¿Hay un modelo universal de democracia?

He escuchado de vez en cuando afirmaciones referidas a que determinados gobiernos del mundo tienen modelos sociopolíticos democráticos que son considerados como “ideales”. Estas afirmaciones, por otro lado, plantean la idea de que estos modelos deberían ser imitados parcial o totalmente en otras latitudes del mundo, en aquellos territorios donde las democracias serían imperfectas o inexistentes de plano.

Esta es una cuestión debatida ampliamente en la ciencia y teoría políticas a lo largo de la historia. Aquí no intento reproducir dicho debate, sino establecer un argumento determinado sobre él.

 

  • Particularidad de los modelos políticos

 

Montesquieu afirma en el libro primero de El Espíritu de Las Leyes que las leyes de una nación deben estar tan adecuadas a su pueblo que difícilmente estas leyes puedan ser igualmente aplicables en una nación distinta. El filósofo político francés afirma que estas leyes deben adaptarse al estado físico y clima del territorio, así como también a las diversas aptitudes de las personas que conformen su pueblo, así como también a su religión.

Me baso en esta idea para argumentar que cada nación desarrolla a lo largo de su curso histórico el modelo político de mayor compatibilidad con los rasgos sociales, históricos, bélicos, económicos, territoriales y demás que han caracterizado el devenir histórico de esa nación. Los modelos políticos que surgen y se suceden en el tiempo son el resultado lógico de los diversos procesos que van ocurriendo, consecuencia directa de las variables determinantes de orden múltiple.

 

  • Particularidad de los pueblos

 

Puede derivarse de lo anterior que cada nación constituye una totalidad compleja única e irrepetible. Puede haber países con situaciones sociopolíticas y económicas similares en tiempo presente, pero el curso histórico de cada una causa diferencias que condicionan su actualidad y sus formas de organización.

La organización política depende, al mismo tiempo, de la organización social y de las aptitudes y conductas de las personas, así como también de su reacción a determinados eventos y posturas de la dimensión supraindividual de la vida.

Un pueblo de personas sin espíritu de lucha puede facilitar el ascenso de una figura autoritaria y su prolongación en el poder; en cambio, una sociedad conformada de personas que hacen respetar sus derechos y dignidad humanos fundamentales puede resultar en una organización política con una fuerte institucionalidad.

Cada pueblo crea el modelo político que corresponda con sus aptitudes y carencias. La relación gobierno-sociedad civil en cada Estado es única en esa nación, por ende, no puede ser completamente transferible a otras; las condiciones sociohistóricas de una nación pueden no ser fértiles para todo el entramado de relaciones jurídico-políticas que caracterizan el modelo político que se quiere transferir.

 

  • Sobre la democracia liberal y su universalización

 

Desde la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, eventos que ocurrieron en la última década del siglo pasado, el modelo de Democracia Liberal desarrollado principalmente por Estados Unidos se pensó como la forma político-ideológica que se expandiría masivamente por el mundo. Famosa es la tesis de Fukuyama sobre cómo esto indicaría el “fin de la historia” entendiendo a la historia como el curso de desarrollo determinado por la evolución de las ideas.

El problema con afirmar que la democracia liberal es el modelo sociopolítico e ideológico perfecto de la humanidad al cual todos los Estados deben aspirar es que se desconoce que muchos de esos Estados pueden no reunir el conjunto de características sociales, políticas, ideológicas, estructurales e históricas necesarias para alcanzar dicho modelo de gobierno.

La evolución histórica de Estados Unidos le ha llevado a constituir el modelo político por el cual se rige; los eventos que sus ciudadanos han atestiguado y creado desde antes de su independencia hasta ahora generaron un sendero que solo a ellos pertenece.

 

  • Conclusión

 

Aparte de las razones previamente expuestas, otro de los factores por los cuales considero que no existe un modelo de democracia de aplicación universal es que lo que conocemos por democracia varía mucho dependiendo de los criterios que sean utilizados para determinar qué modelo político es democrático y cuál no. En otro artículo he tratado esta cuestión.

Reconocer el carácter democrático que puede tener un modelo político es una cuestión sumamente difícil por la diversidad de criterios en juego, además de los intereses que están detrás del uso y desuso de uno u otro lugar de enunciación.

 

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