Licencia para opinar

Podemos afirmar que el hombre encierra una honda aspiración a la verdad, ya que nadie, en su sano juicio, desea vivir en el engaño ni en el error. El hombre que busca su propia realización, así como la sociedad que tiende al desarrollo, aspira a bienes verdaderos, no a un simulacro apaciguador.

Por esta razón, lo primero que se exige de quien obra es que conozca lo verdadero. Quien ignora cómo son y están verdaderamente las cosas no puede obrar bien, pues el bien es lo que está conforme con la realidad. Más aún, la dignidad propia del hombre se halla estrechamente vinculada a la verdad. El pensar en la verdad y el vivir en la verdad son sus componentes indispensables y esenciales.

En vista de lo anterior, deberíamos sentirnos muy afortunados de vivir en la era de la información. Nunca tantos hombres han tenido acceso a ingentes cantidades de información y de conocimiento, que fluyen de manera rápida y están omnipresente. Por esta misma razón, quienes toman decisiones, nunca en la historia han trabajado en mejores condiciones. De la misma manera, la opinión pública dispone de una gran cantidad de elementos críticos para poder juzgar a sus dirigentes y orientarse hacia la verdad. En otras palabras, los que actúan tienen mejores medios para saber sobre qué datos apoyar su acción, y los que experimentan esa acción están mucho mejor informados sobre lo que hacen los que actúan.

En el caso venezolano, podemos afirmar que disfrutamos de acceso a gran cantidad de información “instantánea” gracias a las redes sociales, lo cual nos ha ayudado a sortear las dificultades asociadas a la significativa perdida de libertad de expresión, entre muchas otras, que hemos vivido durante los últimos años bajo el régimen chavista, evidente en la censura y cierre de canales de radio y televisión. Podemos decir que, nos hemos “adaptado” a nuestra nueva realidad, y a pesar de todo, estamos más y mejor informados que en cualquier momento anterior de nuestra historia.

Estos medios nos han servido por un lado para documentar y denunciar los desmanes de la tiranía chavista, así como por otro, nos han permitido expresar nuestro apoyo y rechazo a la dirigencia política de oposición. Aplaudir sus aciertos y criticar sus fracasos. Y en ese sentido, hemos podido observar la furia con que son atacados lo dirigentes de oposición, y peor aún, la soberbia con la que se refieren, un grupo importante de “nuestros” políticos, intelectuales e influencers, hacia los ciudadanos que también adversan al régimen, pero piensan diferente al estamento político, ya sea cuestionando decisiones o criticando faltas graves del liderazgo opositor, como, por ejemplo, el hecho visible y notorio que no tengan una estrategia clara y definida para confrontar y vencer a la tiranía chavista lo antes posible.

La situación ha sido tan irregular, que hemos podido observar a los “nuestros” referirse a los ciudadanos opositores críticos como “analfabetas” políticos, en otros casos catalogar de indigno de atención al que tenga un número reducido de seguidores en sus redes sociales, y hasta tildar de divisionistas o tarifados que benefician al régimen a los que hacen críticas a las decisiones de la “unidad”, como las de ir a unas elecciones regionales, que la mayoría entiende que en nada ayudan a solucionar los problemas de la población. Más preocupante aún, hemos presenciado a algunos dirigentes que piden “disciplina”, de manera tal que parece más una “orden” a silenciar, a la no crítica, lo cual resulta contraproducente, cuando el principal argumento de los líderes opositores es que hay que proteger los espacios democráticos, mientras con su actitud menosprecian elementos claves de la democracia, como lo son la libertad de expresión y el respeto a los ciudadanos.

Los políticos de oposición deben entender que, la molestia de los ciudadanos se debe a que estos parecen haber olvidado o hacen de “oídos sordos” al clamor popular, que pide desesperadamente salir de esta tiranía -lo antes posible- para recuperar su dignidad y libertad como personas. Cuando el dirigente de oposición insulta a los ciudadanos “por su falta de conocimiento político”, como refiriéndose a un requerimiento para opinar, está olvidando que nuestra licencia para opinar se fundamenta en el hecho de ser ciudadanos, es decir, seres libres y pensantes, con derechos políticos, entre ellos el de la libre expresión; y más aún, aunque les cueste creerlo, al hecho que los ciudadanos tenemos mucho más sentido común que muchos de los políticos que nos dirigen, dadas nuestras vivencias y necesidades, así como nuestro conocimiento y acceso a información, que hoy en día son mayores y más completos.

Pierde tiempo el político al jactarse de su experiencia y conocimiento porque llevan años en “esto”, “la política”, porque ellos sí patean calle; si, por un lado, no discute, no debate, ni se pone de acuerdo con sus pares en planes estratégicos de lucha política o por el otro, no escucha las necesidades y críticas de los ciudadanos. No se dan cuenta muchos de estos políticos que, con este desprecio a la ciudadanía se desprestigian como líderes, ya que no se puede liderar a quien se desprecia.

Los dirigentes de oposición y los que apoyan la unidad por encima de todo, deben entender que los ciudadanos desencantados con la mayoría del estamento político les pedimos rectificación, sean humildes, escuchen por el bien y el futuro del país. Les pedimos que actúen con sensatez y buen juicio. No se engañen, ni persistan en el error. Vean la realidad tal como es, estamos frente a una tiranía que deviene en totalitarismo, el tiempo la ayuda, por lo que la lucha política, la resistencia civil debe ser de todos los días, pero organizada, planificada, coherente y consistente. Escuchen por favor, no imiten lo que se supone que adversan, sino en un futuro, más temprano que tarde, Dios y la patria se los demandará, y en su conciencia pesarán todas las calamidades adicionales que podamos sufrir los venezolanos por no salir de esta tiranía a tiempo.

Hugo Bravo
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