Economía para la gente
De la biblioteca básica en Economía (III)

En el artículo anterior continuamos con la pretensión de elaborar una lista de lecturas básicas a hacer, para poder comenzar a desarrollar criterios básicos y buenos en materia económica.

Como ya comentamos, lo que me parece interesante es dar una respuesta, que además sea extraña para lo que comúnmente se esperaría. Uno podría tener la expectativa que la lista estaría integrada por manuales y libros muy técnicos en, y estrictamente de, Economía, lo que en mi opinión, enturbiaría los criterios básicos que en esta “ciencia” se deben tener, alejando por lo engorroso del asunto a mucha gente de acceder a estos temas que además, la realidad es que son muy próximos a la persona, a su naturaleza y son de sentido común. Vale la pena comentar que para cualquier persona sería conveniente manejar lo básico del asunto, al menos.

También creo justo recordar que este intento de “lista de lectura” no pretende ser exhaustiva, y que por supuesto es susceptible de ser mejorada, es perfectible, y responde a una opinión sesgada, pero bien intencionada, de mi parte.

Continuemos entonces con la “lista”, que, reitero, pretende ser en Economía, pero que necesariamente incluye temáticas como la Moral, la Ética, la Justicia y la Política:

  1. Aunque no sea estrictamente por temas económicos, hay que necesariamente detenerse, ya que vale la pena, en los clásicos de las Ciencias Políticas (siglos XVII y XVIII), porque considero un error separar la Economía de la Moral, la Ética, la Justicia y la Política:
    • Autores que han destacado lo importante de colocar límites al poder, controlar al “Leviatán”: John Locke y sus Ensayos sobre el gobierno civil (1690), Montesquieu y su Espíritu de las Leyes (1748), y Hamilton, Madison y Jay con El Federalista (1787 y 1788).
    • Ya Locke tiene antecedentes en Juan de Mariana, sin embargo hace aportes: como el “estado de naturaleza” de Hobbes justifica el Absolutismo, “los hombres se unen en comunidades políticas y se ponen bajo el gobierno de ellas para preservar su propiedad”, pero deben crear leyes conocidas y consensuadas para resolver disputas. El Legislativo debe crear normas que rijan al Gobierno, y no regirse éste por decretos arbitrarios.
    • Montesquieu trató la división de poderes: apunta que “cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona o el mismo cuerpo, no hay libertad”, que la democracia es necesaria y que todos los ciudadanos deben tener derecho a votar para elegir su diputado.
    • Hamilton, Madison y Jay destacan la importancia y necesidad de una Constitución federal, que no suprima los gobiernos de las provincias, sino que los convierta en parte de la soberanía nacional, respetando su autonomía y representación directa en un Senado. A su vez, resaltan lo necesario de que al gobierno federal se le deleguen pocos y bien definidos poderes.
    • Estas condiciones del ordenamiento político, en resumen de límites al poder, son sustrato propicio para que florezcan y se desarrollen industrias.
  1. De los clásicos en Ciencias Políticas pasamos ahora a Bastiat (primera mitad del siglo XIX):
    • Este periodista y diputado francés tiene la virtud de poner en palabras muy sencillas temas económicos fundamentales y profundos: propugna el libre comercio, la paz, y el gobierno limitado a proteger la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos; y desmonta las falacias socialistas y proteccionistas (mercantilismo). Para Frédéric Bastiat el buen economista es aquel que no sólo ve lo que es evidente (consecuencias a corto plazo), sino que también ve las consecuencias a largo plazo de las políticas económicas, evaluando ganadores y perdedores (“lo que se ve y lo que no se ve”).
    • Su obra principal es La Ley (1850) en la que explica la función del Derecho en la sociedad y describe el funcionamiento de la expoliación legal. Fundamentales a leer son sus obras Armonías económicas (1850) y Sofismas económicos (1859, post mortem). Célebre de Bastiat es la definición del Estado como “la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo”. Allí toca el tema del rent-seeking.
  1. De la Francia de Bastiat, nos conduce la ruta hasta Menger y Böhm-Bawerk (finales del siglo XIX):
    • En sus Principios de Economía Política (1871), Carl Menger, padre fundador de la Escuela Austriaca de Economía (nombre dado peyorativamente en sus orígenes), y quien junto a Jevons y Walras irrumpe en la ciencia económica con la revolución marginalista, quiebra con las ideas prevalecientes atacando la teoría del valor-trabajo (basamento clásico), explica la formación de precios con la teoría de la utilidad marginal, y formula leyes económicas universales y atemporales (apriorísticas), distinguiéndose de la para la época dominante, Escuela Histórica Alemana. De Menger también destaca su obra sobre el Origen del Dinero, y su definición de bienes de orden superior (p.e. bienes de capital) y de orden inferior (p.e. bienes de consumo): el valor de los bienes de orden superior está determinado por el valor futuro de los bienes de orden inferior. Aquí hay una evidente base de la Teoría de la imputación de Friedrich von Wieser (1889), que invierte la causalidad precio-costo de la escuela clásica, reemplazando el paradigma, para el momento predominante, por otro: los costos son determinados por los precios; el valor de cada insumo viene determinado por la valoración (subjetiva) que la gente da a los bienes finales de consumo.
    • De Eugen Böhm-Bawerk destaca su obra de tres tomos Capital e Interés (1884, 1889 y 1898), y sus Fundamentos de la Teoría del Valor Económico (1886). Aportes: difunde la teoría de la utilidad marginal, teoría del valor y de los precios, y desmonta las falacias del sistema marxista.

Bueno amigos, detengámonos en este punto por el momento. Continuaremos en el próximo artículo confeccionando la literatura básica que, en mi humilde opinión, hay que dominar en Economía.

Entender de economía política, identificar ganadores y perdedores, nos permite entender por qué no cambia y por qué es difícil cambiar el statu quo.

Rafael Avila
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