La muerte del Libertador

El año 1831 comenzaba prometiendo una borrasca en el panorama político. El Libertador Simón Bolívar había fallecido el 17 de Diciembre anterior en la quinta San Pedro Alejandrino de Santa Marta, pero la noticia no llegaría a Caracas sino un tiempo después.

Dejemos sea Sir Robert Kerr Porter, primer cónsul y encargado de negocios de la Gran Bretaña en Venezuela, quien nos relate, a través de las entradas de su diario, lo acontecido esos días en Caracas. 

Viernes 7 de Enero

El correo de Valencia trajo los informes siguientes: una carta de Maracaibo, en la cual se afirma que la población de Santa Marta se había levantado contra el partido bolivariano y se había apoderado de la persona del general Carreño y Carmona, y que Bolívar estaba peligrosamente enfermo de disentería en La Popa, Cartagena; también que el general Páez había recibido cartas de La Grita afirmando que desde Cartagena se decía también que el Libertador tenía disentería; y se le había trasladado de La Popa a Turbaco, pueblo cercano a Cartagena, donde había muerto pocos días después. Si esto no es cierto, es sin duda el colmo de las mentiras. Dudo mucho lo de su muerte, pero creo que es cierta su enfermedad.

Durante casi un mes se mantuvo Sir Robert mantuvo en vilo, esperando noticias sobre el estado de salud del Libertador, así como si aquello de su deceso era verdad o embuste.

Viernes 4 de Febrero

De Valencia nos llega la noticia que el general Bolívar murió cerca de Santa Marta el 13 de Diciembre pasado. La información llega de forma muy detallada, y si es cierta, en cuestión de días tendremos la confirmación, En la ciudad no se habla más que de esto.

Sábado 5 de Febrero

El informe de la muerte de Bolívar es creído por unos y negado por otros. Los de la escuela reformista creen, pero los del sistema central, no. Yo lo creo firmemente. No tenemos noticias oficiales, pero lo siguiente es lo que ha sido publicado en uno de los periódicos de Caracas, y está escrito en un idioma menos insultante y mezquino del que usan estas gentes comúnmente, y también con menos sentimientos de ingratitud que de costumbre, hacia el hombre que, ciertamente les dio existencia como pueblo, y los libertó, gracias a su habilidad y perseverancia, del yugo del opresor.

Junto a esta entrada de sus crónicas, el británico transcribe la noticia publicada por “El Fanal”, periódico de circulación en la villa a faldas del Ávila y lleva por titulo “La muerte de Bolívar”. 

Por medio de una persona de confianza llegada de Valencia, se ha sabido que el Gobierno ha recibido informes oficiales de Maracaibo, que dan parte de la muerte del general Simón Bolívar, el 13 de Diciembre del último; que hizo testamento el día 10 y en él ordena que su cadáver sea embalsamado y enterrado en Caracas. Que su espada deberá ser entregada a la familia del general Sucre, que sus medallas sean enviadas a la República de Bolivia, y que sus propiedades, después de descontar cuarenta mil dólares que se le deben a un comerciante de Cartagena, se dividan entre sus hermanas María Antonia y Juana. 

A lo que posteriormente, Ker Porter agrega otro párrafo sobre la noticia que acaparaba la atención de todos durante aquel momento.

Desde que copié lo que antecede, las noticias han resultado ciertas. Un buque ha anclado en La Guaira y ha traído cartas para el general Carabaño firmadas por el general Ibarra, que actualmente se encuentra en Curazao. Bolívar murió el 17 y no el 13 de Diciembre, y para confirmar la verdad, el general Ibarra también envió la alocución del 17 acompañada por otra dirigida a las tropas en Santa Marta por el general Montilla, señalando a Bolívar como su Libertador y padre político. Así murió un héroe, y su muerte ha sido grandemente acelerada por la conducta de sus camaradas jefes en el poder. Pero en mi opinión, ya había llenado el destino que le había señalado la Providencia, como Libertador del país. Un año más de vida le hubiera convertido en su esclavizador, pues a pesar de todos sus talentos y patriotismo, creo plenamente que cada año futuro de su existencia en Colombia hubiera sido marcado por la guerra civil, la rebelión y la sangre, y en última instancia, por el aún mayor “éloignement” del objetivo que perseguía, es decir, la consolidación del país.

Actualmente no puede aplicársele a Colombia un sistema de gobierno central. No posee elementos para ello, y aún menos para uno que tenga forma de monarquía. Dividido y luego unido es el único sistema que promete prosperidad al país, tanto en lo abstracto como los concreto. Cuando digo unido quiero decir solo por tratado, sin vínculos federales, y si por fin fuera este el destino del país, tengo la seguridad de que los resultados demostrarían la verdad.   

Jimeno Hernández
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