Dinero y Mercado, el lado tabú del desarrollo

Lo económico, además de polémico, es un tema tabú. Muchos ven a la economía, el mercadeo y al dinero como algo destructivo. Y lo cierto es que solo es una herramienta como cualquier otra que hemos inventado para organizarnos, y entre sus bondades encontramos el intercambio de bienes y servicios de una manera expedita, logrando así movernos más rápido hacia el desarrollo.

Debemos entender que el dinero, al igual que cualquier otra herramienta, solo es ejecutado por el hombre. El mercadeo es un ejemplo de ello: promocionando productos y servicios podemos dar a conocer muchas cosas, pero está de nuestra parte que sean con un fin legítimo y positivo. 

El año pasado asistí a un conversatorio, a propósito del Día del Libro. Sus cinco ponentes comenzaron la discusión hablando de la casualidad en las fechas de las desapariciones físicas de Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega, por lo que se decidió en 1926 que se celebrara todos los 23 de abril el Día del libro. Pero fueron los siguientes temas los que llamaron mi atención: Todos los ponentes, en cuanto a la profesión de escritor, estaban de acuerdo en asegurar que el camino literario es uno destinado al fracaso, porque según ellos, los bestseller no se pueden considerar literatura —excepto quizás unos pocos números—. Es decir, que lo comercial y lo literario no podían ir de la mano, pues según su teoría, son dos fines totalmente opuestos. Pero luego aseguraron que un libro que no se lee no existe, y allí mi confusión creció más aún. ¿Cómo hacer que un libro exista, es decir, que la gente lo lea, si no se da a conocer? De ese conversatorio salí más motivado aún a demostrar que lo comercial se puede combinar con cualquier cosa. Un excelente trabajo literario puede llegar a estar entre los libros más vendidos, si se hace un buen trabajo como escritor y una campaña creativa.

Un ejemplo que muestra que el mercadeo no solo va ligado a lo lucrativo sino también a transmitir información a las masas, es el puente General Rafael Urdaneta, conocido como el Puente sobre el Lago de Maracaibo. A los marabinos, desde que estamos en la barriga de mamá nos dicen lo maravilloso que es el Puente. Nacemos sabiendo que mide 8.6 kilómetros, que es el más largo del mundo hecho de concreto armado, que es uno de los más largo de Latinoamérica, que en el año 1962 fue su inauguración y dos años más tarde un buque se estrelló contra una de sus pilas. Además, una tradicional gaita zuliana nos cuenta que al cruzarlo mientras volvemos al terruño se nos nubla la mente y se nos hace un nudo en la garganta. De tanta promoción, no hay persona de la ciudad que no sienta admiración por el coloso que nos da la bienvenida al entrar a Maracaibo. Sin los cuentos que pasan de generación en generación y sin las gaitas, solo sería un puente más, pero gracias al mercadeo es el Coloso de Maracaibo. 

Un ejemplo, pero donde el mercadeo apunta hacia el lucro, es el siguiente: en Venezuela se lleva a cabo el rally náutico internacional más largo del mundo, a través de diferentes ríos que incluye uno de los más caudalosos del planeta: El Orinoco. Este evento, que este año cumple 44 años, está teniendo cada vez más problemas para realizarse, debido a la falta de incentivos económicos. Con propiedad puedo decirles que es una experiencia increíble realizar todo el recorrido, pero también es una realidad el alto costo que conlleva, y al no haber patrocinios, ni una buena audiencia con quien intercambiar los bienes y servicios, el costo lo asumen en su totalidad los participantes, convirtiéndose en un pasatiempo o diversión muy costosa, un lujo que con el paso del tiempo se reserva a unos pocos. Pero si hacemos del evento un intercambio comercial logrando juntar a una importante audiencia ávidos de entretenimiento, competidores brindando un buen espectáculo y a los locales ofreciendo bienes y servicios, haríamos del Rally un verdadero espectáculo que beneficiaría a todos, incluyendo el medio ambiente.

De la misma forma podemos hablar de la tecnología. Existen inventos que carecen de diseño, funcionalidad y aplicación práctica en los que sus creadores invierten fortunas para hacerlos llegar al público. Luego, al no ser de real utilidad, desaparecen casi sin dejar huella. Hay otros casos donde los inventos son geniales, muy bien diseñados y llegan para solucionar problemas y resolver necesidades, pero los responsables del bien o servicio no realizan una buena promoción, así que el invento desaparece porque el gran público ni siquiera llega a escuchar de ellos. Es por eso que es tan importante para el desarrollo de nuevas tecnologías hacer un equilibrio entre el producto o servicio y su promoción o mercadeo. Porque al igual que un libro que no se lee no existe, una tecnología que no se usa, desaparece. 

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