El libre albedrío

¿Qué es el Libre Albedrío? Según los textos bíblicos, a grosso modo, fue una bendición o facultad que nos otorgó nuestro Creador, para elegir nuestras acciones y por ende sus resultados; es decir, paradójicamente, como aquello de que para amar al prójimo como a ti mismo debes amarte primero tú, pues mal puede alguien saber amar a otro sino sabe amarse a si mismo; entonces también, según el libre albedrío como regalo Divino, para ser libre de elegir tus acciones, también debes ser capaz de afrontar o disfrutar sus resultados, sean estos buenos o malos, según la naturaleza de esas acciones. A eso se le llama RESPONSABILIDAD, responsabilidad con uno mismo, con su propia vida y con lo que hace de ella hasta el final de sus días.

Esta premisa, es la que los gobiernos promotores de pueblos mentalmente mutilados han olvidado o simulan haber olvidado; porque, definitivamente, “el libre albedrio ni se decreta, ni se deroga”. Pero, peor aún es cuando un pueblo entero lo olvida, y permanece inerte en su plan de “conveniente” víctima, tragándose el discurso de políticos que le dicen que están como están por culpa de la oligarquía, del imperio, de la mala voluntad de Dios, de las cúpulas podridas y de quién sabe cualquier otra cosa que nada tiene que ver con nuestra forma de actuar como individuos, capaces de forjar o destruir nuestro futuro de mañana con nuestro proceder de hoy.

Sépalo, que a todos los gobernantes, de la línea que sea, derecha, centro o izquierda, le convienen ciudadanos “zombies”, altamente dependientes de ellos y de sus políticas de “mira que bueno soy”, porque eso se traduce en votos, se convierte en poder, y termina volviéndose dinero, que acaba en los bolsillos de ellos mismos.

A ningún gobierno le conviene un ciudadano pensante, que entienda que su destino es su responsabilidad, que por tanto está en sus acciones la posibilidad real de alcanzar eso que ha soñado para su vida; es decir, que “el libre albedrio ni se decreta ni se deroga”.

Ese tipo de ciudadanos, que opta por usar ese poder divino de decidir por si mismo, también sería capaz de exigir a un gobierno que se ocupe de aquello que debe ocuparse; vale decir: reglas de juego claras; respeto a esas reglas y aplicación de justicia real (o lo que es igual a Estado de Derecho);  seguridad nacional y ciudadana; sistema de salud público decente y moderno; vialidad necesaria para la libre distribución de bienes y servicios; administración correcta de los recursos naturales que se explotan; manejo claro de las cuentas públicas; educación básica y media gratuita; y, educación universitaria de precios accesible y con financiamiento (creo que la Universidad 100% gratuita solo se traduce en deterioro, atraso y mucha población estudiantil rezagada).

Ese tipo de ciudadanos, que usan ese poder que nos ha sido otorgado, de elegir sus acciones; sabiéndose responsable de sus resultados, elegirá siempre lo mejor para si mismo y para su prójimo, porque es un ciudadano que se ama a si mismo, y en consecuencia sabe amar a otros. Ese ciudadano no aceptará que nada trunque su destino, que le ha costado forjar con su actuación. Ese ciudadano sabe que un gobierno o político que pretenda mitigar su libre albedrío, derogando con discursos que solo buscan convertirlo en un ser “gobierno-dependiente”, es alguien que no lo ama; y peor aún, no lo respeta.

No importa en que país vivas, está en ti entender que “el libre albedrío ni se decreta ni se deroga”, que eres el dueño de tu destino, que eres tú quien decide construirlo o dejar que otro lo construya por ti. Todo lo demás es Populismo, punto.

Lester Davila
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