¿Cómo vencer el miedo?

Hace unos días les pregunté a través de mi cuenta de Instagram: Si sabemos que la mejor manera de cambiar las cosas es actuando, ¿por qué nos cuesta tanto? Los comentarios en respuesta apuntaban a varios motivos: por prejuicios, miedos y por falta de seguridad. Y yo agregaría que cuando se trata de dar el primer paso, el miedo es aún peor.

Para tener una opinión más certera sobre esta inquietud, me reuní con el empresario que logró transformar la calle Carabobo —ubicada en el centro de Maracaibo—, de ser un lugar donde reinaba la oscuridad y el desorden, en uno donde se proyecta la cultura y el orgullo marabino, hoy ícono de la ciudad y uno de los sitios turísticos por excelencia para todo visitante.

Nos cuenta el cineasta zuliano Augusto Pradelli que hace unos diez años por esta calle se aglomeraban indigentes, y era común tropezarse con excremento humano. Para ese entonces, la familia Pradelli tenía un pequeño hotel en la calle, y Augusto sentía la necesidad, no solo de transformarla, sino de devolverle el valor histórico a la maltratada calle Carabobo.

Iniciaron con una venta de artesanía, luego con un sitio de proyección de videos y finalmente con la sede de un grupo de teatro, pero para frustración de Augusto, ninguno tuvo éxito.

Sin darse por vencido, de tanto pensar en una alternativa, llegó a la idea de unir todas esas artes en un solo concepto cuyo principal objetivo fuera el entretenimiento, pero que de fondo estuviera la socialización y culturización de la comunidad. Así nació el proyecto Caribe Concert. 

Para llevarlo a cabo, tuvo que convencer al vecindario y a su propia familia quienes lo llamaban, según nos contó el mismo, “el loco de la familia”. Pero su pasión, convicción y energía eran tales, que poco a poco las personas comenzaron a creer en él, atrayendo cada vez más adeptos al proyecto.

Muchas fueron las dudas y miedos cuando Caribe Concert estaba solo en su mente, pero a medida en que el equipo —conformado por la comunidad y su familia— accionaron, esas dudas fueron disipadas: tras la apertura al público del centro de entretenimiento familiar, muchas personas de la ciudad comenzaron a frecuentar la calle Carabobo, alejando a los indigentes, motivando a mantener limpia la calle y obligando a las autoridades a voltear la mirada hacía esa zona olvidada, brindando vigilancia y patrullaje permanente. 

Doce años duró la transformación de Caribe Concert, y el resultado no podría ser más asombroso. Hoy es un negocio próspero que unió el objetivo financiero con el social, que logró devolverle el brillo de antes a una zona cosmopolita e histórica, y así se crearon también nuevas fuentes de ingresos en la comunidad. 

En cuanto al teatro se refiere, Caribe Concert representa hoy por hoy una escuela para muchos artistas, donde mezclan su arte con la atención al cliente, al transformarse previamente en personajes emblemáticos de la ciudad o alguno de los creados por el propio Augusto. Muchos actores que se iniciaron en “Caribe”, están en la actualidad haciendo tablas o presentándose en los estudios de televisión de República Dominicana o Panamá. “Queremos que nuestro concepto llego a todo el mundo, y la mejor manera es con nuestros embajadores” opina Pradelli con orgullo. 

Tras analizar los resultados obtenidos le pregunté a Augusto cómo hizo para superar los miedos, para seguir adelante ante los fracasos. Me contestó que los miedos existen, pero no podemos permanecer a su sombra ni permitir que nos frenen: “es la fe infinita en uno mismo lo que hace que no nos detengamos. Encuentra tu pasión, y sin importar los miedos, conocerás la verdadera suerte, esa que construyes día a día a lo largo de los años” finalizó Augusto. 

 

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