Las sanciones económicas

En el Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, Nº 37 correspondiente a los meses de julio y agosto de 1965, se encuentra una curiosa comunicación oficial emitida por el Secretario General de la Presidencia, señor Julio Torres Cárdenas. En esta le comunica al Gobernador de Caracas una orden dictada por el Presidente Cipriano Castro que consistía en embargar toda la renta del General Manuel Antonio Matos, cuñado del General Antonio Guzmán Blanco, uno de los hombres más acaudalado del país y Jefe Supremo de la Revolución Libertadora, el movimiento armado que estalló a principios de la dictadura del caudillo de Los Andes.

La comunicación del Ministro Torres Cárdenas dice lo siguiente:

Caracas, 23 de noviembre de 1901.

Ciudadano Gobernador del Distrito Federal.

Puesto que el General Manuel Antonio Matos ha sustraído su persona a la acción del Gobierno, sus bienes radicados en la República deben responder de los gastos que ocasiona la expectativa que en previsión de trastornos ulteriores sostienen al Gobierno y paga de sus angustiados recursos. Es una injusticia emplear las contribuciones legales del pueblo en sostener una contienda armada para defender la paz contra las temeridades de un hombre, que quiere traer la guerra a su Patria sin más títulos que su ambición, y contando como prestigio, fuerza y elemento de sus planes, los caudales de su riqueza, que al amparo de garantías que ha perdido de hecho salen todavía por los Bancos para Europa a alentar su criminal empresa, y regresar al país convertidos en plomo y pólvora para la matanza.

Es por ello que explica Torres Cárdenas al Gobernador del Distrito Federal que el General Castro dio la orden de -combatir esa injusticia, y  esa falta de calidad.- y que a eso iban encaminadas las importantes órdenes contenidas en su carta.

Continúa el Secretario General a la Presidencia diciendo que: ningún sacrificio está de más cuando la paz es amenazada y tenemos que acudir en su defensa. La guerra civil ha derramado estérilmente en nuestro suelo más sangre que en la arena de un anfiteatro romano, y sólo ha contribuido esas sangrías abundantes a debilitar el organismo nacional y exponernos a muchas otras calamidades.

Nueve revoluciones ha vencido esta actualidad presidida por el General Castro en dos años de vida que cuenta. Esas revoluciones no han producido ni un hombre notable, ni un hecho grande, ni han proclamado siquiera un pensamiento de gobierno, ni la promesa de una mejora social, o de un beneficio administrativo. Se han exhibido mezquinos en sus principios, inciertos en sus marchas, reducidos o circunscritos al mal sin compensación.

Y todas las más poderosas han sido vencidas en breve tiempo, porque el elemento popular es el único prestigio positivo, milita bajo nuestras banderas y sólo con su apoyo es que hacen las verdadera revoluciones, las que arrancan del pueblo y se levantan poderosas y lo avasallan todo y hacen desaparecer en su empuje irresistible lo que encuentra en su camino.

Según el funcionario, esta conspiración liderada por el General Manuel Antonio Matos es el más vil, sombrío y terrible de los actos antipatrióticos ya que:  La República necesita, hoy más que nunca de su tranquilidad para estudiar y resolver grandes problemas que exigen decorosas soluciones. De las imperiosas necesidades de este crítico momento de la vida nacional tenemos que apercibirnos, por nosotros y por ellos los compatriotas conspiradores y colocándonos, Sr. Gobernador, a la altura de la porfía de sus temeridades, debemos obrar con resuelta energía, o nos declaramos inferiores en la lucha y abandonamos a escapes los puestos que ocupamos en el Gobierno.

Es por todo aquello, en vista que la política ni la administración tienen recursos para desarmar las –obstinadas ambiciones de Matos- alega que: la autoridad si los tiene en sus propias fuerzas y a ellas hay que recurrir con mucha energía, con firmeza inquebrantable en las resoluciones que se adopten, sin contemplaciones de ningún linaje. En este orden de ideas al ciudadano Presidente de la República me ha dado sus instrucciones para comunicar a usted sus perentorias órdenes de embargar la renta toda del General Manuel Antonio Matos, la cual depositará usted en el Banco de Venezuela, a la disposición del Ministerio de Guerra y Marina.

Fue así que el Gobernador del Distrito Federal se sirvió de advertir a las oficinas de públicas que desde aquella fecha en adelante quedaba ejecutada las sanciones económicas impuestas por el Gobierno y se debían suspender los  registros de toda escritura o documento que tuviese algo que ver sobre las rentas del General Manuel Antonio Matos en Venezuela.  

Jimeno Hernández
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