Los niños de la crisis: Hambre y muerte

Los niños de la crisis

Los niños se convirtieron en los otros rostros de la crisis venezolana. Una generación que deja los pupitres vacíos por ir (con mamá) en busca de “la bolsa de comida”; una generación más enferma, más pequeña, enjuta.  Los casos se resumen en números: 37 niños muertos por malnutrición en Alta Guajira, los seis menores de edad que se quedaron sin tiempo por falta de medicinas, 10 infantes del Hospital J.M de los Ríos sin posibilidad de trasplante renal y 166 neonatos fallecidos en la Maternidad Concepción Palacios en lo que va de año.  Teteros de maicena y agua de zanahoria que no son suficiente para alimentar.

“La familia deja de comer para poder alimentar a sus niños”, contó a Guayoyo en Letras la especialista en hematología del Hospital JM de los Ríos, Susana Pachano. La doctora afirmó que los padres de niños enfermos hacen cuanto pueden para mantenerlos con vida. Según Pachano, algunos padres perdieron hasta 18 kilos de su peso corporal.

“Vemos muchos casos de anemia y desnutrición”, dijo la Hematólogo de JM de los Ríos, Susana Pachano.

“El impacto es  grande. Hablamos de niños con necesidades muy especiales”, comentó la hematólogo. Los padres alcanzan a darles el almuerzo y la merienda, para así superar la jornada. Ya no se pueden permitir seguir el régimen nutricional que les sugiere el hospital.

En el caso de los pacientes oncológicos, las consecuencias de la mala alimentación se reducen a la muerte. Necesitan un alto índice calórico para soportar los embates de los tratamientos. “Ya no pueden luchar contra la formación de tumores y sus posibilidades de complicación son mucho mayores”, acotó Pachano.

Pequeñas víctimas

759 millones de personas sufren las consecuencias del hambre alrededor del mundo; y en los países en vías de desarrollo, los niños se llevan una buena porción de esa cifra. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 66 millones de infantes en edad escolar, asisten a clases con el estómago vacío. Se estima, que en los países más pobres, dos de cada tres niños sufren retrasos en el desarrollo por malnutrición.

De acuerdo con la doctora Pachano, las consecuencias de la desnutrición infantil siempre existieron y continuarán existiendo en el país. Estos niños que crecen con sistemas inmunes debilitados, problemas de aprendizaje, pérdida de musculatura cardiovascular, daños hepáticos, renales y otros padecimientos irreversibles que los acompañarán a lo largo de su vida.

Algunos dejarán la escuela para verse obligados a vender las nuevas promociones de chicles y lápices en los vagones del metro, otros seguirán en las colas junto a sus madres, metidos entre el gentío desesperado;  y unos cuantos hurgarán dentro de la basura. Esos son los niños de toda una nueva generación que tuvo 14 años para madurar.

El Gobierno venezolano se jactó una vez de haber acabado con el hambre y el analfabetismo en el país. En el 2012, la directora del Instituto Nacional de Nutrición (INN), Marilyn Di Lucca informó que casi el 100% de los venezolanos tenía acceso a tres comidas diarias.

Pero el boomerang histórico nos dejó dos niños muertos por ajustes de cuentas en la euforia hambrienta  de los productos regulados y un Linfoma no Hodking que pudo ser curado. Los desenlaces, como las coyunturas sociales, siempre son volátiles; porque seguramente la directora del INN nunca imaginó que  los jóvenes se desmayarían hambrientos en las aulas de clase, las loncheras cargarían sobras y que los casos de muerte por malnutrición harían repunte; a lo mejor,  pensó que aquel cuento de la leche con perrarina era algo viejo, que era un “no volverá”.

Los niños de la crisis

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Guayoyo en Letras