Las propinas automáticas ya no existen, hay que ganárselas

Hoy día, una cuenta promedio, en un restaurante promedio, para una cena de dos personas, puede llegar a la módica suma de Dos Millones de Bolívares; por lo que el diez por ciento (10%) de propina puede alcanzar fácilmente los Doscientos Mil Bolívares, poco menos de la mitad de un salario mínimo mensual en Venezuela.

Estas nuevas cifras le dan a la naturaleza de la propina y al oficio de mesero un nuevo significado, en el que ya resulta ilógico que por más dinero que pueda tener el cliente, para botarlo si quiere, el mesero que lo atienda pretenda ganárselo prestando un mal servicio.

Al respecto, lo primero que debemos considerar es que servir a otro ser humano es una de las labores más hermosas que podemos hacer, de nada sirve estar en este planeta si no servimos a alguien, en el campo que sea. Luego, ser un servidor no nos convierte en sirvientes, y esa postura digna (y entiéndase que no hablo de resentimiento disfrazado de orgullo) solo podemos alcanzarla dando un BUEN SERVICIO, porque nos convierte en verdaderos profesionales del servicio.

En mi trayecto por el mundo de la restauración he conocido hombres y mujeres que son verdaderos profesionales del servicio, que manejan su oficio con tal maestría y dignidad que se ganan el respeto de dueños y clientes por igual; y terminan siendo un talento humano muy bien cotizado en el mundo gastronómico, tanto o más que un chef;  porque definitivamente, un mal plato llevado a la mesa con amor, siempre sabe mejor…

Personalmente, soy de los que cree, que un comensal puede perdonar una mala comida y volver, si fue bien atendido; pero que nunca volverá, aunque la comida haya sido excelente, si la atención fue pésima, porque sus percepción de la experiencia gastronómica se ve afectada por esa mala atención, al disminuir la capacidad receptiva de sus papilas gustativas.

Ahora bien, ¿qué es una buena atención?. Bajo la premisa de lo antes dicho, no es servilismo, ni tampoco antipatía. Descartados los extremos podemos definir una buena atención como “el conocimiento exacto de los actos o prestaciones que deben ejecutarse o disponerse, para lograr el bienestar del cliente al momento de comer”. Eso puede ser, a grosso modo, verificar la disposición de la mesa y su lencería, suministro correcto de los implementos (cubiertos, servilletas, etc.), y con correcto me refiero a que estén limpios y sean los necesarios; como por ejemplo, suministrar una simple cucharilla si el cliente pidió una sopa. Además, buena presencia del personal, buen aliento, discreción, estar atento al cliente de manera equilibrada: esto es no quedarse rondando la mesa como una especie de satélite natural, ni aparecerse  cada cien años, como el cometa Halley!

En fin, una buena atención por parte de un mesero, mesonero, o maître, pasa por conocer el oficio y ejecutarlo eficientemente.

Luego, cuando un profesional ejecuta bien su trabajo, es cuando la retribución natural ha sido realmente ganada, es cuando una propina, del tamaño que sea es merecida e incluso otorgada con agrado.

Indistintamente del nivel económico del comensal, negar una propina que no fue merecida, ya no puede ser tomado como un acto de avaricia, mala educación o falta de clase; por el contrario, debe considerarse como un estímulo al mejoramiento de aquel personal que la ha perdido debido a su trabajo mediocre. Finalmente, para lograr un país mejor, es necesario estimular el mérito, por lo que esos sistemas en los que las propinas van a un “pote”, que luego se reparten entre todos los mesoneros y en el que se benefician buenos y mediocres, es una práctica que debería ser revisada.

Lester Davila
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