El oficialismo se torna más competitivo cuando, en las encuestas, los votantes se ven forzados a elegir entre Macri y el binomio kirchnerista
(ARGENTINA) La primavera de Macri, entre ilusiones y desafíos

Un cauto optimismo se advierte en la Casa Rosada. Su meta es que los 35 días hasta las primarias abiertas (PASO) acentúen la tendencia que marcaron los últimos cien en materia económica. Si en estos meses se consolida esa senda, definida por la  calma cambiaria y la desaceleración inflacionaria, en opinión de un alto funcionario,  Mauricio Macri podría perder por poco margen ante el kirchnerismo en los comicios del 11 de agosto, emparejar  en la primera vuelta de octubre y ganar en el ballottage de noviembre.

Los portavoces del Gobierno y no pocos economistas señalan la existencia de numerosos indicios del inicio de un ciclo primaveral, combinado con una mejora en las expectativas sociales y un sostenido crecimiento en la imagen y la intención de voto del Presidente, según todas las encuestas de opinión pública. La pregunta a la que buscan respuesta es si la lenta recuperación de la economía llegará a tiempo y en suficiente dosis al bolsillo de la gente y al consumo.

Diez indicadores económicos positivos están a la vista:

  • La paz cambiaria lleva más de diez semanas. El 26 de abril el dólar minorista se vendía a 47 pesos; el viernes último cerró a 42,80 pesos.
  • El riesgo país, que el 3 de junio marcó un récord de 1012 puntos, descendió hasta 787 en la última jornada hábil.
  • Las tasas de interés siguen en niveles elevadísimos, pero lejos del 74% que llegó a pagarse a los bancos por las letras de liquidez (Leliq) a principios de mayo. Hoy se han reducido al 59,9%, su menor nivel en cuatro meses.
  • El staff técnico del FMI volvió a respaldar el programa económico argentino y aprobó el desembolso previsto de US$5400 millones.
  • Las restricciones del mundo financiero hacia la Argentina comienzan a disminuir. En los últimos días, tanto YPF como Panamerican Energy y Pampa Energía obtuvieron financiamiento internacional a entre ocho y diez años a tasas que promediaron el 9% anual.
  • Por el crecimiento de Vaca Muerta, hubo en mayo una producción récord de gas. Fue la más alta desde julio de 2009.
  • La producción de petróleo también aumentó en mayo y lleva 15 meses de crecimiento ininterrumpido.
  • Se registraron 13 meses seguidos sin importaciones de crudo, algo que no ocurría desde 2012.
  • Hay que recordar que, entre 2006 y 2013, la Argentina pasó de tener un superávit comercial energético de 6000 millones de dólares a un déficit de 6900 millones. En los primeros cinco meses de 2019, se ha registrado un superávit que las autoridades esperan mantener en lo que resta del año.
  • Finalmente, si bien han mostrado en mayo caídas interanuales, tanto el sector industrial como la construcción mostraron una leve recuperación respecto del mes anterior.

Nadie espera que estos indicadores se traduzcan en mejoras en el bolsillo de quienes acudirán a las urnas en agosto. Pero economistas como Martín Redrado estiman que a partir de septiembre los salarios podrían empezar a ganarle al aumento del costo de vida, por efecto de las subas salariales de las paritarias y de la desaceleración de la inflación. El Gobierno aspira a ayudar a que la recesión toque su piso con el restablecimiento del plan Ahora 12, con los subsidios a la compra de autos y con los préstamos de la Anses para jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH y de asignaciones familiares. Desde mediados de abril hasta anteayer, este organismo entregó unos 2.470.000 créditos, que totalizan alrededor de 50.000 millones de pesos y que irían directamente al consumo.

Tal inyección de fondos, a la que podría sumarse una parte del crédito stand-by del FMI habilitada para gastos sociales, apunta a seducir a una porción de los desencantados con el gobierno de Macri que, en 2015, fue clave para darle el triunfo en la segunda vuelta ante Daniel Scioli. También, para enfrentar el síndrome de que -salvo el de Carlos Menem en 1995- ningún partido gobernante pudo ganar una elección presidencial en un año de caída económica.

En el laboratorio electoral del macrismo se insiste en que los comicios de 2015 sirven de «predictor» para 2019.

En las PASO de 2015, Macri obtuvo el 24% de los votos, que sumados a los de sus rivales en la coalición Cambiemos, Ernesto Sanz y Elisa Carrió, alcanzaron el 30%, contra el 38,6% de Scioli. La mayoría de los sondeos de opinión pública hoy dan cuenta de una diferencia menor entre Macri y la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner.

En la primera vuelta presidencial de hace cuatro años, Macri subió al 34% y Scioli descendió al 37%, resultado que condujo a una segunda vuelta en la que el actual presidente ganó con el 51,3% de los votos.

Hoy el kirchnerismo aventaja a Juntos por el Cambio tanto de cara a las PASO como ante un escenario de primera vuelta. Pero ambas fuerzas se acercan a una situación de empate en un ballottage, al tiempo que es Macri quien está en condiciones de capitalizar mejor los votos que reciban Roberto Lavagna y José Luis Espert en las instancias iniciales del proceso electoral.

El oficialismo se torna más competitivo cuando, en las encuestas, los votantes se ven forzados a elegir entre Macri y el binomio kirchnerista. De ahí que el Gobierno procure adelantar el clima de la primera vuelta a las PASO y el de la segunda vuelta a la primera, apuntando a una mayor polarización.

El optimismo de la Casa Rosada se funda en que el crecimiento de la fórmula de los Fernández fue mínimo en el último mes en comparación con la levantada del oficialismo. La distancia de nueve puntos de Cristina Kirchner sobre Macri de aquella encuesta de Isonomía que, en abril, causó revuelo entre operadores económicos, hoy habría quedado reducida a poco más de dos puntos frente a un hipotético ballottage, según la misma empresa consultora. Pero sus responsables aclaran que la foto de las PASO de agosto será clave para definir la actitud de los electores el 27 de octubre y que es imposible imaginar un escenario de segunda vuelta para noviembre sin la foto de la primera vuelta de octubre.

En una elección que podría definirse por detalles, la paz cambiaria es una de las peores noticias para Alberto Fernández y Cristina Kirchner; también para Lavagna, quien compite por un voto más afín al de Macri que al del kirchnerismo. El oficialismo espera que el hecho de que cerca del 80% de los eventuales votantes de Lavagna estén convencidos de que su candidato no va a ganar pueda generar una dinámica polarizadora, que termine beneficiando a Macri. Algo similar aguarda que ocurra en la provincia de Buenos Aires, con un corte de boletas que favorezca a María Eugenia Vidal ante Axel Kicillof.

La mayor tranquilidad económica puede obligar a modificar el discurso de los candidatos kirchneristas. No sorprendió que desde este sector se insinuara que el flagelo de la gente en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires es un fenómeno que surgió con el macrismo. Sí llamó la atención que Fernández pareciera solidarizarse con los gremialistas aeronáuticos que acaban de promover un imprevisto y salvaje paro y con un dirigente como Pablo Biró, que públicamente llamó a «voltear» al gobierno de Macri. Los gremios pueden cuestionar una política aerocomercial, pero nunca arrogarse la facultad de tomar como rehenes a miles de pasajeros para modificar esa política. Junto con la tentativa de desestabilizar a un gobierno, existe otro riesgo: que las autoridades nacionales crean que pueden obtener un rédito electoral montados a las barbaridades de los gurkas del kirchnerismo, mientras los usuarios pagan las consecuencias.

Crédito: La Nación

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