Heroínas

Hablar de heroínas en nuestra historia, es frecuente. Reconocer a Luisa Cáceres de Arismendi, a Teresa de la Parra, Teresa Carreño o a Sofía Imber es prácticamente un lugar común. Se aplaude sus extraordinarias trayectorias, erigimos monumentos, edificios y plazas y así damos por saldada la cuenta.

La verdad es que a lo largo y ancho de la historia, la lucha de la mujer venezolana por sus derechos ha sido permanente, obteniendo grandes logros. Sin embargo, en medio de esta terrible y agobiante crisis económica y social hace falta rendir un homenaje general a la mujer, madre –y muchas veces padre- y emprendedora que no deja de luchar en estas terribles condiciones.

La gran tragedia social venezolana comienza en la mujer, en la niña que se hace madre -y viuda- antes de tiempo y no tiene ninguna protección por parte del Estado. Hoy, Venezuela luce invicta en ser la nación con el mayor índice de embarazo precoz de toda américa latina y no de los más altos del mundo. Esta tragedia social genera complicaciones de distinta índole, aunado a la penosa situación de hambre y miseria que se respira hoy en los sectores populares.

Zoraida Rengifo es una de estas heroínas sin homenaje. Ninguna avenida, ni bulevar, lleva su nombre. Llegó de Apure muy joven a Caracas y se radicó en el sector Los Telares de Caricuao, donde aún vive. Levantó a sus hijos con su máquina de coser y ha tenido que sufrir los embates de esta tragedia como casi todas las madres que habitan en nuestros sectores populares. Por sus nietos, hace milagros para rendir como puede su mercadito y así puedan alimentarse.

Hace unos meses, en medio de una balacera en plena Avenida Sucre de Catia, su nieta de nueve años recibió un balazo que le atravesó su pierna izquierda. No hubo sitio que esta guerrera no visitara para conseguir los insumos médicos para que su nieta se salvara. Lo logró. Nadie la aplaudió, pero,  ella se hizo más fuerte sacando a su niña sana y salva de un precario y mal atendido hospital de Caracas.

Sin embargo, el destino le jugó mal. Hace dos semanas, su nieto de 13 años comenzó a presentar un cuadro de fiebre alta, sin medicinas, optó por llevarlo a un hospital. Los médicos no daban con el virus que luego se complicó con neumonía. Pasó casi 10 días para conseguir un antibiótico y cuando lo pudo hallar, fue tarde. Le vinieron 4 infartos a aquella pobre criatura, pasando al cuadro de víctimas producto de la escasez de medicamentos que padece el país petrolero de América Latina.

Cuando la llamo, fue ella la que me dio ánimo, su espíritu de lucha en medio de su inmenso dolor, me hizo retratarla como la heroína caraqueña del siglo XXI. Esa es la mujer venezolana, con una fuerza inquebrantable que se mantiene a pesar de la tragedia impuesta por un grupo de burócratas sin ética que mantienen en tensión y en un inmenso dolor a las madres de nuestra tierra.

Son muchas las Zoraida que merecen un aplauso, están en cada rincón de Venezuela, están presentes en todas las clases sociales y son el muro de resistencia de una sociedad que no renuncia ni se rinde ante la adversidad. Es la gente educada y luchadora que son una inmensa mayoría y que, créanme, son la energía que sacará a Venezuela de esta tragedia histórica. Un aplauso –de pie- a las guerreras de la crisis, a las refundadoras de la República.  Muy pronto, veremos un nuevo amanecer y un justo homenaje, para todas, podrá reivindicar los esfuerzos realizados durante esta penosa y bochornosa adversidad.   

Antonio Ecarri Angola
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