Caracas sin transporte

La actividad en la ciudad de Caracas y obviamente en el resto del país se está ralentizando. Poco a poco se va deteniendo producto del alto costo de la vida, la escasez de recursos económicos, de repuestos para automóviles privados y transporte público. Cada vez es más difícil la movilidad a través de la ciudad, las paradas de autobuses parecen mítines políticos, las estaciones del Metro colapsadas en días “normales”, ni que decir de los que ocurre cuando hay apagones en la ciudad o hay retrasos fuertes en el servicio.

Esa dificultad para desplazarse implica el aislamiento de la ciudadanía, estar limitados a zonas cercanas de donde se vive porque ir más lejos implica un verdadero calvario de incomodidades: riesgos para la vida y la salud, más de 5 horas para ir y regresar del trabajo e incluso la posibilidad de no poder regresar a casa sino caminando largas distancias… Esta situación conspira contra quienes menos tienen y dependen del transporte público para su movilización en la ciudad, muchas personas han tenido que renunciar a sus trabajos por la inseguridad e incertidumbre que deben experimentar cada día laborable. Y sobre todo, en la actual situación de hiperinflación. ¿Cómo continuar asistiendo diariamente a un empleo cuyo sueldo no cubre las necesidades básicas y al que además, es difícil llegar por los problemas cotidianos con el transporte?

¿Cómo pueden las personas que trabajan en zonas alejadas de las líneas subterráneas del Metro para desplazarse diariamente, cómo pueden las empresas y negocios que los emplean continuar funcionando en semejante circunstancia? Hago la distinción respecto al transporte subterráneo porque aunque funcione deficientemente, sigue siendo la única opción medianamente “segura” de transporte, ¡si está dentro de la estación, algún día llegará a donde vaya!

Otra cosa muy diferente es depender del transporte superficial, además de que hay pocas unidades en funcionamiento, el gremio de transportistas dijo la semana pasada que de 25.000 unidades en Caracas, solo están prestando servicio 2.500; si a eso Ud. le agrega (porque estos ojos lo han visto) que muchos choferes no trabajan la ruta que les corresponde sino que se meten a “piratear” en otras rutas, están haciendo “servicio privado” de traslado de personal para algunas empresas, prefieren realizar viajes fuera de Caracas porque son más rentables económicamente o simplemente trabajan cuando quieren, tenemos un cóctel bien dañino para la actividad económica de la ciudad.

¿Y ENTONCES?

¡No hace falta tener una bola de cristal para discernir a dónde puede ir a parar todo esto! Si las personas no se pueden movilizar fuera de la zona de dónde residen y sea la ruta subterránea del Metro, si cada día se paran más carros y camionetas de transporte público por falta de repuestos y alto costo de insumos (cauchos, aceites, etc), si meter un carro al taller implica vender hasta la casa donde vive ¿qué terminará pasando?

Pasará que la brecha entre los que tienen y los que no tienen será cada día más profunda, yo diría que abismal e insalvable. Que las empresas tendrán que reorganizarse y resolver el problema de transporte para su personal o tendrán que contratar a personas que residan dentro de su área de influencia.

Además de todo el daño que le ha infligido a la economía el control cambiario y las decisiones salariales sobrevenidas que toma el “ejecutivo nacional” cada dos meses, así como otras tantas resoluciones que solo han logrado acelerar la mortandad de empresas, la ciudadanía quedará aislada como en la época de la Colonia, cuando ir del centro de Caracas hacia Antímano o al pueblo de El Hatillo era un viaje expreso que se preparaba con días de antelación.

Salvo que ocurra un milagro, que arreglen el Metro de tal forma que vuelva a ser el que una vez fue, que el costo de tener y mantener un vehículo no sea exclusivo de gente mil millonaria, creo que la ciudad se apagará cada vez con mayor velocidad… Lo que aún funciona, lo hace por inercia, pero también la inercia se agota y termina deteniéndose. Y aún hay quienes dicen que “los venezolanos son flojos”, creo que son precisamente lo contrario, muy trabajadores, responsables, aún en medio de estas graves circunstancias siguen asistiendo a sus trabajos por sueldos simbólicos, solo por eso creo que tenemos esperanzas, que cuando las cosas cambien, Caracas vuelva a brillar de actividad y vida.

Imagen-de-Alexandra-Blanco-El-Nacional

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