Venezuela no volverá a ser la misma

Escribo este artículo mientras en Venezuela ocurre una vorágine de hechos políticos de todo tenor, que conmocionan hasta al más escéptico. Pero la cadena de acontecimientos que estamos viendo en tiempo real, tanto por los medios de comunicación clásicos como por las redes sociales, impone también un poco de madurez para intentar enfriar la cabeza y los pensamientos en el congelador.

No pretendo hacer un análisis de los motivos que nos trajeron a este punto de la historia contemporánea. De eso encontrarán muchos en las redes durante los próximos días, con argumentos o sin ellos. Hoy quiero resaltar un aspecto fundamental que sin duda es la clave de la salida a esta crisis: la fuerza civil.

Por primera vez en años, los ciudadanos  —con la presión ejercida en las calles—marcan su propio camino y hacen sus propuestas para solucionar la crisis que agobia Venezuela. Esta es la realidad con la que se toparon los líderes políticos actuales, superados en número y en capacidad de movilización por un pueblo que sabe lo que quiere y cuándo lo quiere. Los líderes han tenido que plegarse a las exigencias de la sociedad civil organizada, y paralelamente también cambiar sus propuestas sobre la marcha para tener el apoyo de los conciudadanos.

El político que quiera sobrevivir en la nueva Venezuela ha debido dejar de pensar en tiempos electorales, soñando con comicios que posiblemente no podrían producirse de seguir la senda en la que estamos los venezolanos. Estoy convencido de que en realidad, ya ni los ciudadanos de a pie piensan en cuándo elegirán nuevo alcalde o gobernador o presidente, sino que tienen en el horizonte la exigencia de cambios de fondo que empiezan por la recuperación de la calidad de vida que perdió. Si eso implica cambios en el gobierno como punto de partida, pues por ahí se empieza.

En la Latinoamérica de los años 2030 que describo en “El Daerin” quise plasmar cómo nuestra región conducía por la autopista del desarrollo sostenido, gracias a que éramos los ciudadanos latinoamericanos los protagonistas del progreso mancomunado. Hoy ya empezamos a vislumbrar el comienzo de esta nueva era, al ver que el poder soberano —que en una democracia recae sobre el Pueblo— no se lo da un gobierno, sino la misma ciudadanía a medida en que lo exige, convirtiéndose en la protagonista de sus propias soluciones.

No hay nada escrito sobre cuál es el camino seguro; estamos pariendo nuestra particular historia. Estoy seguro de que se hablará durante años sobre los días que hoy vivimos, y de cómo logramos salir de la oscuridad sin más fuerzas que la convicción general, la paciencia y la persistencia. Que así sea.

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