política de altura” del “chavismo crítico”, seguirán salvando a los personajes de la ficción, cuando en verdad, hay que dejar que hable la realidad.

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Guayoyo en Letras