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Punto y seguido

En una llamada telefónica me dices que quieres escuchar perversiones, que te las diga, pero no siempre puedo hacerlo porque el idioma en el que soy perversa no es el que tú entiendes. Nuestras perversiones no necesitan palabras porque se dicen

María

María me seduce con sutilezas y atrae mi atención de forma inmediata. Recostada del espaldar de la silla resume su vida con nuestro primer café y yo le cuento parcamente la mía con los codos puestos sobre la mesa y las

Sabiendo lo que queremos

Señora divorciada viva conmigo, sea un poco joven y recupere unos años a mi lado. No hable más de su exmarido ni a mí ni a nadie porque nos cansa a todos. Quítese la camisa  y camine de la cocina al

Cual mandamiento

Para amarte borro la obscenidad de mis faltas y las horas son relámpagos cuando nos encontramos. Muerdo, rasguño y pellizco tu cuerpo alternando el peso y tú buscas con la boca el lado izquierdo de mi cuello. Parados frente al vestidor
Palabras

No hay más palabras

El jueves siete de agosto no había despertado con la intención de buscarte; la vida sin ti era normal, incluyendo los grandes torbellinos emocionales a los que me enfrentaba de vez en cuando y de los que lograba salir decididamente. Te
El borde de tu oreja

El borde de tu oreja

La lengua sale de la boca y roza con la punta el borde de tu oreja, entra y se mueve, sale y baja, lame tus labios, acaricia el cuello mientras los dientes muerden. En otra latitud del cuerpo las manos aprietan

Conmigo

Último sábado de Enero y comienzan a asomarse unos rayos de sol. La luz sale y se vuelve a esconder por la indecisión de un día nublado, blanco y fresco que a media mañana tiene cara de estar amaneciendo. Los perros
azul

Azul

Nos sentamos en la orilla de la churuata con los pies colgando a un metro del agua que nos separaba por los cuatro lados de una fortaleza de árboles. Detrás de ella estaba todo lo demás: la gente, el peligro, la

Los temblores de su piel

La grama suaviza el piso seco y duro en el que nos recostamos a las cinco y cuarenta y tres de la tarde. Comienza a sentirse el frío y es su excusa para acercarse un poco más mientras cierro los ojos
Guayoyo en Letras