El testigo de la transición

Una vez retirado de la vida política, Eleazar López Contreras envainó la espada para siempre, todo con el noble propósito de empuñar un arma distinta a la que estaba acostumbrado a utilizar desde su juventud. Entonces tomó una pluma, con el propósito de narrar el testimonio sobre acontecimientos de su extensa vida política.

En su primer libro, “Páginas para la historia militar de Venezuela”, publicado por la editorial “Tipografía Americana” en 1944, el General narra una interesante crónica sobre su trayectoria, que abarca desde sus inicios en la carrera de las armas en 1899, cuando apenas era un joven de 16 años de edad y formó parte de la en la invasión desde territorio colombiano para deponer el gobierno de Andrade; hasta el momento que entregó la banda tricolor, frente al Congreso Nacional, para investir al general Isaías Medina Angarita.

El capítulo XXII, titulado “Transición política en 1936”, explica el nuevo escritor lo sucedido aquel año, luego de la caída de la dictadura gomecista.

Como el movimiento reaccionario en todo el país no se redujo a pacificas manifestaciones, sino que se llegó a hechos de inusitada violencia, aunque su relato circunstanciado aparecerá en mi libro “Política y Administración”, he de señalar por el momento puntos de política que están íntimamente ligados con las diversas misiones que le tocó actuar al ejército. Difíciles días de prueba hubo de pasar la Institución Armada durante la enfermedad y muerte del general Gómez, Presidente de la República, y esa situación se prolongó durante todo el año de 1936.-

El general Juan Vicente Gómez falleció en Maracay, el 17 de diciembre de 1935, al año siguiente tuvo que encargarse López Contreras del gobierno, como Ministro de Guerra y Marina, tal como lo establecía la Constitución, pero el primer año de su gobierno no fue navegar aguas mansas. Después de la muerte del autócrata, el país entero se alzó en algarabía, hundiendo el territorio bajo las aguas del caos. Un sentimiento que llevaba un cuarto de siglo reprimido, soltó una chispa que generó un incendio.

-En el mismo seno del Ejército existían rivalidades o aspiraciones contrarias a la unidad de mando, como resultado de influencias familiares y de insinuaciones de presuntos caudillos militares o políticos, que esperaban la anarquía alcanzar sus probabilidades a la conquista del poder.-

Sin duda, el factor más peligroso del gomecismo era el primo del dictador, Eustoquio Gómez, quién se creía heredero natural del régimen del fallecido.

-En Maracay se logró dominar el conato de subversión que sigilosamente animaba el general Eustoquio Gómez, así como se dominó también la de la guarnición de Barquisimeto, influida por éste, y que como consecuencia de otros actos de carácter personal, desconoció las instrucciones que había recibido de no cumplir órdenes emitidas del Ministerio de Guerra y Marina, sometiéndose luego a esta superioridad legal; Maracaibo presenció el inmoral espectáculo de una lucha armada entre las tropas de la guarnición y las fuerzas policiales del Estado, por rivalidades de autoridad, que impidió la vigilancia o control policial sobre grupos bandoleros organizados, que saquearon casas particulares y establecimientos mercantiles, daños que más tarde hubo de pagar la Nación; en San Cristóbal, sólo la dirección del comando y la disciplina de las tropas, impidieron choques que se iniciaron con víctimas, entre el pueblo y un cuerpo de Sagrada del Estado; otros tantos activados se produjeron en Cumaná, Barcelona, La Asunción, Valencia, San Juan de Los Morros, San Felipe, Maturín, San Fernando de Apure, Acarigua, y fue, con el esfuerzo de las tropas regulares cómo se logró sostener los gobiernos que el pueblo quiso destruir o que pedía con violencia revolucionara que fuesen remplazados por indeseables.-

A López Contreras no le tembló el pulso para restablecer el orden en el país:

-Todas las guarniciones del país rindieron una tarea sobrehumana, pues íntegramente tuvieron que vigilar y defender el orden sin recurrir al expediente de armas, usado hasta entonces. Pero el suceso de mayor trascendencia y que conmovió más al sentido disciplinario del ejército, fue el que se desarrolló en Caracas el 14 de Febrero.- 

El general esperaba una manifestación pacifica, pero no fue así.

-El Gobierno confiaba en que se realizaría un movimiento cívico de miles de personas, presidido por elementos de la ciencia, letras, comercio y estudiantado; pero por obra de un centenar de radicales exaltados, se convirtió en un perfecto acto de delincuencia contra la sociedad, agravado por características de premeditación y alevosía.-

Esa tarde del 14 de febrero, unas treinta mil personas, encabezadas por Jovito Villalba y el rector de la Universidad Central, Francisco Antonio Rísquez, tomaron las principales plazas y calles de la capital, en una manifestación de magnitud jamás vista en el país. El poder de convocatoria del presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela demostró ser  impresionante. Al heredero del poder no le quedó otra opción que ceder ante la presión encarnada por la juventud y el descontento con los métodos del pasado.

Una cosa era sofocar movimientos armados dentro del Ejército, pero otra era manejar la protesta del sector civil sin reprimir y causar un estallido. Por ello, en un acto conciliador, declaró que las garantías constitucionales serían restablecidas; se liberarían los presos políticos; y los funcionarios vinculados al antiguo régimen serían inmediatamente relevados de sus puestos.

Así comenzó el gobierno de transición en 1936.

 

 

Jimeno Hernández
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