Crónicas Ibéricas

Capítulo I

Soy su tío ¿entonces qué?

Treinta y seis grados a la sombra, el sol que quema hasta el último cabello de la cabeza más poblada, un taxista oportunista teniendo un día bajo en “carreritas”, y el pequeño engaño de una recepcionista con mala memoria, son la bienvenida imperfecta para mi llegada Madrid, en plena hora de la siesta española, buscando el sueño americano.

Era la cuarta vez que el taxista me llamaba tío sin formar parte de la familia, si lo sumo entonces a los caballeros en el control de equipaje y la funcionaria de aduana, debo asumir entonces que tengo al menos doce sobrinos ilegítimos en España; sin embargo, para ser familia, fue bastante ruin cuando me cobró cuarenta euros por un trayecto de pocos minutos. 

Olvido mi bizarro árbol genealógico, apenas bajo del auto y percibo el aroma de las flores, de la tierra, del asfalto, de la gente diferente que invade mi nariz, que lleva once horas respirando el aire acondicionado del 747 de Iberia Airlines, mezclado con Aqua Di Gio imitación y la falta de Trident del pasajero de al lado.

Mientras camino al hotel, descubro que en esta parte del mundo, lo que en mi país llamaría un corotero feo, viejo y usado  aquí le dicen “mercadillo de gran ocasión”, y que no tengo que acercarme a las personas por más que me digan “venga”, pues no tienen nada que decirme y tampoco me han llamado.

En  la recepción me informan que no tienen registrada mi reserva hecha hace varios meses por teléfono,  por lo que debo pagar el doble de la habitación al ser temporada muy alta y no tener prueba de mi transacción. Lo irónico es que, hago el pago con gusto, luego que dos pensamientos invaden mi cabeza fugazmente: el primero me dice que,  debo prepararme para este duro futuro de engaños y bribonería, y el segundo me gusta más, menos mal que la hermosa recepcionista no es mi sobrina.

Justo antes de entrar a la habitación, me topo con una pareja de ancianos, con rasgos marcadamente anglosajones y una sonrisa de oreja a oreja que es acompañada de un saludo mal pronunciado “¡Houla tío olé!”, al que respondo resignado pero alegremente:

“!Houla sobrinos increíblemente viejos que no he visto en mi vida y me hacen sentir incomodo, saludos a mi hermana Amparo que seguro tiene 350 años y es un vampiro, la única explicación que tengo para tener dos sobrinos como ustedes, olé!”

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Guayoyo en Letras