El Default como herramienta electoral chavista

El periodo transcurrido entre los años 2005 y 2010 representó los años de mayor popularidad del difunto presidente Chávez. Era difícil manifestarle a alguien con poco conocimiento de economía, lo mal que el comandante manejaba la política económica del gobierno. Cada vez que se le mencionaba a algún simpatizante del chavismo sobre las malas decisiones tomadas por el gobierno en materia económica, siempre daban respuesta como esta “imposible que estemos tan mal así como dices, analiza como la industria automotriz creció, las ventas de celulares aumentaron, los centros comerciales llenos” y eso era hasta cierto punto una realidad. Pero lo trascendental era la ficción creada por el gobierno de manera intencional, para generar un clientelismo electoral y de esta manera instaurar el modelo cubano propuesto por los castro.

El gobierno de Chávez derrochó, prestó, donó, y negoció con el objetivo de crear una sensación de bienestar falsa, que por supuesto le brindó un enorme apoyo popular, pero obviamente era extremadamente nocivo para el país. Era la época de los cupos CADIVI, los precios del barril del petróleo por encima de los 100 dólares, el grueso del financiamiento Chino y Ruso, el ingresó de dólares por la venta de bonos de la república y de PDVSA, la impresión de dinero inorgánico era ostensiblemente alto, el BCV dejo de ser autónomo y se convirtió en la caja chica del gobierno.

Nuestro país era una fiesta total, el que no te compraba un carro te compraba una moto, celulares por montones, cualquier mortal te podía decir “acabo de llegar del norte o de Ecuador, México, Aruba o de cualquier país donde se podían raspar los cupos CADIVI”. Pero como toda fiesta siempre termina, luego viene la resaca. Por haberse dilapidado en esa fiesta casi un billón de dólares, quedamos con enormes deudas, casi sin reservas internacionales, monumental déficits fiscal, desabastecimiento crónico, la industria manufacturera paralizada, la producción agropecuaria a un 30 % de su capacidad, control de cambio mafioso y un control de precios criminal. Un coctel peligroso para la economía.

Con ese panorama y con la tendencia a empeorar. Chávez muere, Maduro toma el poder y  hereda esa bomba, y al no hacer los correctivos necesarios esa bomba explotó. Decide profundizar el modelo cubano y la crisis se hace insostenible. El no tiene intención de corregir nada, las experiencias socialistas demuestran que el propósito de estos regímenes es destruir todo vestigio de desarrollo empresarial, industrial, tecnológico y de emprendimiento. Para que las personas no tengan autonomía y dependan exclusivamente de las migajas gubernamentales.

Precisamente para profundizar la locura del socialismo se contrató a Alfredo Serrano Mancilla, un economista español militante de podemos y socialista ortodoxo. Él es quien mueve los hilos estratégicos de Miraflores en materia económica. Mancilla le propuso a Maduro que adoptara la acupuntura para el manejo de la divisas. Estrategia que no mejoró la situación en materia cambiaria, cosa que era previsible porque las disponibilidad de dólares desde hace tiempo son escasas. Igualmente, este señor parece ser que también le vendió la idea a Maduro de la reestructuración o renegociación de la deuda. Por las declaraciones dadas por el presidente no sabemos si es reestructuración o renegociación, son cosas distintas pero nuestro presidente por desconocer del tema, no supo explicar que es lo que se va a negociar.

El economista español también ideó el pagar los interese de los bonos siempre en los tiempos de gracia, estrategia política que le saldrá caro al país. Ya que el Comité de las Américas de la Asociación Internacional de Swaps y Derivados (ISDA) declaró que Venezuela estaba inmersa oficialmente en default,  algunos expertos salieron a dar sus opiniones sobre lo nefasto de la declaración de un default para Venezuela. Estos expertos se dedicaron a analizar este particular problema desde el punto de vista económico y legal. Es decir, ellos destacan que presumiblemente vendrán litigios, amenaza de embargo y otras acciones desde el punto de vista jurídico.

Mi opinión es que eso lo deseaba gobierno. Estoy convencido de que la ISDA le hizo el favor al régimen y adelantó los hechos, digo esto porque soy de los que piensa que la declaración de cesación de pagos es una estrategia eminentemente política. Y se quería obtener a través de la negociación con los tenedores de bonos. Por tal razón la declaración de la ISDA le abonó el terreno al gobierno para que utilizara esa circunstancia como una herramienta electoral.

Es prácticamente imposible llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos, el entorno actual es el siguiente: Las reservas están sumamente bajas 9700 millones de dólares aproximadamente, una deuda externa de aproximadamente 160.000 a 180.000 millones de dólares, los inmensos compromisos con China y lo que le regalamos a nuestros amiguitos del Caribe. Sumado a eso hay que señalar que las importaciones están sumamente bajas. Imaginemos las deudas en default con empresas radicadas en nuestro país. Si bien es cierto siempre se le da importancia a la deuda externa, pero internamente el gobierno le debe una inmensa cantidad de millones de dólares a empresas que han paralizado su producción. Y que no han recibido ninguna asignación y mucho menos liquidación de divisas desde hace mucho tiempo. Esto quiere decir que estamos en default desde hace rato.

Todo este entorno significa que este gobierno no va a poder renegociar o reestructurar ninguna deuda. Ellos lo saben y los bonistas también. Sencillamente se busca no llegar a ningún acuerdo y luego crear una enorme estrategia comunicacional donde se señale que el imperio los tiene bloqueados por culpa del lobby de la oligarquía criolla en Estados Unidos y que por eso el gobierno bolivariano no puede pagar la deuda. Posteriormente se llamaran a los simpatizantes del chavismo a mantenerse rodilla en tierra para preparase ante una eventual invasión. No me sorprendería si otra vez se realizara ejercicios militares antiimperialistas, donde pondrían nuevamente a señores de la tercera edad a brincar y a saltar, siendo el hazmerreir de muchos.  

La finalidad del default es correr la arruga para otro año que no sea el 20018, de esta manera obviar algunos pagos programados para el próximo año y por ende contar con algunos dólares para traer comida y cualquier bien que sirva para el chantaje político, y de esta manera seguir comprando la conciencia de algunos ilusos que se maravillan cuando reciben alguna limosna del gobierno. Recordemos que el próximo año supuestamente se realizaran elecciones presidenciales.

Que descaro, y pensar que estamos en pleno siglo XXI, donde todavía el populismo y la demagogia no se han podido enterrar en nuestro país. Así que esta estrategia del gobierno es agresiva, es todo o nada. Pero sin lugar a dudas saldremos peores parado con esta idea macabra ideada por el señor Serrano Mancilla y su equipo.

Por tal razón al Gobierno le urge contar con la complicidad de algunos dirigentes de oposición, quienes por ambición al poder van derechito a un supuesto dialogo donde está más que claro que el gobierno quiere ganar tiempo para que su estrategia del default logre su objetivo. Al final dichos dirigentes serán unos chivos expiatorios utilizados por el régimen ante un eventual default. Ellos les van a dar autorización a través de la asamblea nacional para que renegocien o reestructuren la deuda, y como las condiciones están extremadamente difíciles, no se van a materializar resultados positivos. El gobierno igualmente los acusara de traidores y apátridas. Apelara a la estrategia del chauvinismo de siempre y al patriotismo barato.

No se puede tolerar ese dialogo cómplice, por experiencias pasadas ya es suficiente para saber qué es lo que quiere el gobierno, no sé porque la oposición siempre cae en el mismo error. Quizás por intereses monetarios o por ingenuidad. Espero que rectifique y dejen de ser cómplices de este juego macabro gubernamental. Lastimosamente las esperanzas de que rectifiquen son casi nulas. Esperamos que nos sorprendan.