(ARGENTINA) Entre las amenazas K y el silencio M

En la semana que pasó, el kirchnerismo resolvió golpear allí donde los macristas guardan riguroso silencio: la economía, su punto flaco.

Estrategia correcta; implementación deplorable. Ni diseñado en el laboratorio de Jaime Durán Barba podría haber sido mejor pergeñado para favorecer al oficialismo, que, con un mínimo de energía, casi no necesitó patear hacia el arco opuesto porque solo le bastó con correrse un poco para que el otro equipo metiera goles en contra uno tras otro: Cristina Kirchner, al equiparar la crisis humanitaria de Venezuela con la Argentina; Axel Kicillof, al pedir que se midiera mejor la pobreza, algo que cuando él era ministro evitaba hacer para no «estigmatizar» a los que menos tienen, y la promesa de un Indec más preciso rayaron en el humor involuntario. Hasta Máximo Kirchner agitó el fantasma de no pagarle al FMI.

Alberto Fernández también se cansó de ser la cara presentable de la fórmula y ya el domingo anterior anunció rotundo que dejaría de pagar los intereses de las Leliq, algo que luego relativizó ante Eleonora Cole, en LN+. Después volvió a abordar el tema, pero con cierto candor al afirmar que con lo que se «ahorrará» al desactivar ese bono (como si eso fuera tan fácil y rápido) subiría 20% las jubilaciones, les regalaría todos los medicamentos y volvería a convertir en ministerio la Secretaría de Ciencia y Técnica. Así dejó en evidencia ante la vista de todos que la economía tampoco es su fuerte.

«A mí no me importa que cierren los números; quiero que cierre la vida digna de los argentinos», dijo como si un tema no estuviese íntimamente relacionado con el otro. También agitó el fantasma del dólar y consiguió hacerlo subir un poco, pero los mercados no parecieron tomárselo muy en serio. Tiro en el pie: hasta el más distraído sabe que los brincos para arriba de la divisa norteamericana tienen consecuencias directas sobre su poder adquisitivo. Nadie que aliente su aumento gozará de gran simpatía popular.

El manejo fantasioso y voluntarista de los números se hizo bien explícito en el ejercicio lúdico que propuso el matemático y periodista Adrián Paenza en la misma reunión con científicos, en la Facultad de Ciencias Exactas, en la que Alberto Fernández dijo que iba a «cuidar» a la investigadora del Conicet Sandra Pitta (lo que generó otra de las grandes controversias de la semana).

Afín a los jueguitos matemáticos vistosos, Paenza propuso que si dos personas convencen a otras tantas de votar la fórmula Fernández-Fernández, y así sucesivamente, al cabo de 30 días, dada la progresión geométrica, mil millones de personas habrían sido convencidas. En el divertido pasatiempo de Paenza, la hipótesis de cruzarse en algún momento con un no kirchnerista no es algo probable.

Crédito: La Nación

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