Consecuencias para la clase trabajadora en Venezuela
La eliminación de facto de las tarjetas de créditos

Por redes sociales se ha podido verificar la ocurrencia de un hecho reiterado: las tarjetas de crédito se han quedado después de la reconversión monetaria en niveles francamente absurdos, y los bancos a muchas personas se las han anulado sin motivos justificados (es decir, los motivos taxativamente establecidos en los contratos como cuentahabientes con los diferentes bancos). Las anécdotas rayan en el escándalo, tarjetas con límites de 1 Bolívar soberano, con 30 BsS, los más privilegiados llegan a tener límites de 400 BsS pero para usarlas deben hacerlo con varias tarjetas para efectuar una sola compra; es decir, ya las tarjetas de crédito no cumplen su función, en la práctica se convirtieron en tarjetas de débito.

Mientras hace apenas un año las tarjetas de crédito servían para auxiliar las menguadas economías domésticas pagando las cuentas de alimentos en automercados, hoy ya no sirven ni para comprar un kilo de queso, algunas ni siquiera para comprar una empanada; simplemente los bancos no ajustaron los niveles de crédito con la reconversión sino que “aprovecharon” la oportunidad para deshacerse de pequeños clientes por el monto que manejan mensualmente en sus cuentas, de clientes cercanos o que superaban los 60 años de edad, de cuentas con “poco” movimiento, por la razón que sea, la banca ha violado los contratos con los cuenta-clientes anulando unilateralmente y sin causa justificada miles de tarjetas de crédito, haciendo de este medio de pago, un recurso cada vez más elitesco y al alcance (por los requisitos que exigen para reponer o renovar plásticos, aumentar límites de crédito o aprobar una solicitud de tarjeta de crédito) de muy pocas personas.

Esto significa en la práctica, la profundización de la abismal brecha entre ricos y pobres, una población cada vez más empobrecida que ahora ni siquiera tiene el auxilio del pequeño crédito bancario, porque desde hace algunos años, ya la banca había venido implementando una reducción significativa de los límites de crédito e imponiendo requisitos cada vez más difíciles de cumplir, ya no bastaba con tener una cuenta solvente, un record crediticio impecable y movilizar sumas razonables de acuerdo al nivel de ingreso o ser cliente de más de 20 años, actualmente los bancos tratan igual de mal al cliente recién llegado que al que tiene 25 o 30 años de fiel y responsable relación con el banco.

Esto hay que evaluarlo en su justa dimensión, ¿qué significa para una sociedad que su población no tenga acceso al crédito bancario a través de un medio tan común como la tarjeta de crédito? En este desastre rojo todos hemos salido perjudicados y los bancos son parte de esa sociedad dañada, pero no de la misma forma que el ciudadano común, hay que decirlo.

Esa “igualación” por debajo que han hecho al menospreciar la trayectoria de los clientes es injusta, y los bancos se deben a sus clientes, sin ellos no tienen razón de existir. ¿Cómo es posible que a cuentas con trayectorias impecables de años las traten como a cualquier recién llegado? ¿No es en estos momentos difíciles donde precisamente ese comportamiento responsable debe ser recompensado con un trato respetuoso y solidario, porque el dinero que ellos tienen es el que deposita la gente? ¿Entonces?

Está claro que el dinero no tiene amigos y que nadie pone un negocio para perder, pero lo que los clientes de banco hemos visto estos últimos años es la aplicación de la Ley del Embudo, lo ancho para ellos y lo delgado, para los más vulnerables y tontos!! En esta grave situación que vive el país necesitamos salvarnos todos, no solo unos pocos… Y los bancos deben entender que se hacen cómplices de la violación de derechos contra sus clientes cuando aplican normas sobrevenidas que perjudican los intereses de las personas, como tantas que a través de SUDEBAN se han impuesto, todas esas violaciones pueden ser reclamadas cuando se recupere el Estado de Derecho y no servirán excusas como la “obediencia debida”; no sirve para los militares y tampoco para los banqueros.

¿Para qué entonces quedaron los bancos en Venezuela? Solo son útiles porque ante la falta de efectivo sus plataformas de pago virtual son las que permiten que la economía aún funcione? ¿Perdieron su función de intermediación financiera? Y en esto no se salva ningún banco privado, de los públicos no hablo porque al estar en manos de un Estado corrupto, poco les importa que estos quiebren, estos se comportan precisamente al contrario que los bancos privados, otorgan unos límites de crédito altos a gente que no tiene ingresos cómo honrarlos… Pero eso ya entra dentro del clientelismo político del régimen, es otra cosa!!

Francamente, la drástica reducción del micro crédito a una parte importante de la población trabajadora, que ya está sub pagada y agobiada por la hiperinflación, con una capacidad de compra sumamente limitada, se añade esto, las tarjetas de crédito solo son un triste recuerdo de tiempos mejores! ¿Quién sabe en qué porcentaje saldrán los índices de pobreza en la Encuesta de Condiciones de Vida ENCOVI?, si para el 2017 la población en condiciones de pobreza era del 87%, quién sabe a cuánto ascenderá y cómo se complicará esta situación en el informe que corresponderá al 2018. ¡Estamos mal y vamos a peor!

Al menos las tarjetas de crédito y los extra créditos permitían a la gente “bandearse” y sobrellevar con bastantes dificultades las economías domésticas: pagar médicos, comprar medicamentos, pagar reparaciones costosas, financiar gastos, etc. Ahora sin ese recurso valioso, el caldo se pondrá más morado para mucha gente… Incluso habría que pensar en si esta situación no ha agravado el éxodo de venezolanos fuera del país ¿con qué recursos se queda la gente para resistir el embate de la pobreza?. Los bancos están en su derecho de decidir a quienes le otorgan créditos pero las personas también tienen sus derechos como clientes, si han sido “buena paga”. Son tiempos muy difíciles pero, si mi problema no es tu problema, no te quejes cuando te quedes solo.

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Guayoyo en Letras