“quien manda no es el rey, sino el pueblo a través de la opinión pública” Mercier de la Riviere
El Gobierno de la opinión pública

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Los tiempos que vivimos son espinosos para nuestras sociedades. Existimos en una compleja interacción con los otros, con el Estado y con los medios de comunicación social.

Particularmente, en nuestro país, Venezuela, es incluso más considerado. Frente a las exigencias de la comunicación del siglo 21, el ciudadano venezolano se tropieza con informaciones contradictorias, tanto del Estado, que es la primera autoridad, como de la sociedad política, que es la primera instancia frente al Estado.

El 1ero de septiembre hubo varias manifestaciones en Caracas, la ciudad capital. Mientras la oposición anuncio que habían acudido un millón de personas, el gobierno objetó esa aserción proveyendo una nueva al revelar que la concentración no hubo más de 30 mil personas. ¿A quién creerle?

Empecemos afirmando que la verdad está asociada a cada sujeto. La emancipación política, decía Ortega y Gasset, está ligada a la formación del sujeto, y esta alienación esta intrínsecamente vinculada a la información que recibe, digiere y procesa.  Por lo tanto, la interrogante si el ciudadano venezolano esta hoy emancipado o por el contrario es un subyugado es muy válida y goza de cuantiosa vigencia.

En los regímenes dictatoriales no hay Opinión Publica. Expone Sartori que está atada exclusivamente a sociedades democráticas. Por eso cuando se aplica una teoría comunicacional totalitaria (solo informa el Estado) la supuesta libertad individual no es absoluta, sino que resulta intencionadamente encaminada. Ahora si en un régimen, como en Venezuela, donde hay libertad de información, pero cuyos mecanismos de gobierno son totalitarios entonces hay contrariedades en la relación del sujeto con la información.

En Venezuela sobrevienen periódicos cerrados y periodistas presos. Esto incide directamente en la formación de la Opinión Publica. La fragilidad de las dictaduras les lleva a patrocinar inmediatamente medidas para defenderse de ella, concertando actuaciones restrictivas que inhiben a la población de formular sus preferencias auténticas con otras que intervienen los flujos de información que transitan en la sociedad. Los controles, manipulaciones y obstáculos que se pongan a la Opinión Pública repercutirán necesariamente en el desarrollo democrático de la sociedad.

Entre las varias teorías de la comunicación que observamos, hay dos que sobresalen: La Teoría  Post-Gramsciana de comunicación alternativa para el cambio social y la Teoría post liberal y clásica donde el manejo de la información lo hace un nuevo poder,“el otro poder”, que son los medios de comunicación.

Cuando desde el gobierno nos dicen que hubo en la marcha 30 mil personas, aplica la doctrina comunicacional basada en la creencia de una vinculación de parte de la población con la dominación colonial o imperial, social, militar, económica o política, iniciando una contra información que rompa ese vínculo o los separe de esa conexión. Entonces no se trata de informar verazmente, sino de romper un vínculo de dominación. Esta Teoría quiere destrozar esa conexión entre el ciudadano y la instancia organizativa (que sería la MUD, un organismo del señorío colonial), en cuanto lo considera el nacimiento de un neocolonialismo.

Haber mas amplía la definición como “la manipulación con cuya ayuda los dominadores políticos han de intentar poner al unísono las disposiciones de la población con la doctrina política y con la estructura política”.   Es la doctrina que la actual estructura gubernamental intenta manipular

Mientras la administración actual utiliza su vasta distribución de los medios, que, según la dimensión marxista, son transmisores de ideologías, la lógica Freudiana dice que estos crean Falsas Conciencias.  En otras palabras, el colectivo informado por el gobierno bolivariano carece de un criterio de realidad y posee una “verdad”, cuya noción es diferente a la de la realidad.

Para resumir una parte de la población venezolana recibe información desde la teoría post/marxista que busca el fin de la dominación y el cambio social pero esa comunicación la aleja de la verdad y de la realidad.

La teoría liberal también trasmite con intenciones. Hay que partir  que la Opinión Pública es condicionada, en esta doctrina, por los medios de comunicación.  CNN anunció que asistimos a la marcha más grande de Latinoamérica. Curiosamente las realidades, dependiendo de los intereses editoriales, pueden llegar a ser radicalmente diferentes. La libertad individual no es patrimonio de la cultura, decía Freud. Nuestra libertad no está sometida a la información que recibo de los medios de comunicación.

Las redes sociales son los nuevos actores en la interacción: Gobierno, Población y Opinión Publica. Ya no es desde el poder de la estructura gubernamental, o desde los medios de comunicación social, sino que el mismo ciudadano tiene en las redes sociales un poder para legitimar sus intereses frente a la sociedad.

En Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, YouTube entre otros, los consensos sociales son más abiertos y dinámicos y se pueden modelar desde distintas posiciones de poder.

Históricamente se ha priorizado el valor de la Opinión Publica: Protágoras hace referencia a “creencias de las mayorías”, Herodoto a la “opinión popular”, Demóstenes a la “voz pública de la patria”, Cicerón habla del “apoyo del pueblo” y Tito Libio de la “opinión unánime”. Maquiavelo la consagro  como “el Príncipe  debe aparecer ante los demás con la mejor imagen posible porque el vulgo se deja siempre coger por las apariencias”. Pero hoy ya no. La Opinión Publica no es fácil de engañar

Desde nuestra concepción, procura ser la expresión pública y razonada de las preocupaciones del pueblo ante la sociedad y el poder.

La Opinión Publica hace presiones al individuo. Y es el mismo sujeto que debe antes de integrarse a su comunidad, antes de obtener su simpatía y antes de evitar el aislamiento formar su propia opinión reflexiva. Los seres humanos deben ser capaces de expresar opiniones reflexionadas sobre los aspectos que le conciernen. Y así convertir la expresión pública en algo razonado ante la sociedad política y el poder.

Ignacio Contreras Casas
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