La desesperanza aprendida por los venezolanos

La desesperanza es el proceso cognoscitivo en el cual la formación de expectativas del individuo se ve afectada. La persona tiene la sensación de no tener control sobre las situaciones, y esto genera frustración, sensación de imposibilidad de cumplir las metas, pérdida de ánimo, ansiedad, etc. El concepto desesperanza es analizado por la psicología, para comprender cómo un individuo puede caer en depresión y sentirse estancado en un determinado momento de la vida.

En la década de los 70, el psicólogo Martin Seligman, planteó la teoría de la desesperanza aprendida. Esta consiste en un estado en el que el individuo no emite respuestas para evitar la estimulación aversiva (refuerzo negativo o castigo), ya sea porque no encuentra ningún reforzador ante la conducta de escape, o bien porque le es imposible escapar. Esta teoría plantea que sí un individuo se encuentra encerrado en una situación y siente que no puede escapar, bien sea por castigo o amenazas, estará desesperanzado y no encontrará escapatoria al problema.

La desesperanza aprendida es un concepto analizado por la psicología, pero ha sido aplicado por la psicología social, sociología y las ciencias políticas, para comprender cómo los gobiernos autoritarios crean una conciencia colectiva basada en el miedo. Para un gobierno autoritario, la desesperanza es un mecanismo para mantenerse en el poder y controlar a las masas, porque la desesperanza aprendida permite controlar las necesidades individuales y colectivas.

Al tener control de las necesidades como la salud, economía, alimentación, etc., el gobierno puede ejercer presión psicológica sobre los individuos y generar un estado de dependencia. Es decir, el individuo siente que necesita al gobierno para poder sobrevivir, porque solo no podría. La relación dependiente entre el ciudadano y la clase gobernante es determinada por la coacción. Los gobiernos autoritarios aplican la desesperanza aprendida, porque comprenden el poder que tienen sobre sus ciudadanos y generan una falsa sensación de estabilidad y seguridad.

La desesperanza aprendida puede ser analizada en el caso venezolano, porque el país afronta una grave crisis estructural y los ciudadanos no encuentran la escapatoria al ambiente hostil que reina en Venezuela. Todos sienten desesperanza ante la situación porque piensan que el país no mejorará. ¿La desesperanza aprendida es reciente o fue creada durante la Revolución Bolivariana? Acá analizaremos el concepto aplicado al contexto venezolano y se responderá a esta interrogante.

Con la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, la esperanza por el cambio fue el eje de acción de las políticas del chavismo. El líder ofreció al pueblo atender las necesidades de la “clase obrera” y brindarle poder al poder, para generar el crecimiento económico en el país. Estas promesas fueron apoyadas por los ciudadanos que votaron por él y dieron su voto de confianza. Las viejas élites gobernantes serían dejadas a un lado para darle paso al poder popular. Sin embargo, el autoritarismo de Chávez estaba oculto detrás de una sonrisa y promesas de cambio que quedaron en el aire.

Poco a poco se fue construyendo el tejido de la Revolución Bolivariana, esa revolución que implica un cambio de ciudadano y valores en el país. El primer paso fue destruir las instituciones y crear una nueva constitución donde se construyó el nuevo aparato burocrático. La democracia venezolana fue destruida y dio paso al Socialismo del siglo XXI, una propuesta donde las reivindicaciones y promesas sociales eran parte del discurso de Hugo Chávez. Sin embargo, muchos sabían que ese camino era el equivocado, porque el líder había dado muestras de ser un demagogo y que esa revolución llevaría a Venezuela a la oscuridad.

Durante estos 20 años de Revolución Bolivariana, la libertad y las necesidades de los ciudadanos han sido cercadas, porque el autoritarismo gobierna en el país. Las erradas políticas económicas, destrucción de la democracia, la inseguridad, el gasto público, la escasez, entre otras han sido las consecuencias que hemos pagado los venezolanos. La ambición del poder ha llevado a crear una desesperanza aprendida, donde muchos sienten que no hay salida a la crisis porque nos han obligado a pensar que “estamos pagando” por haber elegido ese camino.

Sin embargo, los artífices de la Revolución saben a qué juegan, aunque se crea que todo es improvisación, no lo es. Todo está calculado, porque generar caos y sensación de inseguridad a los ciudadanos es parte del plan para quedarse en el poder. La Revolución Bolivariana planteada por Chávez, tiene como objetivo principal llevar a Venezuela a la dictadura. No es el chavismo o el madurismo, no son los bandos entre un líder ni otro, es el proyecto político llamado Socialismo que ha llevado al atraso y separado a los hogares venezolanos.

La desesperanza aprendida busca generar desesperación entre los ciudadanos, porque no hay salida. Los estímulos negativos son la escasez, la inseguridad, hiperinflación, corrupción, crisis en el sistema de salud, disminución en la calidad de vida entre otros factores que aceleran la crisis estructural que atraviesa el país. Estas situaciones llevan a los venezolanos a tomar dos vías; emigrar en búsqueda de mejores oportunidades o quedarse en el país y sobrevivir a la crisis. Pero en ambos casos, la esperanza de cerrar este episodio político no existe.

El autoritarismo juega con el colectivo y busca generar el desgaste social, para poder afianzar sus ambiciones. La desesperanza aprendida pone una venda en los ojos a los venezolanos, y nos hace sentir que el victimario logró su cometido, quitarnos las esperanzas de vivir y progresar. Para salir de ese círculo de desesperanza, hay que trabajar diariamente para combatir los golpes colectivos y emocionales.

La desesperanza aprendida por los venezolanos es un vicio que nos afecta emocionalmente y nos desgasta, cierra los caminos a las soluciones y nos aleja de nuestro país. La esperanza de progresar y vivir en un mejor país se construye con trabajo y hacer lo que el país nos demanda, en estos tiempos hay que luchar y no decaer, pero con la frente en alto y la seguridad que vendrán tiempos mejores.

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