Emergencias del sector salud: Malaria, deudas y Guillain-Barré

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Los obstáculos del sector salud venezolano van más allá del estado socioeconómico de los hospitales públicos y clínicas privadas. Según médicos y especialistas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), los casos de malaria en zonas de minería ilegal, el impacto del virus Zika en la vida de los venezolanos, así como el desabastecimiento en los laboratorios de bioanálisis son otras de las problemáticas actuales en el territorio nacional.

Los datos fueron presentados por expertos del Instituto de Medicina Tropical (IMT), el Hospital Universitario Clínico, la Federación de Colegios de Bioanalistas de Venezuela (Fecobiove) y el Centro Médico de Caracas en el simposio de la Sociedad Venezolana de Microbiología, como respuesta a la falta de información sobre la realidad sanitaria por parte de los entes oficiales.

Malaria y la fiebre de la minería ilegal

Según las cifras publicadas por el MInisterio Popular para la Salud (MPPS), el año 2015 cerró con un total 136,402 casos de malaria; pero de acuerdo a los datos presentados por el doctor Oscar Noya del Instituto de Medicina Tropical, la verdadera cifra de las infecciones ronda  los 300 mil afectados. El amplio ecosistema venezolano, el fenómeno El Niño y otras anomalías del cambio climático crean ambientes propicios para la epidemia de malaria. Según Noya otro de los factores impulsores de esta enfermedad son los campamentos de minería ilegal en las regiones del Amazonas y el Estado Bolívar. En Tumeremo, por ejemplo, los médicos atienden diariamente un estimado de 200 casos de malaria.

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El MPPS no posee datos actuales sobre los índices de paludismo severo y mortal

El abandono de los campos mineros por parte del Gobierno Nacional y la entrega de tierras para la extracción artesanal de metales preciosos crean focos ambientales importantes para el ciclo de vida del parásito. “Actualmente una onza de oro cuesta 1.200 dólares, es decir, 52 barriles de petróleo”,explicó el galeno. No es raro ver a personas proveniente de otras partes del país asentadas en los campos de minería ilegal, bajo precarias condiciones de vida. Estos nuevos mineros y sus familias no son inmunes a la picadura infectada del mosquito como lo son los habitantes de las zonas donde la enfermedad es endémica. La vida en la intemperie, el hacinamiento, la falta de cultura para la seguridad industrial y los pozos de agua estancada aseguran el desarrollo del paludismo.

Noya también destacó su preocupación sobre los frecuentes errores de diagnóstico de la malaria con enfermedades como dengue, infecciones urinarias y encefalitis; así como el poco conocimiento que tienen los mineros sobre la infección. Si los síntomas del paludismo no se atienden en las primeras 24 horas, estos pueden llevar a la muerte.

El galeno también aseveró que la malaria no es el único problema sanitario producto del impacto ambiental en las minas ilegales; también se registraron casos de VIH, sífilis, gonorrea, leishmaniasis y enfermedades respiratorias.

Según el doctor, muchos de los pacientes mal diagnosticados regresan a las ciudades en condiciones de gravedad. “Son casos mortales. Cuando se devuelven estas personas llegan en estado severo de malaria y es muy difícil ayudar a un paciente que tiene insuficiencia renal, respiratoria y otro tipo de complicaciones”, concluyó el especialista.

¿Qué pasa con el Zika?

Imagine la siguiente escena: usted fue diagnosticado con el virus del Zika. Sufre de intensos dolores de cabeza, conjuntivitis, dolores articulares y fiebre; no parece ser nada grave, pero dentro de unos pocos días, los médicos sumarán a su diagnóstico un trastorno de tipo autoinmunitario llamado: Guillain-Barré. El cuerpo se empieza a atacar a sí mismo. Usted se siente débil, tembloroso, paralizado. No hay insumos y la burocracia no lo considera una prioridad. Sus médicos se quedaron sin opciones.

Según la doctora María Landaeta son tres las muertes por Guillain-Barré en relación con el Zika dentro del Hospital Universitario Clínico, debido a los “complicados procesos de alcabalas” por los que tienen que pasar los especialistas para  proveer a sus pacientes de los tratamientos básicos. “Cuando el paciente se cura o se muere entonces te llega la respuesta del MPPS diciendo que la persona ya no amerita la inmunoglobulina y que por eso no la van a enviar”, comentó Landaeta.

Otro de los métodos para tratar esta enfermedad es la plasmaféresis, un proceso donde se extrae toda la sangre del paciente y se separa el plasma de los glóbulos rojos, glóbulos blancos y las plaquetas para eliminar los anticuerpos que atacan al afectado de Guillain-Barré. Sin embargo, se necesitan grandes cantidades de la proteína albúmina para completar el tratamiento, y este es otro de los productos farmacéuticos de difícil adquisición. Según un reporte del diario El Nacional, la empresa venezolana Quimbiotec producía el 95% de los hemoderivados para abastecer al país.

De acuerdo con la doctora Landaeta, la vacuna para el Zika se encuentra en una fase poco madura y no será suficiente para ofrecer protección en las zonas más afectadas por el virus. “Va a llegar muy tarde para nosotros que ya presentamos una epidemia; pero va a servir para cuidar a las embarazadas y sus bebés en futuros brotes de la enfermedad”, finalizó.

Laboratorios que se desangran

“En muchos hospitales tuvimos que unir el laboratorio de emergencia con el de rutina para optimizar los recursos, entonces no podemos discernir entre una muestra de prioridad y una habitual”, dijo la bioanalista María Cabrera. Esto significa que en los laboratorios clínicos los especialistas no reciben información de qué paciente requiere sus analíticas en cuestión de horas y qué paciente puede esperar unos días más. La falta de reactivos los llevó a cancelar pruebas hematológicas y seguimientos de los afectados por el cáncer.

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Algunos laboratorios tampoco pueden ofrecer perfiles tiroideos, ni pruebas rutinarias para la diabetes. Según Cabrera en el año 2002  esto sucedía  en los laboratorios públicos, pero ya en el 2016, el problema alcanzó a los laboratorios privados. “¿Cómo me va a preguntar el MPPS que por qué necesito utilizar tantos  tubos para las muestras de los pacientes? Estas personas no tienen la más mínima idea de lo que significa el laboratorio clínico”, dijo Cabrera.

Las cifras presentadas en el simposio mostraron un 71% de escasez en insumos para las hematologías y un 80% para las pruebas especiales. Cabrera también declaró sobre casos de pacientes que viajaron hasta Colombia para hacerse los exámenes de índices tumorales. En otros números, el 50% de los hospitales públicos  no tiene laboratorios de bacteriología y del 50% restante, 80% presenta “fallas severas” y 25% de ellos están cerrados. Debido a la deuda con las casas comerciales en el exterior, los productos clínicos solo se pueden adquirir al contado. Cabrera también denunció el envío de reactivos químicos a los laboratorios por parte del Ministerio del Poder Popular para la Salud que no cumplen con los procedimientos del control de calidad por el Instituto de Higiene. “Si usted hace un examen con esos reactivos y da como resultado un diagnóstico erróneo, el ministerio no va a venir a defenderlo”, advirtió la bioanalista.

El simposio de la Sociedad Venezolana de Microbiología se celebró en un aula pequeña, frente al Hospital Universitario. Poco a poco los asientos se llenaron de estudiantes y profesionales en batas blancas. El silencio inundó el auditorio de Dr. Andrés Gerardi. “Estoy muy contento de estar en la casa que vence las sombras”, dijo el doctor Manuel Guzmán a sus colegas, que ante la crisis sanitaria y el “escondite” de información por parte de los entes oficiales, decidieron exponer investigaciones propias y la de sus pares en el exterior. Sus datos mostraron lo que las cifras oficiales ignoran:  malaria, ilegalidad y diagnósticos sin cura.

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