Un hombre de ciencias

El dr. José María Vargas fue hombre dedicado a múltiples actividades de distintas ramas científicas, no solo a la medicina como piensa mucha gente. Si bien era médico famoso entre los de su tiempo, no descuidó otras disciplinas para las cuales estaba debidamente preparado.

Ejerció la carrera en Puerto Rico y Venezuela durante varios años, pero en su tiempo libre disfrutaba ocupar su mente en la tarea de clasificar plantas y minerales, así como el estudio de las aguas termales. Otro dato poco conocido por muchos es que, además de dedicarse a sanar humanos, éste sabía también curar animales y disfrutaba mezclarse en los asuntos de la veterinaria, ciencia que en aquellos tiempos se hallaba en su etapa rudimentaria.

Así lo prueba un informe publicado por él en el periódico “Gaceta de Venezuela” a mitad del  año 1933, durante la primera presidencia del General José Antonio Páez. En éste da cuenta sobre una epidemia que azotaba a los caballares y mulares en múltiples regiones del país. Se trataba de un mal bautizado como “desrenguera” causante que las bestias empezaran a renquear con las patas traseras y luego se echaran para esperar la muerte por inanición.  Aquello afectaba los negocios de todo ámbito ya que el transporte humano y de mercancía era de tracción a sangre.

Expone el dr. Vargas el caso de una mula afectada por la enfermedad que logró recuperarse después de su diagnostico y tratamiento.

-Deseábamos tener noticias exactas de su historia y síntomas para proponer algún ensayo acerca de su método de curación y preservación. Habíamos oído ideas muy generales cuando se nos ofreció la ocasión de hacer una tentativa en una bestia llegada a esta ciudad con el mal llamado desrengadera. Todo nos conducía a creer que provenía de la influencia de una estación seca y demasiado calurosa, y que consistía en una grande irritación o inflamación de los órganos de circulación de la sangre y de una determinación desigual de ella a aquellas partes más predispuestas, como el espinazo en sus diferentes regiones.-

En cuanto al estudio de la bestia en cuestión, determinó lo siguiente:

-Concebimos que esta determinación en la sangre y de la inflamación a la porción posterior del espinazo causaba allí una acumulación, una especie de apoplejía del órgano de la médula que contiene, y de aquí una perlesía de los extremos de atrás y aun de la vejiga de la orina y del recto o ultima porción de las tripas.-

Basado en aquel diagnostico, aconsejó al dueño de la mula que la hiciese sangrar copiosamente cuanto antes y le suministrase un purgante de sal de higuera. También le dijo que luego de desangrarla le aplicara un botón de fuego o un toque con un hierro encendido en seis puntos diversos, pero aproximados a los lados del espinazo, sobre las ancas y los riñones, tres de cada lado.

-Todo fue practicado con puntualidad por el amo de la bestia, que además, después de haberle hecho las seis quemaduras, se las hizo diariamente con un ungüento de basilicón fuerte mezclado con polvos de Juanes o precipitado rojo. El resultado ha sido muy feliz; la mula empezó a levantarse, ha ido caminando y corriendo y hace muy pocos días que se nos ha informado por el dueño de ella que está perfectamente buena.-

El gobierno de Páez recibió de distintas partes del país varias comunicaciones en las que se hacía referencia a la “desrengadera” que estaba diezmando los hatajos de caballos y mulas a lo largo y ancho del territorio. La enfermedad amenazaba con acentuar la crisis económica que atravesaba la República tras la guerra de independencia y la separación de Colombia. Se trataba de un asunto gravísimo.  

La recomendación del dr. Vargas, como vocero del gobierno y experto en temas de sanidad, fue la misma que le dio al dueño de la mula del experimento, pero agregando un par de sugerencias.

-Al mismo tiempo, conviene dar a la bestia enferma agua de guásimo o malvas en gran cantidad, refrescarle la cutis con la untura de mantequilla fresca, como sabemos se ha hecho con buen suceso, e irle dando alimento de un modo gradual cuando ya vaya saliendo del mal.-

A mitad del escrito confiesa saber poco de veterinaria y sobre el trato de animales, pero se atreve a realizar recomendaciones preventivas para el porvenir.

-Con el temor que inspiran las pocas luces que tenemos del ramo de la industria de la cría de bestias y de las circunstancias de los lugares en los que reina esta epidemia, nos atrevemos a proponer como medios preservativos todos los que se dirijan a refrescar los animales untándolos de con grasa o mantequilla fresca, o lavándolos con alguna agua mucilaginosa como la de malvas, guásimo, etc., o poniéndolos a la sombra y a todo abrigo del excesivo calor en cuanto sea practicable, no forzándolos mucho al ejercicio violento y purgándolos de vez en cuando.-

Se nota la preocupación del célebre médico sobre las carencias del capital humano destinado a los estudios de veterinaria al finalizar la nota.

-Sería muy de desear que los hombres de luces y práctica en la cría de bestias y que conocen bien el país interior en que existe, se dedicaran a pensar muy seriamente el medio de prevenir en lo venidero y ahora mismo la continuación o repetición de este terrible mal en otras estaciones análogas a las de este año. El cuido de las bestias, su refrigeración, el modo de alimentarlas, el tiempo de purgarlas, su guarda a las veces en los corrales o establos en los que se las encierre para dormir y el conocimiento de sus enfermedades y los remedios de éstas no son objeto bien entendido en nuestro país.-

-¿Y quién duda que este género de luces es uno de los más preciosos para los progresos de su riqueza y comodidades?-

Jimeno Hernández
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