Crónicas Ibéricas Capítulo II
El motorizado y yo

Son las nueve de la noche en una iluminada y agitada Madrid, me muevo hacia la parada de bus más cercana al hotel y mientras camino, observo como cientos de personas andan con sus tablets, laptops y celulares, como si no existiera el mundo que les rodea. Quería gritarles “Por eso es que los matan… Los veo de titulares en Al Rojo Vivo… A llorar pa’ el Valle…” mientras aprieto mi Samsung dentro del abrigo, como si fuese Harry Potter y mis manos lo pudieran hacer invisible cuando venga algún motorizado.

Llego a la parada y me sorprende un grupo de tres chicas bailando al ritmo de Trap (una mezcla entre rap y reggaetón) despreocupadas de tener un altavoz llamativo en plena calle, además de estar haciendo selfies con sus celulares de lujo para mostrar el último reloj inteligente de Apple, en fin, reconocibles a kilómetros de distancia. Yo sólo pensaba “Si me quedo aquí me roban, me violan, me matan y me vuelven a violar, fijo”

Justo cuando decido ir hacia otra parada de autobús, mis miedos se confirman todos al mismo tiempo, cuando escucho un sonido tan característico para todos los venezolanos, que nos da más miedo que El Chupacabras, Chucky y el Coco juntos… ¡Rum! ¡Rum! Una moto se aproxima…

Mis rodillas se quedaron petrificadas y mi cuerpo totalmente inmóvil,  pero mi cerebro a toda marcha pensaba en la despedida que le tendría que dar a los hijos que no tengo y el testamento sobre el dinero que aún no gano.

La moto con dos ocupantes se detiene frente a nosotros y el único movimiento que fui capaz de hacer, fue arrojarle mi Samsung a la cara del parrillero y gritarle “¡Coño no tengo ni un día en España y ya me van dejar mamando!”. El aparato rebota contra su casco y cae al suelo, mientras las chicas apagan la música y dejan de bailar para verme asombradas.

Suceden unos segundos que para mí fueron mil horas. El parrillero agarra el celular del suelo y me lo entrega en la mano, acto seguido dijo las palabras que me hicieron sentir el ser más afortunado y tonto del mundo.
“Tío ¿estas flipado? Yo no quiero que os maméis nada, simplemente avisaros que el autobús está en un atasco fuerte un par de kilómetros atrás y os recomiendo tengáis paciencia… por cierto, Bienvenido a España tronco…”

Que complicado es ser un venezolano en Madrid…

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Guayoyo en Letras