La Venezuela de las despedidas

Entre las baldosas de la simbólica obra de Cruz-Diez, descansan las lágrimas de los miles de venezolanos que se despiden en el grisáceo aeropuerto de Maiquetía. Nuestro aeropuerto internacional hace mucho que no ve entrar a personas con esperanzas de construir un futuro en Venezuela, más bien, se ha acostumbrado a observar como los ciudadanos de nuestra nación huyen con lo poco que se pueden llevar de sus vidas en Venezuela.
Cuando hay amor y deseos no existe manera alguna de estar preparado para una despedida, tener que tomar distancia de la persona que amas, abandonar una vida entera, para comenzar de cero y tener que dejar un país que te vio nacer, crecer, a causa de una terible crisis; se trata de una situación difícil y cruel para la cual nadie esta preparado.
El tiempo parece detenerse cuando se trata de despedidas, sin embargo se va rápido, a pocas veces llegamos a decir todo lo que queremos, nunca logramos quedar satisfechos con el último abrazo y parece que siempre nos vamos a torturar con esa última imagen de la despedida frente a las puertas grises del abordaje.
Quiénes nos quedamos, contemplamos un álbum fotográfico lleno de recuerdos, donde nuestro entorno nos llena de nostalgia al recordar los escenarios vividos y recorridos junto a esa persona especial. ¡Que difícil es caminar sobre senderos pavimentados de recuerdos!
Los que se van observan desde la ventana de un avión como se alejan del hogar, echan ese último vistazo, cargado de dolor, de los techos rojos y empobrecidos de Caracas y casi pueden escuchar el sonido de las olas abrazando las costas venezolanas y esa  hermosa vegetación que extrañarán en otras latitudes.
La situación actual cada día empuja a tomar caminos distintos a los que hubiesemos querido o planeado y a dejar todo aquello que no podemos llevarnos en una maleta, pero que es tan preciado para nosotros, pues casi siempre hay que salir ligero de equipaje, llevando con nosotros nuestra alma venezolana cargada de contradicciones, desencuentros y desánimo, así comienza el viaje.
Que difícil dejar a una madre que te ha dado todo, que difícil es dejarte Venezuela… a pesar de tomar caminos distintos no es el final de la historia, es el comienzo de un nuevo capítulo, que aunque nos alejemos, llevemos con nosotros la idea de que el hogar es donde hemos sido felices, a pesar de todo, en ese hogar es donde aprendimos a amar, donde crecimos, donde estuvo la madre que nos arropó a pesar de estar ella muerta de frio, la misma que nos dio un lugar donde crecer y soñar… ese hogar y esa madre se llama Venezuela.
Al cruzar esa puerta gris del aeropuerto de Maiquetia, ten en mente que la vida es un viaje lleno de sorpresas, despedidas y reencuentros, al dedicar una última mirada a los techos rojos de Caracas o al mirar un lucero desde donde te encuentres, ten en mente que nuestro hogar de siempre será Venezuela. Que aunque hoy nos despide, mañana nos esperará con la esperanza de ver nuestros rostros una vez más en un país donde podamos disfrutar de su belleza, donde no reúne el miedo.
Dedicado a mi querida Valentina Blanco, con mucho cariño.
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