¡Gloria al bravo pueblo!

Venezuela se ha convertido nuevamente en la principal noticia de las últimas semanas, desde el pasado 23 de enero Juan Guaidó asumió la responsabilidad de encauzar la transición política y restauración de la democracia, significando el resurgimiento de la esperanza de un conjunto mayoritario de éste país. Por su parte, el oficialismo representado en la figura de Nicolás Maduro se aferra contra viento y marea al poder.

El último de los actos perpetrados por quienes usurpan las riendas del Estado estuvo representado en la brutal obstrucción de la ayuda humanitaria, como si se tratara de una dantesca escena del medioevo los camiones que contenían medicinas, alimentos y otros insumos escasos o inexistente en nuestro país fueron criminalmente atacados. En este sentido, mientras las hordas pagadas y enviadas por los usurpadores destruían o impedían el paso de aquellos insumos muy probablemente en algún punto del país moría un niño por desnutrición o sencillamente algún adulto mayor sucumbía ante la incapacidad de contar con medicamentos específicos para seguir con vida.

Ante ese pavoroso escenario los falsos regentes en un tono bastante irónico y grotesco sólo llegaron a concluir que cada venezolano le debe a Nicolás Maduro la paz, la democracia y los alimentos que “felizmente” preparan en sus hogares. Asimismo, señalaron que Juan Guaidó será encarcelado si vuelve al país, con ello; el chavismo y quienes inútilmente siguen aferrados al más corrosivo de los regímenes suponen que las aguas han vuelto a su curso. De esta manera, y creyendo estar cerca nuevamente de la destrucción de sus adversarios, decretaron la anticipación del asueto de carnaval y la cancelación de un “bono” a través del carnet de la patria, es decir; la democracia a cambio de unas cuantas monedas (devaluadas) y unos días libres (pero sin libertad).

La respuesta de los ciudadanos fue contundente, primero; las universidades decretaron el no acatamiento de aquel nulo decreto, seguidamente las escuelas y diversas empresas asumieron la misma ruta. La trampa de los usurpadores no funcionó, los hombres y mujeres entienden el rol importantísimo que tienen en este momento histórico y no han caído y no caerán en los chantajes de quienes han generado la mayor degradación de la institucionalidad.  

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