Mi deseo para Venezuela, un solo mandamiento

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Para mi Venezuela sólo pido el cumplimiento de un  mandamiento: “Amar al prójimo como a ti mismo” porque de cumplirse, todos los demás mandamientos quedarían cubiertos y quiero que lo revises conmigo a través de estas dos consideraciones:

  • Si amas al prójimo sobre lo que te amas a ti es sumisión, dependencia, anulación, y de esto he visto bastante en mi país, donde se siguen doctrinas independientemente de la carencia de bienestar que han causado en los hogares venezolanos.
  • Si te amas a ti por encima del prójimo es ego, dominación, egoísmo. Vaya que esto no solo ha abundado sino que ha sido el detonante principal de nuestra situación, donde “Los líderes” de lado y lado han buscado su beneficio personal sobre el colectivo.

Desde el amor propio sin el amor a otro queda justificada cualquier barbarie porque el centro es complacer tus deseos e intereses y, poco te importa a quienes te lleves a tu paso, el dolor que puedas ocasionar; de igual forma, desde el amor al otro por encima del tuyo quedas relegado a un rol de victima, de aceptación pasiva ante cualquier desprecio, anulación y agresión en menoscabo de tu valor personal.

Este juego de roles en la vida lleva a que muchas veces coincidan personas que se aman a si mismas con personas que aman solo al otro y desde allí se generan las relaciones más tóxicas y nocivas que no solo abarcan parejas o grupos de personas sino que llegan a alcanzar naciones dando como resultado grupos élites dominantes y masas que actúan como borregos simplemente por fe y amor a lo que los otros transmiten, independientemente que no les cause bienestar, solo por conseguir la aceptación de los dominadores.

Sin embargo, cuando este mandamiento doble se cumple, lleva en si la semilla del amor verdadero, aquel donde eres capaz de amarte y respetarte y hacer lo mismo con el otro, donde no te dañes tu pero tampoco dañes al otro y por lo tanto no hay venganza, no hay egoísmo, no hay muerte, no hay humillaciones… donde entiendo que mi libertad termina donde comienza la del otro, que la prosperidad y el bienestar solo serán tales en la medida en que sean compartidos, que puede que te topes en la vida con gente con quienes no puedas conectar y puedas alejarte sin hacerles daño porque están en su derecho de ser diferentes y no conectar contigo.

Que lástima que este mandamiento no haya calado en nuestra alma, que diferente sería el mundo si lo entendiéramos y, más que entenderlo lo transformáramos en nuestra forma de vivir, donde cada quien se ame con locura pero sin ego, solo reconociendo el milagro que cada quien es, a la par que ama al otro y reconoce el milagro de la vida del otro, que no podemos ser felices a costa de la infelicidad de los demás.

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Liliana Castiglione
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