Colossal: a veces se tiene un problema así de grande

Colossal, la nueva película del cineasta español Nacho Vigalondo, es un buen ejemplo del cine de autor libre y muy personal. La historia, que es de fantasía, plantea la existencia de un monstruo con tanta naturalidad, que atrapa al espectador. Así, se crea una lógica dentro del devenir de acontecimientos inverosímiles. Al principio es necesario prestarse a creer la trama, y poco a poco será fundamental tomarse la cinta en serio.

La película cuenta con las actuaciones de Anne Hathaway, Jason Sudeikis y Dan Stevens. La trama: Gloria, una joven sin trabajo decide mudarse de Nueva York de vuelta a su pueblo de origen. Es alcohólica, y su afición por salir de fiesta con sus amigos ha hecho que su pareja decida poner fin a la relación.

 

Se instala así en la casa de sus padres que está vacía, pues ellos viven ya en otra parte, y poco a poco, y de manera totalmente errática, intenta reconstruir su vida. Pero la aparente calma que la rodea no dura mucho, pues su pasado empieza a cobrar vida, de una manera que ella no espera.

Se reencuentra con Oscar, un amigo de la infancia que le ofrece trabajar en su bar –sí, una chica adicta al alcohol sirviéndole bebidas alcohólicas a otros-. Y por si fuera poco, se ve impactada por una noticia inesperada: en Seúl, Corea del Sur, ha aparecido un monstruo gigante a lo Godzilla, que es una amenaza para sus habitantes. Este acontecimiento, ya de por sí inverosímil, cobra otras dimensiones cuando Gloria se da cuenta de que el monstruo está relacionado con su vida. A partir de allí comienza una búsqueda para aclarar la situación y… tratar de resolver todo aquello.

La trama, narrada como una comedia, y en ocasiones como una historia romántica, en realidad nos revela un tema bastante serio, el del abuso. A través de la fantasía el director deja entrever una situación que puede ser muy común, por lo que le aporta a su cinta mucho más valor que el simple hecho de ser original.

Por otra parte aparece el simbolismo del monstruo, que pudiera significar, cómo los problemas de una sola persona pueden en realidad tener dimensiones colosales.

La película tiene a su favor que nos deja un buen sabor de boca, además de hacernos sentir que hemos visto algo diferente. Eso sí, sus parecidos con Godzilla son tales que el equipo de producción recibió una demanda por ello. Pero esto al espectador poco puede importarle, puesto que dentro de una industria llena de refritos como lo es la del cine actual, esta obra de Nacho Vigalondo resulta sin duda osada. Ver Colossal es una experiencia grata, porque nos demuestra que el cine es un arte en el cual se puede literalmente hacer cualquier cosa.

Sabrina Tortora
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