La rebelión del Rupununi

Da gusto enterarse que en medio de los avatares de la cotidianidad política y económica, iniciativas editoriales salen a la luz para ofrecer nuevas miradas a fenómenos o acontecimientos que parecen dilucidados, pero que en realidad tienen mucha tela que cortar. En estos días cuando el tema de la reclamación venezolana por el territorio Esequibo, solo es objeto de atención para un segmento de la población venezolana, vemos con beneplácito la publicación del libro Del Acuerdo de Ginebra a la Rebelión del Rupununi. Tres años del proceso de recuperación de la Guayana Esequiba (1966-1969), bajo el sello editorial de la Academia Nacional de la Historia y escrito por el abogado e historiador, Guillermo Guzmán Mirabal. No conforme con estas señas, la obra cuenta con palabras introductorias de Edgardo Mondolfi Gudat, numerario de la Academia.

El libro es el resultado de una exhaustiva investigación de postgrado que el autor tuvo a bien defender con éxito, en la Universidad Católica Andrés Bello. Y justamente, el aspecto que más impresionó al jurado evaluador, fue el empleo sistemático del archivo particular del ex canciller Ignacio Iribarren Borges, quien desempeño tan delicadas funciones durante el gobierno de Raúl Leoni (1964-1969). He ahí el aporte de Guzmán Mirabal, dado que los valiosos documentos resguardados en el mencionado archivo, no están disponibles al público, pero sí muy bien conservados por el celo de los descendientes de finado diplomático.

Llama poderosamente la atención, como a pesar del discurso tendencioso del actual régimen que insiste en acusar una y otra vez a los gobiernos civiles establecidos a partir de 1959, de modo particular los satanizados presidentes Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, como “procónsules del imperialismo”, fue bajo sus gestiones cuando el Estado venezolano asumió una firme y sosegada postura en los organismos internacionales, para denunciar  el despojo territorial fraguado contra Venezuela en el Laudo de París de 1899.

Sin poses histriónicas, ni arrebatos pendencieros que contraviniesen las rigurosas normas del protocolo diplomático, los representantes venezolanos, que Guzmán Mirabal rescata uno a uno para la corta memoria colectiva, invitaron al gobierno de la Gran Bretaña, a “sentarse en una mesa a discutir amistosamente lo sucedido con la reclamación venezolana”. Digna lección que hoy por hoy adquiere infinito valor ciudadano. Fruto de esa paciente y profesional labor, fue la firma del Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, entre Venezuela y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

De seguidas, Guzmán Mirabal, se adentra con mucho tino a relatar los pormenores de la gestión venezolana, en favor de un arreglo definitivo y por medios pacíficos de la controversia limítrofe. El autor ilustra al lector, al ofrecerle abundante información en torno a la situación reinante en la Guayana Británica, para el momento en que ésta se zafa del dominio colonial de S.M.B.

Y más adelante en sendos capítulos, nos revela “las vías de hecho” al que se vio obligado a recurrir el gobierno de Leoni, dada la postura insincera del nuevo gobierno independiente de Guyana, bajo la jefatura del Primer Ministro, Forbes Burnham. Al respecto, Guzmán Mirabal, sustentado el archivo de Iribarren Borges señala: “En enero de 1967, la Cancillería venezolana advierte que el país debe asumir una posición más contundente con respecto a la disputa sobre la Guayana Esequiba (…) si Venezuela está verdaderamente decidida a recuperar el territorio del Esequibo, tiene necesariamente que iniciar los preparativos para ocuparlo por la fuerza” (p. 99).

La rebelión del Rupununi, representó en opinión Guzmán Mirabal, el medio extraordinario para “obligar a Guyana a tomar una decisión definitiva sobre el territorio en disputa, para beneficio de los intereses venezolanos” (p. 197). No es dable afirmar que tal acción, fue una maniobra desesperada del gobierno de Leoni, por el contrario, el autor no duda en afirmar que para entonces la política exterior de Venezuela, tenía mucha “claridad en los objetivos trazados” y a tal efecto, abordó la recuperación territorial, “desde todos los ángulos posibles”, incluida la acción armada.

Para Guzmán Mirabal, la rebelión del Rupununi, fue la mayor oportunidad que tuvo el Estado venezolano en pro de recuperar el Esequibo, puesto que las circunstancias eran las óptimas para iniciar la ofensiva. Las causas de la derrota, son expuestas con mucha mesura por el historiador, dejando al lector llegar a sus propias conclusiones, sobre la base de la documentación de primera mano que cita in extenso el autor y así ofrecer una panorámica bastante completa de aquel memorable acontecimiento.

Valioso aporte el que nos brinda la Academia con este libro que llega en momento oportuno, vista la encrucijada en que nos encontramos.

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