Platos Rotos

¿Cómo se describen los días malos?, esos que llegan de sorpresa, metiéndose debajo de los manteles, alojándose en las esquinas, saludan cada vez que nos ven pasar y nos recuerdan que no se van todavía. Desde lo más obvio hasta lo que jamás se esperaba, sabernos quebrantables, confrontados de esa forma, asoma debilidades que el ser humano busca esconder pero que, resulta, nos une a todos desde el aspecto de igualdad más sencillo, la vulnerabilidad.

Somos (todos) vulnerables, a cometer errores pequeños y errores enormes, a tener una hora, un día o una temporada de rozarse con la mala suerte, a las coincidencias desagradables, al terrible azar parte de la vida, al llanto, al dolor, al desespero, al abandono, a los errores de otros, al ¡CRRRAAASH! Y de pronto estamos viendo las tazas rotas entre nuestras manos. Nos pone a prueba, en adelante seremos una muestra de nuestra habilidad para movernos en el tiempo, de nuestro talento para sobrevivir o sobremorir, y con ello vendrá la oportunidad para conocer lo que hasta el momento se ignoraba, acompañada del clásico discurso mental para cubrirnos en salud: «el día de mañana llevaremos ventaja y seremos más fuertes».

Allí están, bom, bom, bom, latentes, se mueven como la sangre y somos conscientes de que palpitan mientras escuchamos el ruido de la batidora dándole forma a la mezcla. Sumamos, restamos, y seguimos batiendo tortas. Subimos, bajamos y seguimos luchando por lo que tenemos; creemos, persistimos y pensamos una forma de rehacernos. No todos los días sabemos con exactitud a dónde nos llevará lo que estamos haciendo, pero sabemos que hacemos, ese es plan, porque si unos deshacen, desde esta plataforma no somos “unos”, somos “nosotros” y nosotros somos distintos, somos lo contrario, somos como los árboles que mueren de pie y que elevan sus ramas y las verdean, y las florecen y las llenan de frutas bajo la concepción de su naturaleza, que es permanecer durante muchísimos años, regando semillas a su paso para multiplicar la sombra que protege contra la inclemencia.

El día malo, tal como el sol, se posa sobre honestos y tramposos, los tiempos son distintos, las magnitudes también varían, el dinero puede facilitar o complicar los resultados. Por su parte, la justicia, mis hermanos, la justicia sale como la luna, no de una persona sino que llega desde una preciosa oscuridad serena, para limpiar, para sanar, para dar paso a nuevos momentos, distintos momentos, barriendo los días malos, ella también sale sobre honestos y tramposo, no para hacer el bien o el mal, sino para hacer lo justo. Entonces cada quien sabrá a quién darle las gracias.

Mientras tanto, vamos zigzagueando entre rastros de fiebres de 40 grados, entre planes cancelados, entre tesoros que no conseguimos, entre problemas particulares del individuo, entre malas noticias, entre la concepción de la esencia y la existencia, entre el yo y el nosotros. Mientras tanto, seguimos batiendo tortas, porque la verdad es que nos quedan muy ricas.

Barbara Uzcategui
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