Lo que ocurrió es solo una pequeña parte de una larga historia que sigue en desarrollo
Editorial #351 – «De madrugada»

Algo que hemos aprendido en Venezuela es que a pesar de que las cosas estén muy mal, siempre se pueden poner peor. Lo aprendimos pagando los costos de vivir una vida miserable en un país de mentira.

Sin embargo, a pesar de eso, las actuaciones del gobierno aún sorprenden a muchos. Parece que no terminan de entender la naturaleza de quienes hoy ostentan el poder y, por lo tanto, lo que están dispuestos a hacer para no perderlo.

Es imposible no volver al 2014, cuando un sector de la oposición, advirtiendo que esto iba a pasar, convocó a los venezolanos a asumir el destino del país antes de que fuera más tarde. A ese llamado, otro sector opositor se opuso calificándolo de “radical” y “apresurado”. Con el paso de los meses, y el dramático empeoramiento de la situación en el país, cada vez son más los que entienden la impaciencia de los “radicales”.

Para lo único que puede servir hoy mirar atrás es para no volver a cometer los errores del pasado. Es tanto lo que hemos perdido en el país que no podemos darnos el lujo de seguir escuchando voces que solo buscan darle más tiempo a esta tragedia que lleva ya casi 20 años. Hoy Venezuela exige la unión de todos con un solo propósito: la recuperación de la democracia.

El golpe de Estado perpetrado por el Tribunal Supremo de Justicia la madrugada del último miércoles, en el que asumía las funciones de la Asamblea Nacional, conmocionó al mundo y generó un inmediato rechazo. Fue tanta la presión internacional que poco después, también en horas de la madrugada del sábado, el TSJ retrocedía en su decisión con la publicación de dos nuevas sentencias aclaratorias “a pedido” del Consejo de Seguridad y de Maduro, quien aducía que se había enterado de las sentencias del TSJ y de la posición de la Fiscal General “por televisión”.

A ese llamado se había sumado incluso, causando gran impacto, la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, importante figura del chavismo, denunciando la “ruptura del orden constitucional”, poniendo en evidencia que las fisuras internas en el oficialismo son más profundas de lo que se percibe.

Es tanto lo que está mal que es imposible resumirlo en pocas líneas. Lo que ocurrió la semana pasada es solo una pequeña parte de una larga historia que sigue en pleno desarrollo. Lo que tenemos que tener claro es que el proyecto chavista tiene como único objetivo aferrarse al poder. Y que cualquier marcha atrás que dé, obligado por las circunstancias, solo será para tomar mayor impulso y seguir adelante con su único afán: el poder por el poder.   

Lo seguirán buscando así como quienes hacen lo malo, así como quienes tienen mucho que esconder.

De madrugada.

Miguel Velarde
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