Una sociedad civil activa

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Después que el CNE suspendió indefinidamente la recolección de firmas para el referéndum revocatorio, las academias nacionales publicaron un comunicado para mostrar su postura ante la irregularidad, así como diferentes colegios de profesionales, quienes con el criterio propio de personas dedicas al conocimiento, denunciaron  una ruptura en el orden constitucional. Explicaron lo que políticos, abogados y periodistas han dicho por diferentes vías: Al existir un poder autónomo en materia electoral y una sala dedicada al tema en el TSJ, ningún tribunal penal puede suspender una elección popular. La medida llevada a cabo por Tibisay Lucena y las otras cuestionadas rectoras, les sugiere a intelectuales, académicos, profesionales y ciudadanos comunes, que el Gobierno Nacional, declaró una dictadura implícita. Esto lo han denunciado miembros de la Mesa de la Unidad ¿Entonces por qué nuevamente decidieron sentarse a conversar?

En estos dos últimos meses, luego de la “Toma de Caracas”, las decepciones sobre la MUD latentes en la población, se avivaron al salir a la luz, los cuestionados “pre diálogos”. Para muchos venezolanos, la actitud de algunos dirigentes opositores sobre esas conversaciones significó traición. Para gran parte de los electores que le dieron su voto a los actuales diputados opositores, la crisis amerita una postura firme, no solo retórica, sino respaldada por hechos concretos, que le permita a la mayoría que desea al chavismo fuera de Miraflores, confiar en los líderes políticos que hoy son cuestionados.

Para el famoso estratega político Juna José  Rendón, la MUD ha muerto y se necesita, la formación de una organización que incluya a partidos y a la sociedad civil, para que trabajen de manera coordinada, en las que parecen las últimas etapas de un gobierno moribundo, que exhibe los dientes con  la esperanza de sobrevivir.

La postura del analista es compartida por una gran cantidad de venezolanos, que no encuentran en la dirigencia política opositora una real representación. Para ellos es necesario el liderazgo de la sociedad civil, desligada del sucio mundo de la política, sí se quiere salir definitivamente de quienes nos gobiernan con tanta mediocridad, sin darse cuenta que ya una vez, hace apenas 14 años, los movimientos de calle estuvieron liderados por organizaciones sociales, que demostraron una ingenuidad política, que llevó a la muerte de decenas de personas y a una de las derrotas más importantes frente a Hugo Chávez.

La sociedad civil y la nueva concepción del poder

La sociedad civil puede ser definida de la siguiente manera: Un grupo de personas desligadas de instituciones públicas y de gobiernos, que se organizan para resolver un problema colectivo en conjunto. Esta definición podría ser utilizada para formular un concepto sobre los partidos políticos, sin embargo, existe dos diferencias fundamentales. Primero los últimos tienen la capacidad de ejercer poder político material y segundo, están conformadas por personas, que pese a sus errores, han hecho del dialogo y el conflicto dialectico, su profesión y carrera. Aunque la dinámica mundial, parece estar cambiando esa realidad.

Moisés Naim en su libro “El fin del poder” analiza como el poder ejercido por estructuras tradicionales, como los partidos políticos, se está escurriendo entre los dedos de quienes ante lo acaparaban para sí, distribuyéndose a otras estructuras, que el analista y escritor venezolano define como: “Micropoderes”. Estas nuevas figuras, solas no pueden enfrentarse a los macropoderes, pero al unirse como un grupo, pueden superar a los entes establecidos, gracias a su dinamismo y libertad de movimiento, lo que pone a quienes tomaban las decisiones en el mundo político, en una situación en donde el poder se les escapa de las manos, haciéndoseles imposible dominarlo, con tantos actores participando en su búsqueda y control.

Los diferentes gremios, asociaciones, centros de estudiantes, ONG, sindicatos, son micropoderes que si trabajan en conjunto, son una masa importante que desequilibra a cualquier gobierno, así mismo, cuando es movilizado en una misma ola, relega a los partidos políticos tradicionales, que dependen en última instancia, de la sociedad civil que supuestamente representan para existir. Al carecer de su apoyo, su poder se vuelve un espejismo, dejándolos como maquinarias inmovilizadas, referentes históricos de otras épocas, sin capacidad para hacer algo.

Una de las tendencias globales, es el quiebre con las tradiciones, llámense empresariales  políticas o religiosas, las personas tienen y quieren opciones mucho más diversas para representar las soluciones a su problemas de manera específica y concreta. Tal visión deja a un lado a las ideologías y los dogmas, las idealizaciones han sido vencidas por las acciones específicas, lo que hace más difícil capitalizar a masas que a diferencia del siglo pasado, deben ser comprendidas como grupos multiformes.

La sociedad civil hoy en día tiene la responsabilidad y la vigencia para ser decisiva en la democracia, sin embargo, ¿Cómo coordinarla? Se podría responder: “con una visión en común”. En el caso venezolano, esa visión es el fin del gobierno chavista, algo que no termina de dar respuesta al cuestionamiento ¿Qué figura representativa puede dirigir efectivamente todos los intereses?

En el año 2002, sucedió en Venezuela algo increíble, la sociedad civil fue liderada por dos sectores antagónicos, los trabajadores representados por la CTV y los empresarios, agrupados en Fedecamaras. Estos dos grupos, se levantaron como dirigentes nacionales, llevaron a cabo concentraciones, marchas, paros y lograron en su momento, sacar por dos días a Hugo Chávez de Miraflores. Sin embargo, en momentos críticos, como durante el vacío de poder en abril de ese año o en el último tramo del paro petrolero del 2003, no pudieron coordinarse al carecer de estructuras institucionales, a las cuales obedecer en momentos sin precedentes, dejándose llevar por poderes tras las sombras, que los dirigieron a los fracasos bien conocidos por la historia. Faltó la correcta mirada política, que se define principalmente en el debate públicos y privado.

Élites necesarias

Los micropoderes generalmente tienen mirada focalizadas, lo que no les permite la coordinación de esfuerzos en conjunto, al menos que alguna estructura, con un rango de visión amplio les guíe. Ese ente debe poseer los recursos dialecticos necesarios para plantear el camino en medio de la conflictividad perenne en la sociedad, así lograr solventar problemas específicos que se crean a diario, con el poder de todos, aplicado en consensos o acuerdos por parte de los involucrados. Aquí entran los políticos.

Con evidentes y alarmantes defectos, los partidos políticos hasta los momentos, tienen una función que solo ellos pueden cumplir, dirigir la conflictividad dentro de la dialéctica y las leyes,  esto quiere decir, llevar a la sociedad a encontrar acuerdos en beneficio de la colectividad, apoyados en las ideas y teorías, junto con las leyes del Estado.

La función del político, desvirtuada por la corrupción y los excesos de personalismos característicos de nuestra identidad nacional, deben ser comprendidos por la sociedad civil (juntas vecinales, sindicatos, gremios, academias, etc.), para que esta vele por su existencia y su restauración constante, para no ser juguete de intereses ajenos al bienestar de todos, ni seducida por fantasías ideológicas o mesías de plástico, que prometan convertir el agua en vino, y terminen dejando el Guaire llenó cuerpos flotantes en su caudal.

Un matrimonio llevadero

La política es el espacio para llevar los conflictos que implican el desarrollo y la evolución del ser humano, es en su arena donde se  deben traer los choques de intereses, entre los sectores empresariales y las agrupaciones sindicales, entre los ambientalistas y los grandes industriales, entre la sociedad de padres y los profesores, entre conservadores y reformistas. Fuera de ella, los conflictos se mantendrían, encontrándose en su defecto con la guerra y con la barbarie, algo que ha teñido de sangre nuestra bandera y mantenido en la miseria, a millones de venezolanos que no encuentran una salida verdadera a la marginalidad.

Es necesario que exista un reconocimiento por parte de los dirigentes partidistas, acerca de la naturaleza viva, multiforme y dinámica de la sociedad civil, para que no intente dirigirle con fantasías y mentiras, ya inaceptable para grupos conscientes de su poder. Así mismo, la sociedad civil debe reconocer, que pese a sus defectos, los partidos políticos son las estructuras actuales, con las que se puede trasladar la conflictividad, al terreno de la política,  al espacio de la democracia, para encontrar resoluciones a los problemas que no pararan de surgir, y a la confrontación  entre sectores, que como es natural en el ser humano, obedecen a intereses individuales o grupales.

Los enemigos de la libertad, cuestionaran siempre la incapacidad de resolver los problemas con inmediatez en democracia, intentaran hacer creer a los venezolanos, que los cambios están en las manos de grandes hombres, cuando el desarrollo implica la participación de ciudadanos, conscientes de su cuota de poder y de su responsabilidad, por mantener los espacios políticos y guardarse de la barbarie.

En este tiempo, cuando los barbaros de boina roja, se han atrincherado en el poder, creyéndose invencibles en sus murallas de instituciones corruptas y autoridades inmorales, la fuerza de la sociedad civil debe impulsar el camino hacia la restauración de la República, mientras los políticos preparan el espacio para la conflictividad, que heredaremos del desastre causado por Hugo Chávez Frías y sus ideas barbáricas, así podremos intentar matar las mentiras de un chavismo fundamentado en la marginalidad, para salir no iguales al pasado, sino verdaderamente democráticos, sanos de toda idolatría al hombre.

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Jorge Flores Riofrio
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