La inclusión del indio

Uno de los pocos avances que logró el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, sino el único, fue la inclusión social de los grupos tradicionalmente marginados de la política y de la sociedad boliviana.

No exagero al decir que en estos últimos 14 años, muchos campesinos, indígenas, obreros y otros, se sintieron verdaderamente empoderados y por primera vez bienvenidos no solo en la política, sino también en lugares antes reservados exclusivamente para las clases altas, como centros comerciales, gimnasios, restaurantes y otros.

Ese proceso de inclusión social que hoy es una realidad innegable y afortunadamente también irreversible, vino acompañado de una evidente y necesaria disminución de la discriminación y del racismo, que antes eran prácticas muy comunes y hasta socialmente «aceptadas» por algunos grupos y castas familiares.

Por esos motivos, llama poderosamente la atención que el ex vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, publique un artículo desde su exilio en México, intitulado «El odio al indio», en el que pone en duda todos estos avances.

En efecto, con la clara intención de justificar su cobarde huida del país, García acusa a «las clases medias urbanas» de haber incubando un «odio racial» de tipo «fascista» en contra de «los indios», «las mujeres de pollera» y «los campesinos».

De acuerdo a su interpretación, ese “odio racial” se debe al rechazo de las clases medias urbanas a la “democracia sustancias” y a la «igualación social» que habría promovido el gobierno del MAS y también a una suerte de retorno a lo fue “una característica de la sociedad colonial: la etnicidad como capital, es decir, del fundamento imaginado de la superioridad histórica de la clase media por sobre las clases subalternas».

Sin embargo, si esto fuera cierto, si habría “un odio racial” de los citadinos en contra de los indígenas y campesinos, entonces el MAS también habría fracasado en consolidar esa inclusión social que, insisto, fue de lo poco que creímos que habían dejado.

De hecho, al contextualizar y contrastar lo que dice el artículo de referencia con lo que hemos vivido los bolivianos en el último tiempo en términos de inclusión e integración social, con una evidente mayor participación de los históricamente excluidos en las grandes decisiones del país y en la vida en sociedad, podemos concluir que todas esas conquistas, no se lograron gracias al MAS, sino a pesar del MAS.

Ciertamente, aunque la propaganda oficialista efectivamente nos vendía la imagen de un gobierno integrador, liderado por un indígena defensor de los derechos de los marginados y de la madre tierra, en el fondo la estrategia del gobierno de la MAS era dividir e incendiar.

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