Salones con hambre

Hoy Venezuela conjunto a todos sus problemas, tiene un gran reto por delante, el educativo, el cual forma el pilar fundamental de toda sociedad, pero lamentándolo mucho no es el pilar a priori del actual sistema de gobierno, donde lo pedagógico ha pasado a segundo plano y lo político prevalece, la gran parte de nuestros adolescentes no está saliendo con las condiciones dadas para afrontar la universidad, el índice de deserción escolar ha ido en aumento, para el mes de mayo en las escuelas estadales de Miranda un aproximado de 10.000 niños dejaron la escuela, cifra que puedo dar con veracidad, ya que trabaje en la gestión educativa de la gobernación entre el 2016 y 2017, es decir, a nivel nacional pueden haber más de 500.000 niños que han dejado la escuela, uno de los principales factores del ¿Por qué la deserción? Se origina en la falta de alimento, muchos de los niños han tenido que irse a hacer largas colas con sus padres para adquirir productos de la cesta básica o simplemente no los envían a la escuela si esta no ofrece comida ese día por el programa de alimentación, y tienen razón ¿Qué puede aprender un niño que no está bien nutrido?

Esta situación es crítica, no solo porque nuestros niños no están alimentándose adecuadamente y están perdiendo sus capacidades cognitivas para aprender, creando retrasos en el aprendizaje, lo cual en un futuro pueden convertirse en frustraciones y más deserción y por otro lado, esos niños que no están en la escuela ¿Dónde están? La respuesta es simple, en la calle, a merced de las reglas de esta jungla de cemento que no perdona a nadie, muchos quizá trabajando para ayudar a su familia, pero otros alistándose en bandas de crimen organizado; nuestros salones tienen hambre, no solo por un plato de comida, si no también hambre de sueños, metas y futuro, ¿Cuánto de ellos realmente no quieren salir adelante, pero la situación no lo permite? Les puedo decir que muchos, yo que he tenido la oportunidad de visitar escuelas desde los Altos Mirandinos, Valles del Tuy hasta Barlovento, nuestros chamos quieren salir a comerse el mundo, a trabajar por el país, pero el sistema se los está comiendo a ellos.

El actual sistema educativo no cumple las necesidades que tienen nuestros alumnos, les ha creado más, no hay infraestructura adecuada, maestros mal pagados, lo pedagógico pasó a un segundo plano y el Ministerio de Educación está más preocupado porque los alumnos vayan a sembrar para “resolver” la falta de alimentos del programa de alimentación, no hay estadísticas de los promedios nacionales en lengua y matemática, y está prohibido que un alumno repita el año, ¿Cómo una institución del estado apunta a mejorar su calidad, sino tiene indicadores y no sabe a dónde va? o puede que si este claro a donde, y es a convertir a los muchachos en seres inútiles, sin capacidad de razonar y analizar problemas cotidianos, que se vendan al mejor postor por una bolsa de comida.

Si no logramos reformar el sistema educativo en corto plazo, serán más y más generaciones de alumnos que literalmente se perderán, y acá surge otra duda ¿Quién va a formar a quien luego? Porque la otra realidad del sistema es que tenemos una gran fuga de talentos, nuestro capital humano está yéndose a otros países buscando mejores oportunidades, la mayoría de ellos jóvenes como yo entre 20 a 30 años, y también ¿Si todos se van, quienes reconstruirán este desastre? Tenemos una situación delicada, en la cual Venezuela puede quedarse encerrada en un ciclo vicioso de pobreza, esa pobreza que no importa cuánto dinero tienes si no sabes administrarla, una pobreza de materia gris imperdonable, bien decía Luis Alberto Machado en una entrevista por el año 1993 con Marcel Granier “la educación es el único problema que tiene nuestro país, puedes quitarle todo el dinero a mil familias ricas y hacer otras mil ricas de mil pobres, al cabo de un año las que eran pobres volverán a ser pobres y las que eran ricas más ricas aun” y tiene razón, la verdadera riqueza de un país no está en sus recursos naturales, ¿Qué son importantes? Si lo son, pero la verdadera riqueza reside en su gente, en su riqueza intelectual, y cito nuevamente a Luis Alberto “Hay que enseñar a las personas a producir riqueza”  y no a que esperen le den la riqueza que produjo otro.

Tenemos que volver a llenar nuestros salones con comida, de esa que nutre no solo el cuerpo para que funcione, sino de esa comida que llena y nutre la mente, esa que ayuda a soñar, a plantearse metas y proyectos, de las que te llenan el alma como ser humano, de las que nos hacen jugarnos todas por el país.

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