Soportar las consecuencias

Mucho ha sido lo que ha hemos vivido los venezolanos en los últimos años. Incontables son las situaciones que hemos atravesado y pareciera que estamos destinados al fracaso. Lamentable, nos ha tocado ver cómo la oposición venezolana está, por poco, al mismo nivel que el régimen totalitario orquestado por Nicolás.

Parece mentira creer como hemos desaprovechado oportunidades de oro, donde hemos obtenido el mayor auge de apoyo por parte de la ciudadanía hastiada de la situación y aún así, gracias a las ganas de poder y, a lo que pareciera ser un reality show por ser protagonista de novela, hemos echado todo por la borda y nos hemos vuelto a parar, no en la línea de salida sino, unos metros más atrás.

La desinformación está acabando con lo que queda de ciudadanía. La noticia real pasó a ser escondida, a no ser reportada, ni siquiera denunciada. En fin, la noticia no está siendo comunicada. Nos quedamos solo aferrados a un arma de doble filo como lo son las Redes Sociales, donde cualquier información es creíble y circula en ella y de esta manera, pareciera ser, que el régimen ha obtenido filtrar todas sus pantomimas y escenarios perversos.

Al final, estas líneas lo que buscan es recordar un fenómeno político que, al parecer, al igual que el totalitarismo ha evolucionado. Les hablo de la antipolítica.

Pareciera entonces que hemos tenido la capacidad de ver la antipolítica desde dos fases: la activa y la pasiva. Describiendo la primera como un rechazo a la actividad política sin confianza en procesos ni personajes. Y, por su parte, la segunda: como el rechazo a los procesos que se generan de la actividad política en sí misma a medias y el desapruebo contundente por los actores políticos.

Y sí, ahí se encuentran hoy los «liderazgos» opositores. Lamentablemente las ganas de poder están consumiendo cualquier cara bonita o discurso adaptado a la situación real del país. Tenemos hoy en día, políticos negociando con el régimen (ayudando de nuevo a darle oxígeno al mismo para ver de qué manera termina de acabar con la dignidad del venezolano).

Políticos apegados a los mecanismos legales pero, aplicándolo a su conveniencia (lo sucedido en la extinta Alcaldía Metropolitana y su Consejo, donde se declaró la ausencia absoluta del Alcalde solo por sacar a la Alcaldesa encarga y montar a un personaje del partido con mayoría en dicho Consejo y así brillar un poco) Y pare usted de contar.

Con esta manera pasiva de ver la antipolítica, nos encontramos con el mismo fenómeno de los años 80, que desencadenó una serie de errores garrafales (El segundo mandato de Carlos Andrés, el segundo gobierno de Caldera y su maravilloso indulto y, por último, la elección del mesías de la muerte, Chávez) y nos empujó a esto.

Estamos nuevamente, gracias a los errores de los actores y ya no líderes, de la oposición venezolana, en la búsqueda de un mesías. La historia al parecer si es cíclica. Luego de 40 años de democracia caímos en las manos de quién venía con un patrón distinto. Fue ahí como nos enamoramos de Irene pero, fieles a nuestra tradición política, votaron por Chávez.

Ahora, todo pareciera estar colocando en la palestra pública a Lorenzo Mendoza. Reconocido empresario venezolano que se ha desmarcado del régimen Es él el nuevo personaje. Dejó a un lado a Javier Bertuchi y al guabinoso de Falcón, apoderándose entonces de más de 20 puntos por encima de cualquier actor político de la actualidad, incluyendo al inhabilitado Leopoldo López.

Entonces, pareciera ser que nuevamente estamos atados de manos. Una oposición decreciente, con cada día más millones de electores fuera del país (cosa sin duda afectará a los casi ocho millones que Tibisay siempre nos coloca) y unos actores políticos que han perdido, debido a sus malas decisiones, importancia y confianza en la ciudadanía venezolana.

Nos vemos de nuevo en esa trinchera donde luchamos contra la institución para que no nos robe y de resultados justos (cosa que no va a pasar porque jamás ha pasado) y, generando la búsqueda del nuevo mesías de la política del 2018.

Todo parece apuntar que sí la ciudadanía se une aún más de lo que ha hecho hasta ahora y se genera una implosión social y la misma se une a la presión internacional y a las pugnas internas que algunos actores de la oposición, por responsabilidad moral y ética darían de la mano de los ciudadanos, logremos generar qué, por su propio peso esto caiga.

De lo contrario, si seguimos creyendo que el camino correcto es unas primarias que se harán en el seno de una mesa que sola se volvió trizas o que la intervención internacional es la solución, pues, hermanos, sigamos viendo cómo la juventud emigra y preparémonos para vivir aún peor que aquella isla con la cual tanto nos identificamos hoy en día.

La solución de Venezuela está en nuestras manos. Esperemos que la Virgen de Coromoto, nuestra moral y dignidad nos lleven por el mejor camino y, por clemencia santísima logremos ver la libertad de nuestra tierra muy pronto. Estamos cerca, muy cerca. Ojalá sepamos ver el camino justo y tomemos las mejores decisiones.

«Uno puede arrepentirse de sus errores. Y debe tener la capacidad de soportar las consecuencias» 

Anónimo

Jilmir Valera
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