A propósito de los 73 años del 18 de octubre de 1945
Ni Literatos Diletantes, ni Mosqueteros Románticos

Indudablemente el siglo XX venezolano va a ser caracterizado por un impulso modernizador jamás visto en su historia. Con Castro asistimos al inicio de la liquidación del caudillismo, mientras Juan Vicente Gómez consolidó en él la figura única de autoridad en el país.  La consolidación del Estado cumpliendo la máxima weberiana fue progresiva, también hubo institucionalización de algunos sectores particulares, el más notable y difundido por la historiografía fue el ejército y el intento de organización de la hacienda pública. A la muerte del “Benemérito”, diciembre de 1935, el ejército cumplió un papel tutelar en la política. De López Contreras a Medina, más con el último, es cierto que hubo una apertura notable que dio visos democráticos. Aunque quedaron materias pendientes y peligros que preocuparon a los sectores civiles que no fueron ajenos a la modernización donde la fuerza radicaba en los partidos políticos, órganos representativos de éstos. Bajo este contexto surgieron los sucesos del 18 de octubre de 1945, fecha polémica que por cumplirse 73 años es motivo de este artículo.

El gobierno de Isaías Medina Angarita amanece el 18 de octubre embestido por dos flancos. Por un lado, algunos miembros de la institución castrense se habían sublevado, en su mayoría la oficialidad de escuela, los profesionales, aquellos que habían sido parte de la cara moderna de la fuerza armada. Por el otro, los civiles o, para ser más exactos un cuarteto de miembros pertenecientes a las filas del partido más popular en Venezuela, Acción Democrática. Así, mientras en los claustros militares, el Cuartel San Carlos, La Escuela Militar y la Guarnición de Maracay hervía la rebelión, las calles eran dominio de las milicias del partido blanco. Finalmente, el general Medina desistió cualquier intento de enfrentar los insurrectos y entrega el poder.

Ahora bien, ¿Por qué ocurrió el 18 de octubre de 1945? Mencionamos anteriormente la participación de sectores militares y civiles en el derrocamiento del gobierno de Medina, evidentemente cada grupo respondía a intereses diversos.

La oficialidad profesional de la fuerza armada venezolana necesitaba imperiosamente romper los nexos con los militares de a caballo, por tres cosas fundamentales: la primera, no había posibilidades de hacer carrera mientras esta suerte de militares acaudillados tuvieran celosamente guardando la dirección de la Institución; la segunda, era perentoria una purga en la misma y; la tercera, estaban convencidos de sus condiciones para llevar a cabo el verdadero desarrollo del país a través del ejercicio directo del poder.

Con respecto a los civiles. Ciertamente los partidos políticos habían logrado reconocimiento legal bajo el Medinismo. Sin embargo, eran notorias las demandas por una apertura democrática que estableciera el voto universal, directo y secreto. Cosa negada desde siempre por Medina, evidentemente hubo presiones del sector castrense andino en no soltar las amarras del poder. La figura central de ello era el incómodo Eleazar López Contreras que amenazaba con un segundo mandato y la posible regresión, por lo menos al estadio 1935-1841. No obstante, el general Medina supo promover un candidato de consenso que bajó las tensiones, por lo menos superficialmente, de ambos sectores.

Del lado de los civiles, la inesperada  enfermedad del candidato de consenso, Diógenes Escalante, trastocó el proyecto político de Acción Democrática. Dado que aceptar al mismo, nunca fue la renuncia al poder. Rómulo Betancourt en su discurso del 17 de octubre de 1945, un día antes del derrocamiento había dado las claves del rechazo de Ángel Biaggini como el nuevo candidato acordado. Con su característica voz diría, “Nosotros somos un partido que no está constituido por literatos diletantes ni por mosqueteros románticos. Somos un partido político que se ha organizado para que este pueblo que está aquí congregado, para que el pueblo venezolano, vaya al Poder y nosotros con este pueblo a gobernar…” Escalante era la garantía de una reforma hacia la apertura del sufragio universal que abría las puertas a Acción Democrática al poder.

A la luz de hoy, ¿qué pudo haber significado el 18 de octubre de 1945?. La formación de una Junta Revolucionaria de Gobierno, el llamado a una constituyente y el establecimiento de una constitución profundamente democrática hablan por sí solos. Y, aunque el ensayo duró solo tres años, para luego presenciar una década de dictadura militar, al final volvieron las fuerzas civiles a restituir la democracia. Es allí donde está el quid de la impronta, la vuelta a la democracia dejó claro el cambio cultural de los venezolanos, la resistencia, la denuncia y la lucha por cuestionar un gobierno de fuerza había sido aprendida.

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