Lágrimas en la oscuridad

Son las 5:00 de la tarde…Un apagón deja incomunicado a un país entero. Parte de ese país se encuentra en una sala de emergencia en un hospital de la ciudad.

Pasan las horas, todo era incierto, nadie sabía qué pasaba… Ni la hora podríamos saber.

Ante el silencio y la incertidumbre llega un joven herido, los médicos corren a atenderlo en la oscuridad; uno de ellos alumbra con un celular mientras el resto trata de curarlo.

A las 7:00 de la mañana del día siguiente…Llegan los pacientes por sus diálisis, “no hay luz, tienen que esperar” es la respuesta que reciben. La tristeza llega, el desespero se apodera, ¿cómo pedirles calma cuando se trata de la vida?

Se cumplen 24 horas sin luz…Llega una mujer embarazada a punto de dar a luz, su estado era complicado, los héroes con capa lo han intentado… Pero se han ido, en medio de la oscuridad, la mujer y su hijo se han ido. Los médicos se lamentan, lloran, sufren.

Ahora se cumplen 30 horas sin luz…Los habitantes pierden sus alimentos: la carne se descompone, el pollo también, queda poca agua en la pimpina, ¿cuándo llegará la luz? Aumenta el desespero ante la pérdida de medicinas por falta de refrigeración, “que Dios se apiade de nosotros” es lo que queda decir.

30 horas de torturas sin piedad, 79 asesinados, 30 horas de sufrimiento, hay lágrimas en la oscuridad. No hay quien calme el desespero.

Tengo que medir la tensión, dice mamá, cómo hago, qué hora es, me toca la pastilla; “No lo sé, no hay hora, ten calma”… no sirve de nada.

8:00 de la noche: Todos encerrados, el delincuente se apodera de la noche y azota a los vecinos… “Tengan cuidado, hay algunos raros queriendo meterse a las casas”, dice el vocero de la cuadra.

Y mientras sufrimos

¿Vamos bien? No.

Pasan las horas, seguimos sufriendo.

¿Vamos bien? No.

El país agoniza en medio de la oscuridad.

¿Vamos bien? No. Vamos lento y aumentan las lágrimas en la oscuridad.