Venezuela se desangra, no solo internamente, sino también por sus fronteras
Editorial #422 – La Patria

“Los que quieran Patria, ¡vengan conmigo!” Esa fue una de las frases más célebres del expresidente Hugo Chávez, con la que prometía que si el pueblo lo seguía, tendría una nación soberana, libre y próspera. Hoy de esa historia ya no quedan ni Chávez, ni soberanía, ni libertad, ni prosperidad. Lo único que queda es un pueblo, hambriento, desesperado y sin futuro.

Los que sufren no son solamente los que pasan penurias que jamás hubieran imaginado en su tierra, sino también los más de cuatro millones de venezolanos que huyen de una crisis sin precedente.

Hasta hace algunos meses, el nivel de emigración de venezolanos se había incrementado. Países vecinos como Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y Argentina veían como la cantidad de venezolanos iba creciendo consistentemente. La mayoría de los que llegaban eran jóvenes recién graduados o emprendedores que buscaban un futuro con más oportunidades

Pero desde el segundo semestre del año pasado, ese fenómeno mutó debido al hambre y la desesperación. El número de venezolanos que deja diariamente su país se disparó y ahora muchos de ellos ya no son profesionales o personas que cuentan con algunas herramientas para defenderse en otras latitudes. La manera en la que lo hacen tampoco es la misma. Ahora muchos se van sin un plan y sin un peso, buscando la forma de sobrevivir y para ayudar a sus varios familiares que dejaron en su tierra. Familiares que están pasando hambre.

Por eso el problema de Venezuela ya no es solo de los venezolanos. Ese problema le ha comenzado a entrar de a miles por sus fronteras. Ya no es un tema solo de solidaridad con nuestro país, sino también de un desafío interno.

El número de los venezolanos que podría ingresar a Colombia en los próximos meses representaría un 4% del PIB de ese país. En las últimas semanas las noticias en Perú han estado colmadas de actos delincuenciales realizados por bandas venezolanos; una de ellas: la tristemente célebre Tren de Aragua. En Argentina fue noticia que además de los miles de venezolanos que llegan semanalmente por avión y por bus, ahora están comenzando a llegar incluso a pie. Así es: caminando 8.000 kilómetros desde Venezuela, desafiando el frío y el hambre, muchas veces con sus pequeños hijos en brazos.

Hay quienes afirman que la catástrofe de los desplazados venezolanos ya supera a la de Siria. La Organización de Naciones Unidas confirmó que ésta es “la peor crisis migratoria que ha vivido la región en la historia reciente”. Jamás Venezuela había vivido algo similar. Todo lo contrario, si por algo se caracterizó el país, fue por haber acogido durante el último siglo a millones que escapaban de guerras, dictaduras y crisis.

Es por eso que lo mínimo que esperamos de los hermanos latinoamericanos es reciprocidad. Que no olviden que los venezolanos un día los recibieron con los brazos abiertos, con su sonrisa, una arepa y una cerveza. El mundo da muchas vueltas, y en ésta, los venezolanos necesitan de su mano amiga.

La realidad hoy es que “la Patria” se desangra, no solo internamente, sino también por sus fronteras, por donde millones huyen de su destino a puertos desconocidos. Lo hacen con miedo, con hambre y solo con lo que llevan puesto.

Esto es, sin duda, la peor tragedia humanitaria que haya vivido Venezuela: “la Patria” de Chávez.

Miguel Velarde
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