Recordando un testimonio de coraje

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Consabido, el asedio es cada vez mayor e, incluso, hubo el intento de asaltar el hemiciclo en plena sesión. Gracias a la inmediata y corajuda respuesta del grueso de los parlamentarios opositores y el desarmado como escaso personal civil de seguridad, el grupete violento retrocedió, aunque la bancada oficialista y la Guardia Nacional que, se supone, custodia la sede, no ha dado respuesta convincente alguna.

En las jornadas siguientes, la Asamblea Nacional persiste como escenario de riesgos y peligros. De difícil ingreso y egreso, paradójicamente cuando se llama a diálogo, hubo colegas agredidos más allá de la palabra. Sin embargo, tres rápidas reflexiones vienen a nuestro espíritu.

Quizá el mayor heroísmo es el que no se reconoce como tal y, siendo legítima la difusión de nuestra presencia en la cámara, como ocurrió – por ejemplo – con los parlamentarios de Vente Venezuela, dejando constancia, nadie reclama el reconocimiento con el superior acento que merece todo el pueblo venezolano que soporta estoicamente una dictadura que, apenas, muchos se permiten admitirlo ahora. Pueblo jamás resignado, espera de su dirigencia la claridad de sus orientaciones, la perspicacia de sus acciones, pero también el vivo testimonio de sus luchas.

Inevitable, el frustrado asalto nos remitió a otras situaciones del pasado período legislativo, acaso, más delicadas, graves y difíciles porque la minoría opositora debió lidiar con la mayoría gubernamental, los palcos y demás espacios repletos de sus partidarios, agentes encubiertos de cualquier ralea y una turba recurrente que siempre estuvo a la caza en las inmediaciones de palacio. La salvaje golpiza en la que salimos heridos numerosos diputados, fracturados indeciblemente María Corina Machado, Julio Borges y Américo de Grazia, en abril de 2013, no impidió sostener y profundizar en una postura firme frente al régimen.

Probablemente, el momento más dramático y del que ella nunca hizo estridencia, fue cuando María Corina resultó inconstitucionalmente destituida de la curul y, tomado militarmente el lugar por varias semanas, por cierto, se le impidió el acceso al Palacio Legislativo: lo intentó desde la esquina de Pajaritos, sitio al que llegaron prestos los colectivos armados. Acaeció mientras la Asamblea Nacional sesionó con su mayoría y su minoría de entonces, pero ella – acompañada por pocos colegas – selló un testimonio de inmenso valor que, hoy, dándonos fuerza, recordamos.

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