Política para la paz en Venezuela es la violencia

Tres aspectos centrales debemos tener en cuenta para leer y seguir leyendo estos días a Venezuela.  Violencia, política y paz. Punto medio: la política; punto final la paz. Pero un grupo quiere una ‘paz’ reprimiendo y otro grupo una ‘paz’ electoral.  

Y el asunto está en el primer punto de esta triada: La violencia. Johan Galtung explica con sencillez desde la teoría ‘triángulo de la violencia’ que existen tres violencias.

 

  • Violencia directa. Ligada al comportamiento del individuo. Es clara y visible, resulta sencillo detectarla y combatirla.

 

 

  • Violencia cultural.  Se da desde las actitudes de la persona.  Expresada por los medios ya sean desde la religión, la ideología, el lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación y otros. Pero que viene a legitimar a la violencia directa (primer punto del triángulo) y la violencia estructural (tercer punto del triángulo), así como de impedir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrecen justificaciones, argumentos y excusas.

 

 

  • Violencia estructural. La más dañina. Es la que formula todas las estructuras de satisfacción y promuévela negación de las necesidades.

 

Aquí la ‘violencia’ puede jugar un papel importante para ambos grupos políticos. Porque puede ser impulso para rechazarla y soñar, o impulso para gobernar mejor. Una tentación!

¿Que acontece entonces?

Primero, que la violencia directa, siempre la hemos tenido, momentos más visibles que otros, sin embargo, hoy envuelve físicamente a todos los venezolanos vulnerables, dejando de ser unas ‘sensación’ como se quiso ver en un tiempo, y se convirtió en una realidad constante.

Segundo, hemos entrado en una violencia cultural, que seguro ha estado con nosotros en muchos momentos, pero que en los últimos años, mediado por la ideología, el lenguaje político y los medios de comunicación, nos han hecho cómplices o victimas de tal violencia. O es que no hemos escuchado o dicho algunas vez: Apátrida Burgués, Capitalista, Diablo, Escuálido, Fascista, Golpista, Kiluo, Majunche, Oligarca, Pitiyanki, Sapos, Vendido, Xenofóbico, Zamuros, ‘chavista’, y los de moda ahora ‘terrorista’ y ‘mariposón’. Pero no es asunto de un el termino, esta cultura, remite a la actitud personal, y desde luego mi actitud como pueblo, como sociedad.

Y la tercera, la más dañina, es la más compleja, la más difícil de poner en letras, porque ya no es teoría, ni palabras, ni discursos… son hechos constantes que afecta el presente, y más doloroso aún, afecta el futuro. Tiene que ver con la ligereza de los gobernantes de negar el mal, la crisis, el caos y todo lo demás que estas tres palabras pueden decir, no solo es una negación, es también la promoción de no querer reconocer, ‘¡porque estamos bien y no pasa nada!’. Pero también de la ligereza de los líderes de la oposición, que por sus intereses personalistas han dejado de marcar en la agenda el interés del país por lo partidista, hoy es notorio otro tono en su liderazgo, al menos más unido. Ambos grupos juegan con candelas, estamos entre la barbarie de uno grupo y la resistencia del otros. Con la tensión que la resistencia se convierta en barbarie también.

No podemos dejar que la política para la paz del país tenga como punto de partida la violencia, no se diga más que represión genera violencia, los voceros de la oposición deben seguir marcando el punto de la resistencia en la defensa de los derechos de todos los venezolanos, del orden constitucional y el rescate de la democracia.

La política para la paz en Venezuela, tiene que tener los ojos en la reconstrucción del país, en la reconciliación nacional y la paz para todos.  

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Guayoyo en Letras